EE UU, ante la reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas / y 2
Las negociaciones SALT II, sobre limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas, entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, resultaron una verdadera decepci¨®n en relaci¨®n con las anteriores SALT I. Fue precisamente durante las ¨²ltimas conversaciones para el control del armamento considerado estrat¨¦gico cuando el proceso de rearme sovi¨¦tico alcanz¨® sus cotas m¨¢s altas. Fue ¨¦ste un per¨ªodo no s¨®lo de un cambio en el equilibrio estrat¨¦gico a costa de Estados Unidos, sino tambi¨¦n un per¨ªodo durante el cual la estabilidad se vio amenazada por la introducci¨®n de novedades tecnol¨®gicas con capacidad de destruir los sistemas de contraataque, como, por ejemplo, los ICBM MIRV sovi¨¦ticos, con cabezas de potencia y precisi¨®n suficientes como para destruir los ICBM de Estados Unidos en sus protegidos refugios subterr¨¢neos.Seguridad y control
Cuando la Administraci¨®n Reagan se hizo cargo del Gobierno, en enero de 1981, orden¨® una revisi¨®n a fondo de la pol¨ªtica de EE UU sobre seguridad y control de armamentos. Al hacerlo se plante¨® cuatro objetivos principales:
-Seguridad. El control de armamento no es un fin en s¨ª mismo, sino que ha de garantizar la seguridad de Estados Unidos y la de sus aliados y reducir, al mismo tiempo, el riesgo de guerra.
-Reducciones militares significativas. Los esfuerzos para el control de armamento deben ir dirigidos a reducir el n¨²mero y la capacidad destructiva de los sistemas nucleares y de las fuerzas militares, y no solamente mantenerlos en niveles elevados, como en acuerdos anteriores.
-Igualdad. Los acuerdos sobre control de armamento deber¨¢n conducir a unas reducciones mutuas hasta niveles equivalentes para tipos similares de fuerzas. La igualdad es fundamental para el control equilibrado del armamento, la disuasi¨®n y la estabilidad, y para unas relaciones EE UU-Uni¨®n Sovi¨¦tica basadas en la limitaci¨®n y reciprocidad.
-Verificabilidad. Los acuerdos sobre control de armamento deben contener medidas efectivas de verificabilidad que aseguren que ambas partes cumplen con lo acordado. De otra forma, ninguna de las dos partes tendr¨¢ la confianza necesaria para aceptar un acuerdo que implica una sustancial reducci¨®n de fuerzas fundamentales para su seguridad nacional. La efectividad de la verificaci¨®n es especialmente importante para la seguridad occidental, dada la cercan¨ªa natural al sistema sovi¨¦tico.
En noviembre de 1981, el presidente propuso un acercamiento cerolcero en las negociaciones EE UU-Uni¨®n Sovi¨¦tica sobre las fuerzas nucleares de alcance medio (INF), ofreciendo la cancelaci¨®n del desarrollo del Pershing II y del misil con base en tierra Cruise, a cambio del abandono de los misiles sovi¨¦ticos SS-20, SS-4 y SS-5. En 1982, Estados Unidos introdujo en la OTAN un nuevo acercamiento a las negociaciones sobre una reducci¨®n mutua y equilibrada de fuerzas (MBFR), que compon¨ªan la base de las iniciativas occidentales de julio en las conversaciones de Viena. Y en mayo el presidente de Estados Unidos anunci¨® su propuesta de las START.
Como parte de la revisi¨®n de la pol¨ªtica de control de armas estrat¨¦gicas, Estados Unidos se afan¨® en examinar el curso del proceso SALT y busc¨® nuevas posibilidades para conseguir una reducci¨®n real de los niveles de armamento nuclear. El acuerdo SALT II no fue considerado como un marco aceptable a largo plazo para la reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas, debido a una serie de defectos y asimetr¨ªas decisivos incluidos en el tratado. El defecto m¨¢s importante de las SALT II era el hecho de que permitir¨ªa un crecimiento considerable de las fuerzas estrat¨¦gicas de ambos lados, en vez de unas reducciones preceptivas. Otro defecto importante era el hecho de que la unidad de cuenta de las SALT II era la rampa de lanzamiento; no se pon¨ªan limitaciones directas al n¨²mero de cabezas de misiles permitidas a cada una de las partes, incluso cuando las cabezas son una medida de capacidad mucho m¨¢s apropiada que las rampas.
Acogi¨¦ndose a los t¨¦rminos del tratado, la Uni¨®n Sovi¨¦tica pod¨ªa incluso aumentar considerablemente el n¨²mero de sus cabezas de misiles bal¨ªsticos. Un hecho asim¨¦trico importante fue la codificaci¨®n de un derecho unilateral sovi¨¦tico a mantener unos 300 ICBM pesados. Otro aspecto descompensatorio era que el bombardero sovi¨¦tico Backfire no se inclu¨ªa en el total de los veh¨ªculos estrat¨¦gicos de transporte nuclear especificados en el tratado, a pesar de su alcance intercontinental. Finalmente, el protocolo del tratado impon¨ªa el nada deseable precedente de limitar los sistemas de alcance intermedio de EE UU, tales como el misil con base en tierra Cruise, sin imponer l¨ªmite alguno en sistemas sovi¨¦ticos similares, tales como los SS-20.
La propuesta START
En vista de estas insuficiencias, la Administraci¨®n norteamericana sac¨® en consecuencia que no era procedente la b¨²squeda de una ratificaci¨®n de las SALT II. Se pens¨® en la renegociaci¨®n, pero Estados Unidos decidi¨® que ser¨ªa m¨¢s conveniente el adoptar una nueva postura en relaci¨®n con el problema de la reducci¨®n de fuerzas estrat¨¦gicas, en vez de renegociar las SALT II, a fin de corregir sus defectos y convertirlas en un acuerdo aceptable. De todas formas, la propuesta START del presidente Reagan est¨¢ basada en el proceso SALT. Es m¨¢s, el presidente norteamericano ha asegurado que, a fin de crear una atm¨®sfera positiva para las negociaciones START, la pol¨ªtica norteamericana no dar¨ªa ning¨²n paso que supusiera el recorte de los acuerdos actuales, siempre y cuando los sovi¨¦ticos adopten la misma postura.
Estados Unidos estudi¨® ciertas f¨®rmulas de utilizaci¨®n de las reducciones para mejorar la estabilidad del equilibrio estrat¨¦gico. Ciertos sistemas, debido a su capacidad y caracter¨ªsticas, pueden llegar a minar esa estabilidad. Igualmente, otros sistemas con diferente capacidad y caracter¨ªsticas pueden contribuir a la estabilidad del equilibrio. Sistemas que amenazan a las fuerzas del otro lado con una r¨¢pida destrucci¨®n por sorpresa son desestabilizadores porque minan la confianza de la otra parte en su capacidad disuasoria. En una situaci¨®n de crisis, esto podr¨ªa provocar la tentaci¨®n de utilizar esos sistemas en primer lugar, por el miedo a perderlos. Por esa raz¨®n los misiles bal¨ªsticos son m¨¢s desestabilizadores que los lentos bombarderos. Los vuelos de los misiles bal¨ªsticos son de poca duraci¨®n (unos treinta minutos los ICBM y menos los SLBM), llevan cabezas m¨²ltiples y son cada vez m¨¢s precisos, lo cual los hace cada vez m¨¢s apropiados para un ataque sorpresa contra las fuerzas nucleares de la otra parte. Sin embargo, los bombarderos y los misiles Cruise tienen tiempos de vuelo muy largos (entre siete y diez horas), lo que los hace inapropiados para un ataque sorpresa. De la misma forma, los ICBM son m¨¢s desestabilizadores que los SLBM, debido al mayor tama?o y precisi¨®n de los misiles basados en tierra. Es m¨¢s, los ICBM existentes est¨¢n distribuidos en emplazamientos fijos, lo que los hace vulnerables a un ataque -incluso son una invitaci¨®n a ¨¦l, en una crisis-. Los submarinos portadores de misiles, por su dificultad de detecci¨®n, son pr¨¢cticamente invulnerables.
Es, pues, el gran n¨²mero de ICBM dotados de MIRV de la fuerza estrat¨¦gica sovi¨¦tica la principal preocupaci¨®n de Estados nidos. Los sovi¨¦ticos han desplegado en los ¨²ltimos diez a?os unos 150 SS-17, 300 SS-18 y 300 SS-19. Esos misiles pueden llevar por lo menos cuatro, diez y seis cabezas, respectivamente. Las cabezas de los SS-18 y SS-19 son lo suficientemente grandes y precisas como para amenazar en sus refugios a los ICBM de EE UU. De hecho, la Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene en la actualidad capacidad para destruir la mayor parte de la fuerza de ICBM de EE UU en un primer ataque, utilizando solamente parte de su fuerza ICBM.
La propuesta Reagan
La propuesta del presidente Reagan se basa en un plan de dos fases para la reducci¨®n del armamento estrat¨¦gico. En la primera fase, Estados Unidos intentar¨¢ reducir el n¨²mero de cabezas de misiles bal¨ªsticos por lo menos en un tercio, hasta aproximadamente unas 5.000 cabezas para cada lado, de las cuales no m¨¢s de la mitad (2.500) ser¨ªan emplazadas en misiles bal¨ªsticos intercontinentales. Al mismo tiempo, Estados Unidos tambi¨¦n trata de reducir los misiles bal¨ªsticos desplegados por cada lado a unos 850 misiles.
En la segunda fase, Estados Unidos piensa ampliar las reducciones en esas ¨¢reas, adem¨¢s de reducir la capacidad destructiva total de las fuerzas de ambos lados a grados equitativos.
Hay una serie de elementos en la postura de Estados Unidos que merece especial atenci¨®n. Primero hemos elegido el tomar las cabezas de misiles bal¨ªsticos y los misiles desplegados como unidades de cuenta por proporcionar una medida mucho m¨¢s sign¨ªficativa sobre la capacidad estrat¨¦gica que las simples rampas de lanzamiento, la unidad de cuenta de las SALT I y SALT II. El sentido de esto es evidente: una postura basada en las rampas de lanzamiento equiparar¨ªa los S S-18 sovi¨¦ticos de diez cabezas con los Minuteman II de EE UU de una sola cabeza. Las limitaciones de rampas de lanzamiento de las SALT I no imped¨ªan a ninguno de los lados el proseguir con los intentos de aumentar el n¨²mero de cabezas de los misiles bal¨ªsticos. De hecho, el n¨²mero total de cabezas disponibles de los sovi¨¦ticos se increment¨® por lo menos cuatro veces en el per¨ªodo comprendido entre 1972, cuando se firm¨® el SALT I, y 1982, cuando se iniciaron las START.
L¨ªmites de alcance-peso
En la segunda fase, Estados Unidos intentar¨¢ conseguir limitaciones adicionales, incluyendo iguales l¨ªmites de alcance-peso. El alcance-peso es un factor importante para el equilibrio estrat¨¦gico -es precisamente el gran alcancepeso de los misiles bal¨ªsticos sovi¨¦ticos lo que los capacita para transportar grandes cantidades de cabezas de gran alcance, amenazando nuestras bases terrestres-. Es necesario establecer limitaciones que fuercen a las partes a tender a sistemas con menor capacidad destructiva (por ejemplo, con menor alcance-peso), en beneficio del equilibrio.
La postura de Estados Unidos se centra en los misiles bal¨ªsticos por razones muy concretas. La simple reducci¨®n en cualquiera de las categor¨ªas de las fuerzas estrat¨¦gicas no incrementar¨¢ necesariamente la estabilidad; en ciertos casos puede incluso reducirla. Por eso lo m¨¢s razonable es basar las reducciones en aquellos elementos de las fuerzas estrat¨¦gicas que suponen una amenaza concreta a la estabilidad. Por tanto, los misiles bal¨ªsticos, especialmente los ICBM, merecen especial atenci¨®n. Debido a su emplazamiento fijo, por su precisi¨®n y sus grandes cabezas, proporcionan precisamente los medios para llevar a cabo tal ataque.
La postura de Estados Unidos ha sido objeto de una serie de cr¨ªticas a las que me gustar¨ªa responder. Primero se acusa a la propuesta de EE UU de ser unilateral y que al centrarse en los misiles bal¨ªsticos e s discriminatoria con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Eso es inexacto. En la actualidad existe un equilibrio aproximado en el n¨²mero de cabezas de misiles bal¨ªsticos, por lo cual la propuesta de EE UU implicar¨ªa una reducci¨®n igual para ambas partes. Es indudable que la Uni¨®n Sovi¨¦tica tendr¨ªa que realizar unos recortes mayores en su fuerza de ICBM que EE UU, pero eso es debido a que la Uni¨®n Sovi¨¦tica se ha basado en mayor medida en los ICBM. En cualquier caso, ser¨ªa peligroso legitimar formalmente el colosal incremento sovi¨¦tico de esos sistemas desestabilizadores. Estados Unidos, por su parte, se ver¨ªa forzado a llevar a cabo unas reducciones mayores en su programa SLBM, debido a la relativamente mayor dependencia de Estados Unidos en los sistemas basados en el mar.
Una segunda acusaci¨®n es la de que la propuesta de Estados Unidos forzar¨ªa a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a reestructurar sus fuerzas estrat¨¦gicas, abandonando su tradicional confianza en los ICBM. Eso no deja de ser cierto, ?pero es realmente malo para la Uni¨®n Sovi¨¦tica?
Actualmente, tan s¨®lo Estados Unidos se encuentra ante la situaci¨®n de que sus bases terrestres de misiles son vulnerables a un ataque por sorpresa. Pero eso no va a ser siempre as¨ª -seg¨²n avanza la tecnolog¨ªa, las cabezas de misiles se van haciendo m¨¢s precisas-. La fuerza de ICBM sovi¨¦tica no va a seguir siendo eternamente invulnerable. Por esa raz¨®n, la vulnerabilidad de las bases terrestres de misiles debe ser materia de preocupaci¨®n para ambos lados. Es m¨¢s, una serie de expertos sovi¨¦ticos empieza a ser consciente de este problema potencial. El principal atributo de la propuesta de EE UU es que obligar¨¢ a dar relativamente de lado a los ICBM, lo cual dar¨¢ como resultado una estructura de las fuerzas de ambos lados menos desestabilizadora. Esto le interesa tanto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica como a nosotros-mismos.
Negociaci¨®n sin exclusiones
Una tercera acusaci¨®n es la de que la propuesta de EE UU excluir¨ªa de la limitaci¨®n a los bombarderos pesados y a los misiles Cruise. Tal acusaci¨®n es infundada. El presidente Reagan ha dicho claramente que "no se excluye nada" de las negociaciones, y que Estados Unidos negociar¨¢ con buena fe y tomar¨¢ en consideraci¨®n todas las propuestas sovi¨¦ticas serias. Estamos dispuestos a tratar el tema de los bombarderos y de otros sistemas estrat¨¦gicos de una forma equitativa. Al mismo tierripo, los misiles bal¨ªsticos suponen una amenaza mayor para la estabilidad que esos lentos sistemas, ¨²tiles solamente para un ataque de respuesta, y, por tanto, ha de conced¨¦rseles prioridad en las negociaciones.
Se ha criticado tambi¨¦n la negativa de Estados Unidos a aceptar una congelaci¨®n del armamento nuclear estrat¨¦gico. Nos oponemos a esa congelaci¨®n por una serie de razones. Primera, impedir¨ªa a EE UU el poder tomar medidas destinadas a la rectificaci¨®n de ciertas deficiencias que se est¨¢n produciendo en sus fuerzas estrat¨¦gicas, deficiencias que minan el equilibrio estrat¨¦gico. Esas medidas son ahora fundamentales, dada la limitaci¨®n unilateral -no correspondida- ejercida por Estados Unidos en la segunda mitad de los a?os setenta. Es m¨¢s, los sovi¨¦ticos est¨¢n realmente preocupados por el programa de modernizaci¨®n estrat¨¦gica de EE UU. La continuaci¨®n del programa de modernizaci¨®n de EE UU les proporciona un incentivo suficientemente importante como para negociar seriamente en las START. Si Estados Unidos aceptara una congelaci¨®n en los desiguales niveles actuales, ?qu¨¦ raz¨®n tendr¨ªa la URSS para aceptar unas reducciones significativas a iguales niveles? Otra raz¨®n de nuestra negativa a la congelaci¨®n es, sencillamente, que no es lo suficientemente buena. No queremos mantener los niveles actuales de armamento estrat¨¦gico, queremos una reducci¨®n considerable de esas fuerzas.
es secretario de Estado adjunto para Asuntos Europeos. Antes de acceder a este cargo era periodista del New York Times, especialista en temas de seguridad y defensa.
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