Las exigencias de la democracia avanzada: la tarea socialista
Las pr¨®ximas elecciones generales pueden llevar al poder al PSOE. Si ello sucede, se tratar¨¢ de unas elecciones hist¨®ricas. Por un lado -dice el autor-, constituir¨¢n el experimentum crucis de la transici¨®n: si la alternancia tiene ¨¦xito y si el nuevo Gobierno dispone de un margen adecuado de estabilidad pol¨ªtica, la democracia habr¨¢ mostrado decisivamente su fortaleza y que sus l¨ªmites no se reducen a que ganen siempre los mismos. Por otro lado, representar¨¢n estas elecciones un momento parecido a otros que se han vivido en la mayor¨ªa de las sociedades avanzadas y que han sido hitos fundamentales en su progreso.
Desde el punto de vista de los principios de la ciudadan¨ªa pol¨ªtica y de la ciudadan¨ªa sociecon¨®mica, de la participaci¨®n y de la igualdad, los resultados de las experiencias de Gobierno socialista en Europa han sido considerables. El "modelo de sociedad" del socialismo democr¨¢tico ha aproximado a las sociedades europeas respecto del paradigma de sociedad justa y libre. Estudios comparativos recientes (como los de Stephens, Castles, Hewitt, etc¨¦tera) muestran que las experiencias de Gobierno socialista o socialdem¨®crata han tenido tres consecuencias para las sociedades europeas. En primer lugar, se ha incrementado la igualdad de oportunidades, dedicando m¨¢s recursos a la educaci¨®n y promoviendo la movilidad social. En segundo lugar, se ha desarrollado una red de servicios sociales de bienestar que ha satisfecho demandas y necesidades de vivienda, sanidad y nutrici¨®n, y una infraestructura de prestaciones (a trav¨¦s de la Seguridad Social, el sistema de pensiones, el seguro de desempleo) que ha cubierto las carencias de los sectores m¨¢s d¨¦biles en el mercado (ancianos, enfermos, parados). En Holanda, Austria, Gran Breta?a, Suecia, Noruega o Dinamarca, los grupos situados en los intervalos m¨¢s bajos de ingresos han incrementado sustancialmente su consumo relativo de bienes y servicios. En tercer lugar, se ha producido una reducci¨®n en las desigualdades de renta.En sociedades como la austriaca, la sueca, la holandesa o la brit¨¢nica, la concentraci¨®n de la renta en los intervalos superiores de ingresos es considerablemente menor que en sociedades de prolongada hegemon¨ªa conservadora. En Holanda, por ejemplo, la desigualdad en la distribuci¨®n de los ingresos se ha reducido a la mitad desde la segunda guerra mundial. El nivel de bienestar colectivo, basado en una moral de solidaridad y expresado, sobre todo, en la pol¨ªtica social y en la pol¨ªtica educativa, ha experimentado un avance considerable en Europa como consecuencia de los Gobiernos socialistas.
Para los socialistas, el cambio en Espa?a consiste en emprender el camino hacia un modelo de sociedad que compatibilice la igualdad y el pluralismo, las libertades y el bienestar sociocultural. Es decir, se trata del reto de colocar a la sociedad espa?ola en las cotas de progreso que el socialismo democr¨¢tico ha supuesto y supone para las sociedades europeas. Pero a la vez se trata del camino para cumplir el mandato de nuestra Constituci¨®n de "establecer una sociedad democr¨¢tica avanzada". No se trata de un mandato f¨¢cil: tenemos una sociedad con desigualdades e injusticias profundas si la comparamos con las sociedades europeas. La concentraci¨®n proporcional de la riqueza en los intervalos superiores de ingresos es bastante superior a la que existe en las sociedades m¨¢s avanzadas; por el contrario, los sectores. sociales m¨¢s pobres disponen de una proporci¨®n muy baja del consumo total del pa¨ªs: la mitad, por ejemplo, de lo que les corresponde en Gran Breta?a o en la RFA. Por a?adidura, en nuestro pa¨ªs la desigualdad socioecon¨®mica se transmite de padres a hijos con m¨¢s fuerza que en las sociedades europeas. Dos tercios de los hijos de trabajadores manuales seguir¨¢n siendo obreros: s¨®lo un 3% podr¨¢ acceder a las posiciones sociales superiores; en cambio, el privilegio se transmite de padres a hijos con el doble de intensidad que en Francia, en Gran Breta?a o Suecia (seg¨²n los estudios de Goldthorpe,- Portocarrero y Erikson).
Pol¨ªtica de empleoLa desigualdad en Espa?a se ha reforzado por una pol¨ªtica social inadecuada. La precariedad del esfuerzo p¨²blico para afrontar las necesidades sociales se manifiesta de forma dram¨¢tica en la pol¨ªtica de empleo: no solamente nuestra econom¨ªa no proporciona trabajo suficiente, sino que la pol¨ªtica social conservadora, encarnada en la ley B¨¢sica de Empleo, no cubre las necesidades de los que no encuentran trabajo. En 1980, el porcentaje de parados con subsidio se situaba en un 58%. del total de parados; en la actualidad, menos de un 35%. de los parados registrados perciben el seguro de desempleo (la cobertura m¨¢s baja de todos los pa¨ªses industrializados).
La precariedad de la pol¨ªtica social conservadora se manifiesta en muy diversos campos: por ejemplo, en un gasto p¨²blico de protecci¨®n social que en nuestro pa¨ªs se sit¨²a en el 16% del PIB, frente a un 31% en Holanda, un 27% en la RFA, B¨¦lgica o Dinamarca (la media europea es un 25%); por ejemplo, en un gasto p¨²blico en sanidad muy inferior al de cualquier otra sociedad europea; por ejemplo, en una Seguridad Social con recursos escasos y mal administrados, que hoy d¨ªa no cubre las necesidades de amplios sectores sociales, pero cuyo sistema de financiaci¨®n resulta muy gravoso para las empresas y para una pol¨ªtica de empleo.
El otro gran instrumento para alcanzar las cotas de bienestar de una "democracia avanzada", la educaci¨®n, ha sufrido de una misma precariedad. Las graves necesidades educativas se resumen en un d¨¦ficit de alrededor de 1.500.000 puestos escolares (en Preescolar, EGB, BUP, FP, Educaci¨®n Permanente y Educaci¨®n Especial); una desigualdad de oportunidades educativas equivalente al doble de la que existe en Europa; en una baja calidad del sistema educativo, que se manifiesta en un creciente "fracaso escolar" (que alcanza a un 38% de los alumnos de EGB hoy d¨ªa); en una situaci¨®n de abandono del profesorado y en una desconexi¨®n entre educaci¨®n y empleo. Ante esta situaci¨®n, el Estado espa?ol gasta un 2% del PIB en educaci¨®n, la mitad que en Holanda, RFA, Italia o B¨¦lgica, y tres veces menos que en Gran Breta?a y los pa¨ªses escandinavos.
Tenemos as¨ª una desigualdad social equivalente al doble de la existente en Europa, a la que, sin embargo, se hace, frente con una pol¨ªtica social y educativa que es la mitad de ambiciosa. Una moral de solidaridad es necesaria, sin embargo, para afrontar la crisis econ¨®mica y el futuro de nuestra sociedad, frente al darwinismo de una nueva derecha que practica el principio de que s¨®lo los fuertes sobreviven.
Esa moral de solidaridad no se puede basar en una pol¨ªtica social y educativa precaria; no se expresa tampoco en una defraudaci¨®n fiscal que hoy se extiende a un 56% de las rentas percibidas (defraudaci¨®n que sube a un 76% de las rentas procedentes del capital mobiliario), del capital inmobiliario y de las actividades empresariales. El programa socialista pretende luchar contra esta defraudaci¨®n fiscal de los que m¨¢s tienen, equivalente a casi un bill¨®n de pesetas (alrededor del 4% del PIB). Y a la vez, justificar esta fiscalidad con unos objetivos claros de pol¨ªtica. social, que adem¨¢s de racionalizar la p¨¦sima gesti¨®n y administraci¨®n de la Seguridad Social, de la sanidad o de la cobertura del desempleo, extienda sus prestaciones, atendiendo a unos sectores sociales necesitados, hoy d¨ªas marginados, y que, a trav¨¦s de la educaci¨®n, haga de Espa?a un pa¨ªs m¨¢s culto, m¨¢s justo y m¨¢s libre.
Esta pol¨ªtica social m¨¢s ambiciosa y humana podr¨¢ sentar las bases para esa moral de la solidaridad que puede permitir que nuestra sociedad se identifique con un proyecto com¨²n de recuperaci¨®n econ¨®mica y de modernizaci¨®n. En tiempos de dificultades, las reformas ambiciosas han conducido a las democracias europeas por una senda de progreso; este oto?o es el momento de la esperanza para la sociedad espa?ola.
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