Historia dolorosa y placentera de una amistad

Hay una ternura especial entre los catalanes que se encuentran en Madrid, en el Madrid de hoy, en este casi final de 1982. ?Est¨¢s bien?, se preguntan. Y: ?por qu¨¦ has venido?. Y a continuaci¨®n, casi sin escuchar la respuesta, se atropellan contando los nuevos proyectos, las nuevas ilusiones. Tambi¨¦n, las nuevas visiones. Hubo una vez en que los catalanes llegaban a Madrid para impartir su verdad. Aqu¨ª, entonces, en un Madrid mucho m¨¢s desgarrado por el franquismo que cualquier periferia posible, se les escuchaba, se les ve¨ªa con los ojos muy abiertos, la boca en, ascuas. Ahora, en este Madrid que ha ido recuperando su capitalidad -que es, sobre todo, sin¨®nimo de hospitalidad y de igualdad-, los catalanes se presentan con un alegre esp¨ªritu comunitario, de comunicaci¨®n, de solidaridad entre pueblos. Mar¨ªa del Mar Bonet, que tiene una larga y profunda historia de amistad con el p¨²blico madrile?o, ha vivido el antes y el ahora de este amor medio doloroso, medio placentero, que las dos ciudades punteras de Espa?a se profesan. El p¨²blico, que la sigue desde su primera aparici¨®n, ve en ella una especie de ventana abierta, de soplo fresco que trae el sonido de otras tierras sin velos ni mentiras, sin mixtificaciones.