Aumenta el des¨¢nimo en Euskadi sobre una eventual soluci¨®n negociada al problema de la violencia
La reivindicaci¨®n por parte de ETA Militar, mediante una llamada al diario Egin, del atentado que cost¨® la vida al general Lago Rom¨¢n, fue acogida en Euskadi sin sorpresa. Durante a?os, cada vez que se produc¨ªa un atentado que, por sus efectos, pod¨ªa atribuirse tanto a ETA como a las bandas fascistas, se tend¨ªa espont¨¢neamente a dar por buena, en primera instancia, la hip¨®tesis de la responsabilidad ultraderechista. A medida que los datos iban contradiciendo esa hip¨®tesis, la opini¨®n dominante iba evolucionnado hacia la aceptaci¨®n de la paternidad de ETA a trav¨¦s de consideraciones intermedias como "algo habr¨¢ hecho" (la v¨ªctima) o "por algo lo habr¨¢n hecho" (los autores).
En esta ocasi¨®n, sin embargo, tanto las condenas de unos como los silencios de otros part¨ªan de la aceptaci¨®n impl¨ªcita de que "un atentado as¨ª s¨®lo lo puede hacer ETA". De ah¨ª la sensaci¨®n de des¨¢nimo que se hizo casi palpable en la tarde del jueves en los m¨¢s diversos medios y que, de alguna manera, venia a sintetizar el diputado Bandr¨¦s con esta frase: "A este paso, la ?nica amnist¨ªa que van a conseguir es la de Tejero". Y ello porque ciertamente la frustraci¨®n era proporcional a las esperanzas que ciertos signos recientes hab¨ªan abierto respecto a la posibilidad de una salida negociada al problema de la violencia en general, y al de los presos y exiliados en particular, en amplios sectores de la poblaci¨®n vasca.Dos hip¨®tesis
Javier Garayalde (Erreka), miembro hoy (de la direcci¨®n de Euskadiko Ezkerra, y que fue la persona clave en el primer intento de negociaci¨®n entre ETApm y el Gobierno espa?ol, a fines de 1976, consideraba dos hip¨®tesis para explicar que ETA lance una ofensiva militar tras una campa?a electoral en la que uno de los motivos fundamentales de HB ha sido el de la negociaci¨®n: "O bien", coment¨® Erreka a EL PA?S, "en realidad no quieren negociar y se trata s¨®lo de una operaci¨®n publicitaria destinada a acusar luego de intransigencia a los dem¨¢s, o bien sigue pensando, de acuerdo con una l¨®gica que tiene m¨¢s que ver con cierta concepci¨®n militarista que con cualquier planteamiento pol¨ªtico, que para negociar tienen que colocarse previamente en una posici¨®n de fuerza". La versi¨®n, que reduce la negociaci¨®n a un eslogan publicitario, pod¨ªa quiz¨¢ ilustrarse con un articulo publicado esta misma semana en el periodico Zer Egin (Qu¨¦ Hacer), organo de presi¨®n del Movimiento Comunista de Euskadi (EMK), partido que en las ¨²ltimas elecciones pidi¨® el voto para HB. "Sin pretender ser pesimistas o aguafiestas", dice el autor del articulo, "afirmamos que hoy d¨ªa la negociaci¨®n con el poder central es una v¨ªa cerrada. En modo alguno", sigue el articulo, "nos parece criticable que HB hable de negociaci¨®n... hablar de negociaci¨®n nos parece un recurso v¨¢lido para combatir el cerco al que se quiere someter a la izquierda abertzale para enfrentarse a la campa?a de opini¨®n p¨²blica que presenta a HB y a ETA como unas fuerzas sanguinari as, destructivas, fascistas, etc¨¦tera. Sin embargo, una cosa es hablar ( ... ) de disposici¨®n de HB para la negociaci¨®n y otra afirmar ( ... ) que una negociaci¨®n digna y Positiva para las fuerzas populares vascas est¨¢ al alcance de la mano. Una cosa es aparecer ante la gente con una actitud abierta ( ... ) y otra suscitar entre las gentes de izquierda falsas ilusiones sobre las perspectivas reales que la situaci¨®n actual ofrece. Lo primero nos parece razonable. Los segundo, peligroso".
Desacuerdo latente
Sin embargo, seg¨²n Javier Garayalde, no habr¨ªa que descartar la segunda hip¨®tesis: la de una voluntad sincera por parte de un sector de los milis de negociar desde posiciones de fuerza. En la pr¨¢ctica, no obstante, una y otra postura "tienden a identificarse, en la medida en que pretender negociar desde posiciones que de hecho cierran el paso a cualquier di¨¢logo es casi lo mismo que no querer negociar". Por ello, si lo que ocurre es que, "como en ocasiones anteriores, existen divergencias internas al respecto en ETA, o en HB, o entre ETA y HB, y la forma de resolverlas es la pretendida v¨ªa intermedia de mantener la perspectiva de la negociaci¨®n, pero reforzando a la vez la ofensiva militarista, el resultado favorecer¨¢ en la pr¨¢ctica a quienes no quieren negociar. No ser¨¢, pues, una v¨ªa intermedia, sino la v¨ªa de quienes piensan que no tienen nada que ganar negociando".
"La l¨®gica militarista y la l¨®gica pol¨ªtica s¨®lo pueden tener puntos de contacto", piensa Erreka, "en una situaci¨®n de guerra cl¨¢sica entre dos ej¨¦rcitos". Dando por supuesto que "s¨®lo desde una mentalidad delirante puede compararse la situaci¨®n de Euskadi con una guerra de este tipo". La contradicci¨®n de ETA es que "pretenda una negociaci¨®n pol¨ªtica desde un planteamiento militar que en ning¨²n momento tiene en cuenta la relaci¨®n de fuerzas a nivel pol¨ªtico".
Si el problema es un desacuerdo latente entre ETA por una parte y HB por otra -posibilidad apuntada en algunos medios vascos-, Erreka piensa que "ese no ser¨ªa un problema grave, porque en ese mundo siempre ha estado claro, para desesperaci¨®n de te¨®ricos y doctrinarios, que a la hora de la verdad manda quien manda, es decir, los que tienen las ar¨ªrias". La negociaci¨®n se e?nfrentar¨ªa, en ese sentido, a una contradicci¨®n: por una parte, es muy dif¨ªcil una negociaci¨®n pol¨ªtica con una organizaci¨®n que se define expl¨ªcitamente como exclusivamente militar, y cuya actuaci¨®n viene regida por criterios ¨²nicamente log¨ªsticos y militares, lo que implica una tendencia a que los medios se conviertan en fines en s¨ª mismos. En ese sentido, la negociaci¨®n s¨®lo ser¨ªa posible con HB. Pero, por otra parte, cada vez parece m¨¢s claro que HB como tal, cuya existencia y peso pol¨ªtico no depende de sus planteamientos o pogramas -inexistentes-, sino de su papel de portavoz de ETA, tiene poco que ganar con una negociaci¨®n cuyo desenlace fuera el abandono de la lucha armada. De ser cierta esta hip¨®tesis, los milis estar¨ªan personalmente m¨¢s interesados en la b¨²squeda de una salida negociada que supusiera a medio plazo o largo plazo su reintegraci¨®n en la vida civil que unos dirigentes pol¨ªticos que ver¨ªan reducido a casi cero su papel social e influencia pol¨ªtica si ETA dejase de dar tiros.
La cuesti¨®n de con qui¨¦n negociar estar¨ªa por ello muy determinada por el problema qu¨¦ negociar. En opini¨®n de Manu Escudero, autor de un libro, Euskadi: dos comunidades, que ha dado ocasi¨®n a una intensa pol¨¦mica que sigue de actualidad en el Pa¨ªs Vasco, "la ¨²nica negociaci¨®n posible en la pr¨¢ctica es aqu¨¦lla que contemple la posibilidad de reinserci¨®n social de unas personas que han practicado la violencia". Una negociaci¨®n sobre puntos pol¨ªticos -los de la alternativa KAS, por ejemplo- no ser¨ªa posible, en opinion de Escudero, "porque supondr¨ªa que unos determinados planteamientos son aceptados no por su justeza o el apoyo electoral con que cuenta, sino porque tambi¨¦n son defendidos por los partidarios de la violencia. Ello equivaldr¨ªa a considerar que la raz¨®n de una causa no reside en los fines que proclama o el apoyo con que cuenta, sino en el calibre de las armas que la sustentan".
Una frase de Monz¨®n
Ese punto de vista criticado por Escudero pod¨ªa venir simbolizado por la frase que el desaparecido Telesforo Monz¨®n sol¨ªa repetir, con su lenguaje po¨¦tico tradicional, en los m¨ªtines en que interven¨ªa: "Que si el ruido de las campanas molesta, con quien hay que hablar es con el campa?ero, y no con el alcalde o el p¨¢rroco".
Ese punto de vista ser¨ªa, en opini¨®n de Manu Escudero, inaceptable, ya que resultar¨ªa caricaturesco que, por ejemplo, se pretendiera dar por hecho la integraci¨®n de Navarra en la autonom¨ªa vasca -opci¨®n que HB considera incuestionable, al margen del pronunciamiento de los navarros- por el hecho de que as¨ª lo proclaman los violentos. Lo mismo cabr¨ªa decir de otras reivindicaciones de la alternativa KAS, que no es sino la alternativa de una parte de la poblacion, y concretamente, seg¨²n las ¨²ltimas elecciones, de aproximadamente el 11 % de la poblaci¨®n vasca". Ello no significa, sin embargo, que "algunas reivindicaciones concretas, como por ejemplo la legalizaci¨®n de los partidos independentistas que acepten defender sus objetivos pac¨ªficamente no deban ser a¨²n asumidas por un Gobierno socialista, pero no en funci¨®n de que figuren o no en el programa de ETA o de HB, sino por ser una justa reivindicaci¨®n democr¨¢tica".
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