M¨¢s de 100.000 ni?os de la Uni¨®n Sovi¨¦tica han aprendido a nadar antes que a caminar
Varios cientos de miles de sovi¨¦ticos parecen convencidos: el camino de la salud pasa por una piscina. Hace cinco a?os que se inici¨® una experiencia -entonces minoritaria- que amenaza con convertirse en toda una costumbre nacional. Desde entonces, unos 100.000 ni?os rusos han aprendido a nadar antes de dar sus primeros pasos.
"Niriat (zamb¨²llete)", dice la madre mientras arroja un pu?ado de agua a la cara de su beb¨¦, que, mal que bien, ha aprendido ya a flotar en la ba?era. El ni?o interrumpe de inmediato la respiraci¨®n y, en efecto, comienza a bucear. Resultados as¨ª de espectaculares se alcanzan normalmente en pocos d¨ªas.En cualquier momento, durante el per¨ªodo que transcurre entre las dos semanas despu¨¦s del nacimiento y el primer cumplea?os del beb¨¦, las madres acuden con sus hijos al centenar de policl¨ªnicas de Mosc¨² que ense?an esta t¨¦cnica. Despu¨¦s de unas pocas sesiones, ellas continuar¨¢n practicando con sus hijos en la ba?era de casa y, no mucho despu¨¦s, los ni?os se defender¨¢n ya por s¨ª solos. Es importante empezar a hacerlo antes de que cumplan un a?o, ya que posteriormente la mayor capacidad de reflexi¨®n del beb¨¦ dificulta el aprendizaje.
La salud como moda
El doctor VIadimir Alexandrovich Guterman, de 52 a?os, es el iniciador de esta moda, que, desde Mosc¨², se ha extendido ya a toda la URSS. Dos peque?os reportajes televisivos -emitidos durante los descansos de sendos partidos del Mundial de F¨²tbol- han servido para convertirle en un hombre muy popular."Durante mi infancia", cuenta Guterman, "sufr¨ª diez pulmon¨ªas y tuve que pasar un a?o en cama inmovilizado por el re¨²ma. Cuando empec¨¦ a practicar la nataci¨®n desaparecieron todos mis problemas". En 1960, Guterman entr¨® a trabajar como m¨¦dico en la piscina Central de Mosc¨². M¨¢s tarde comenz¨® a elaborar su m¨¦todo para ense?ar a nadar a los reci¨¦n nacidos.
En 1976, diez policl¨ªnicas de Mosc¨² iniciaban su aplicaci¨®n. En la actualidad, en 250 centros de 53 ciudades sovi¨¦ticas se ense?a a nadar a los beb¨¦s.
"El r¨¦cord m¨¢s grande es la salud", pontifica el doctor Guterman, que, como buen propagandista, muestra su preferencia por las frases impactantes.
"Los beb¨¦s que practican la nataci¨®n", a?ade, "no sufren ninguna enfermedad grave. El coraz¨®n y el aparato respiratorio les funcionan mejor. Seg¨²n nuestras encuestas, ninguno de ellos ha muerto, ni padeci¨® neumon¨ªa, ni ninguna otra enfermedad grave".
"Adem¨¢s", agrega con contagioso convencimiento, "crecen m¨¢s r¨¢pidamente -un cent¨ªmetro m¨¢s el primer a?o-, su per¨ªmetro tor¨¢cico es mayor -un cent¨ªmetro y medio en el mismo per¨ªodo- y aprenden a sentarse y a andar un mes antes que los dem¨¢s ni?os".
Algunos occidentales residentes en la Uni¨®n Sovi¨¦tica han sido tambi¨¦n tocados por este furor de la nataci¨®n infantil. Y, si bien muchos de ellos muestran su escepticismo frente a los casi ilimitados valores terap¨¦uticos que le atribuye el doctor Guterman, destacan que sus efectos sobre la motricidad de los beb¨¦s son, sin embargo, innegables.
Curioso es que sea Rusia la madre de este invento. Precisamente son muchos los extranjeros que se sorprenden aqu¨ª por las barreras que se imponen a la motricidad de los ni?os: desde muy peque?os se les sigue embalsamando como marca la tradici¨®n.
Calor al peso
De madres a hijas se contin¨²a transmitiendo la costumbre -a¨²n muy frecuente, incluso en las gran des ciudades- de vendar firmemente todo el cuerpo del beb¨¦ durante los primeros meses de su vida, inmoviliz¨¢ndole brazos y piernas, para evitar, seg¨²n afirman las babuschkas (abuelas), que ellos mismos "se ara?en los ojos".M¨¢s adelante -e incluso superada ya la adolescencia-, el ni?o, o el joven, ver¨¢ c¨®mo la babuschka -aut¨¦ntico pilar de la sociedad rusa- sustituye el vendaje por una continua insistencia en favor de que abrigue su cuerpo con varios kilos de camisetas, gorros, chalecos y medias de lana.... insistencia ¨¦sta que, en la mayor parte de los casos, no se justifica ni tan siquiera en los momentos m¨¢s duros del invierno.
El vendaje de los beb¨¦s y el universo de refajos en que se embute a los ni?os desde que comienzan a andar han sido vistos por buen n¨²mero de observadores de la sociedad rusa como causa de dificultades motrices.
El soci¨®logo, eslavista y pgriodista alem¨¢n Christian Schmidt-Hauer se?ala estas costumbres no s¨®lo como fuentes de la manifiesta pasividad de los ni?os rusos, sino tambi¨¦n como productos de un sistema educativo tradicional de blanda disuasi¨®n, que explicabastante la resignada obediencia social del ruso.
En este contexto, la nueva moda rusa de la nataci¨®n infantil puede resultar revolucionaria. Los beb¨¦s parecen satisfechos con su pr¨¢ctica y son todo sonrisas cuando logran evolucionar -sin gran dificultad- por la superficie de la bafiera vali¨¦ndose tan s¨®lo del impulso de sus piernas. Es raro escuchar llantos en las salas que las policl¨ªnicas dedican a la divulgaci¨®n de esta actividad.
El doctor Guierman -que sigue trabajando personalmente su m¨¦todo en la policl¨ªnica n¨²mero 73 de la perif¨¦ria de Mosc¨²parece satisfecho. Hasta su despacho llegan cartas de todo el mundo interes¨¢ndose por sus experiencias. El, por su parte, contempla el resto del mundo a trav¨¦s de una perspectiva muy peculiar: conoce casi de memoria los nombres de las piscinas m¨¢s importantes de cada capital. As¨ª, el doctor Guterman no identifica Madrid con La Cibeles. Para ¨¦l, antes que nada, Madrid es el Parque Sindical.
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