Esos liberales
Definir es tarea harto dif¨ªcil y a veces in¨²til, sobre todo cuando se trata de personas. Alguien dijo que la mejor definici¨®n de un individuo, como la de los pueblos, es su propia vida o historia. Esa, y no otra, es su aut¨¦ntica identidad y su mejor descripci¨®n.Muy lejos de m¨ª definir lo que es el liberalismo y quienes lo representan en la Espa?a de hoy. S¨®lo quiero se?alar algunas facetas que parecen relevantes, y muy en especial en las presentes circunstancias, en las que lo liberal salta de aqu¨ª para all¨¢, y algunos dicen, con cierta altaner¨ªa, que tienen talante liberal porque, afortunadamente, lo del liberal frustrado muri¨® en la noche de los tiempos.
El liberalismo es, ante todo y a la vez, una teor¨ªa, una doctrina, un programa y un comportamiento. Es la fusi¨®n de un logos y una praxis.
Los que separan de este todo una de sus partes est¨¢n haciendo algo diferente de lo que se entiende por liberalismo. Es vacuo, carente de todo sentido, a veces confuso y otras malintencionado, afirmar que se tiene talante o inclinaciones liberales, o que los programas de partido est¨¢n impregnados de liberalismo, sin asumir el resto de su conjunto te¨®rico y doctrinal.
Hemos visto que algunos partidos conservadores -los casos de Reagan o Margaret Thatcher- presumen en aspectos econ¨®micos de una conducta liberal, pero eso no es liberalismo. No hay en el liberalismo un eje pol¨ªtico y otro econ¨®mico, y aun, si se quiere, religioso o de costumbres.
El liberalismo supo ser, y es, la convergencia para construir una doctrina aut¨®noma de su interpretaci¨®n de la libertad. Esa es su quintaesencia.. El centro de su atenci¨®n es la persona humana como medida del Universo, como hacedor de su propio devenir, en el pleno ejercicio de sus libertades, con el riesgo y responsabilidad inherentes. Toda persona, por el mero hecho de serlo, es algo muy importante. He aqu¨ª, por tanto, el meoIlo del liberalismo, la autonom¨ªa del individuo, la primac¨ªa de Ia sociedad sobre el Estado.
El liberalismo ha tenido, y tiene, muchos detractores, tanto en Espa?a como en otros pa¨ªses. No solamente a los pol¨ªticos liberales, sino tambi¨¦n a su ideolog¨ªa. Quedan fuera de este art¨ªculo los principales ataques que el liberalismo ha tenido y soporta todav¨ªa hoy, aunque volver¨¦ sobre ellos, porque me parecen importantes, para centrarme en algunos rasgos diferenciales del liberalismo espa?ol de ahora, no solamente de otros partidos pol¨ªticos, sino de actividades filos¨®ficas o del pensilmiento en general. Entre ellos, he aqu¨ª algunos.
El liberalismo supuso un gran riesgo para la sociedad a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, que lleg¨® a cuajar en revoluci¨®n y a modificar el orden establecido. Pisado el tiempo, ese riesgo fue asumido. La libertad y la democracia est¨¢n en la mayor parte de los programas pol¨ªticos.
Ese riesgo propio del liberalismo tiene que ser hoy, por tanto, renovado. Radica, fundamentalmente, en la profundizaci¨®n de las libertades. Que nadie crea que ¨¦sta es una frase vana. Est¨¢ llena de contenido y su enunciado podr¨ªa atemorizar a algunos partidos, incluso de izquierdas. He tenido experiencias recientes en el Consejo de Europa sobre lo que aqu¨ª afirmo.
Este riesgo no resulta f¨¢cil plasmarlo en programas pol¨ªticos, pero los liberales sabemos que el miedo es conservador y, sobre todo, reaccionario, y que la libertad significa, entre otras muchas cosas, confianza en uno mismo.
Este riesgo n¨® es inconsciencia o desvar¨ªo, sino todo lo contrario. Sin riesgo no hay progreso. He aqu¨ª uno de los meollos de la cuesti¨®n. Progreso, que no necesariamente progresismo. Libres, pero no liberados. Progreso en lo cultural y en lo material; por eso se propugna el avance tecnol¨®gico. El bienestar econ¨®mico es consustancial a las democracias liberales. Un alto nivel de vida es algo que se consigue en el ejercicio de las libertades. La libertad, en el concepto liberal, es una fuente de riqueza material y cultural.
El bienestar y la cultura tienen en el liberalismo un papel definitivo y separado del de otras ideolog¨ªas. Una cultura ni selectiva ni discriminatoria, porque, independientemente de su creador, est¨¢ la belleza de la obra de arte o la profundidad de su pensamiento.
Es cierto que una de las caracter¨ªsticas del liberalismo es su doctrina econ¨®mica, a veces manipulada y otras a?adida a programas no liberales. Simplemente quiero aqu¨ª recordar que los liberales quieren una sociedad competitiva basada en la iniciativa privada, con un recorte claro y un control espec¨ªfico de la actividad p¨²blica y del gasto del Estado. Por ejemplo, en Espa?a propugnamos una pol¨ªtica presupuestaria que semeje en todo el programa econ¨®mico y social de un Gobierno. El presupuesto espa?ol, en su elaboraci¨®n, presentaci¨®n por el Gobierno y debate en las Cortes, sigue una liturgia preconciliar.
Liberalismo es contrario a corporativismo. Si en la vida pol¨ªtica -nadie lo discute- existe el pluralismo, tambi¨¦n existe en la sociedad. Las instituciones permanentes del Estado, los grupos de presi¨®n, las iglesias, los credos, los sindicatos, las asociaciones, las c¨¢maras y un largo etc¨¦tera cumplen diferentes misiones a las de los partidos pol¨ªticos. Personas de diversas ideolog¨ªas pueden estar en una misma asociaci¨®n cultural o religiosa, o pertenecer a un mismo sindicato.
Cu¨¢ntas veces este hecho inconcluso ha sido desconocido e ignorado por nuestras Cortes Generales. Joaqu¨ªn Garrigues dijo que "a este paso los espa?oles ¨ªbamos a tener diversos estatutos debajo del brazo izquierdo para poder levantar el brazo derecho con m¨¢s facilidad".
Los liberales de hoy han sido unos grandes defensores del Estado de las autonom¨ªas por razones pol¨ªticas e ideol¨®gicas. La parcelaci¨®n del poder, el escribirlo con min¨²scula y en plural -poderes locales y regionales-, es algo que est¨¢ en lo m¨¢s profundo del pensamiento liberal.
El liberal espa?ol de hoy es laico. Laico no quiere decir anticlerical. Un liberal es antinada. Su inclinaci¨®n hacia la religi¨®n o religiones es siempre respetuosa. La fe es algo misterioso que escapa a la raz¨®n y cuyos pensamientos est¨¢n fuera de los c¨¢lculos humanos. El destino no se hace en las rodillas de los dioses: son los hombres los que lo fabrican. Por eso en pol¨ªtica no se intenta ilusionar a los electores, porque es juego de prestidigitadores, ni siquiera darles esperanzas, porque es obra de los dioses, sino infundir confianza, que es ardua tarea humana.
Todas estas ideas tan esquem¨¢ticamente enumeradas, y muchas otras que se podr¨ªan a?adir, demarcan y diferencian a los liberales espa?oles de otras formaciones pol¨ªticas, aunque algunas de ellas usen a su antojo la palabra liberal.
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