Arconada, n¨²mero uno
Arconada est¨¢ en el punto de mira de escopeteros furtivos. Arconada est¨¢ en el subconsciente de quienes acopian mensajes subliminales de los poderes f¨¢cticos del deporte. Arconada, por su personalidad y su calidad deportiva, se ha convertido en un personje molesto para algunos. Antes del Mundial ya se le quiso poner en cuarentena. Del rid¨ªculo del equipo nacional que dirigi¨® Santamar¨ªa se le quiso hacer chivo expiatorio.Las actuaciones del cancerbero donostiarra se miran con lupa y basta el remate a bocajarro de un delantero contrario para que se diga que debi¨® salir a despejar. Basta con que env¨ªe el bal¨®n de un fuerte pu?etazo al medio campo para que se piense que era cosa de blocarlo. Cuando Arconada hace paradas como las dos del pasado mi¨¦rcoles en Irlanda, intervenciones que califican como extraordinario a un guardameta, hay silencios vergonzantes.
Arconada sigue siendo el n¨²mero uno entre los porteros espa?oles. Por ahora, no hay otro que posea personalidad. Para estar entre los palos hace falta, entre otras cosas, el carisma suficiente para potenciar la seguridad de los defensas. Y la autoridad moral que posibilite la obediencia a quien les dirige desde atr¨¢s.
Un cancerbero, adem¨¢s de especialista, es hombre que debe saber ver el juego y prevenir con sus indicaciones lo que puede suceder. Para ser titular en la selecci¨®n no basta hacer relaciones p¨²blicas con ciertos periodistas como hace alguno. Como en el caso de la mujer del C¨¦sar, adem¨¢s de ser bueno hay que parecerlo.
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