La ma?ana siguiente
En la ma?ana siguiente al entusiasmo de cada elecciones nacionales llega la resaca. Los problemas olvidados por los supervivientes contin¨²an en sus despachos y empiezan a llegar los papeles.Es dif¨ªcil creer que tantos pol¨ªticos, incluido el presidente de Estados Unidos, puedan haber hablado en las ¨²ltimas semanas de tantas cosas a tanta gente sin pronunciar ni un solo discurso, que nadie recuerde, sobre los problemas de los a?os por venir.
Las elecciones midterm locales, distritales y estatales no son buenas plataformas de problemas nacionales, mundiales o filos¨®ficos. Los candidatos gastan fortunas culp¨¢ndose unos a otros del desempleo en Estados Unidos, de la situaci¨®n de la siderurgia y de la industria del autom¨®vil, del descenso de la productividad. Esto produce noticias y, desde luego, contribuye a ganar votos, pero no tiene mucho. sentido.
Porque los problemas de ¨¦sta y de todas las otras naciones del mundo son mucho m¨¢s serios que todo eso. La gente no encuentra trabajo en Estados Unidos, las empresas caen a un ritmo sin precedentes, no principalmente porque Ronald Reagan quiera a los ricos y odie a los pobres -aun que a veces, olvide la diferencia-, sino por que ¨¦l mundo est¨¢ cambiando, m¨¢s deprisa de lo que nosotros podemos cambiamos.
Por primera vez en la historia nos encontramos con una econom¨ªa mundial que lucha contra los intereses y las leyes nacionales. Y mientras las compa?¨ªas multinacionales estadounidenses operan por todo el mundo, los norteamericanos conducen sus toyotas escuchando en sus sonys que Detroit ya no es la capital automovil¨ªstica del mundo.
Esto es algo completamente nuevo. Vivimos en un per¨ªodo revolucionario en el que todo est¨¢ en un dif¨ªcil equilibrio. El inquieto pueblo norteamericano se desplaza, como de costumbre, hacia el Oeste y el Sur. Pero Nueva Inglaterra, a la que se supon¨ªa muerta a causa del colapso de la industria textil, ha vuelto a la vida con la fabricaci¨®n de computadoras.
No se ha discutido seriamente durante la campa?a este tema, esta transformaci¨®n del mundo. Transformaci¨®n realizada no por los pol¨ªticos sino por los m¨¦dicos, que preservan la vida en su comienzo y prolongan su final. Y por los cient¨ªficos, que han provocado una revoluci¨®n en las comunicaciones y difunden a todo el mundo, a trav¨¦s de la radio y la televisi¨®n, que el hambre no es inevitable, que se puede evitar.
En este proceso hemos perdido el control de nuestra frontera sur, a lo largo de r¨ªo Grande y del Caribe, y tenemos ahora en el pa¨ªs m¨¢s extranjeros en situaci¨®n ilegal que desempleados.
El problema es lo que el presidente har¨¢ despu¨¦s de que analice los resultados de las elecciones y si huir¨¢ del circuito del vodevil pol¨ªtico para ocuparse, durante los dos ¨²ltimos a?os de su mandato, de estas cuestiones de pol¨ªtica econ¨®mica y exterior. Las perspectivas no son muy estimulantes.
Reagan advirti¨® al Congreso que cuando concluyese la campa?a presentar¨ªa ante la C¨¢mara parasu discusi¨®n, hacia finales de noviembre, una serie de puntos relacionados no con estas cuestiones mundiales, sino con cinco problemas no resueltos de pol¨ªtica nacional. Entre ellos, la aprobaci¨®n de cinco expedientes de apropiaci¨®n, la reconsideraci¨®n de una enmienda constitucional sobre, equilibrio presupuestario, nuevas leyes sobre la pobreza rural y un proyecto para estimular la producci¨®n industrial del pa¨ªs.
No se trata exactamente de algo que el Congreso saliente vaya probablemente a acoger con gratitud como agenda del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias, o que el nuevo Congreso vaya a aprobar despu¨¦s del receso de Navidades. Pero el presidente insistir¨¢ en ello y ha amenazado adem¨¢s con utilizar el veto contra cualquier medida contra el presupuesto que los dem¨®cratas propongan. As¨ª pues, lo m¨¢s probable es que durante las pr¨®ximas semanas el Congreso est¨¦ ocupado en un forcejeo entre los dos partidos despu¨¦s de que sus dirigentes analicen las consecuencias de las elecciones y empiecen a hacer planes para la confrontaci¨®n presidencial de 1984. Ahora bien, qu¨¦ hacer con la Uni¨®n Sovi¨¦tica acerca del control de las armas nucleares; sobre la crisis de Oriente Pr¨®ximo; sobre el mantenmiento de los marines en aquella regi¨®n; sobre la disputa con los aliados europeos a prop¨®sito del comercio con la Uni¨®n Sovi¨¦tica; sobre los problemas de Pek¨ªn, que habla ahora de una reconciliaci¨®n con Mosc¨². Ninguno de estos temas figura en la agenda del presidente para su discusi¨®n con el Congreso, aunque todos ellos requieran un entendimiento entre los partidos de acuerdo con el nuevo equilibrio de poder en la C¨¢mara de Representantes y el Senado.
Tras la resaca de las elecciones, cuando todos ellos olviden las estupideces que dijeron durante la campa?a, quiz¨¢ se sienten a debatir seriamente los principales problemas de un mundo cambiante. Pero no apostar¨ªa mi dinero a que lo vayan a hacer.
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