La polic¨ªa italiana descubre una importante red de traficantes de armas vinculados a las drogas y a grupos terroristas
La redada de traficantes de armas realizada por los jueces de Mil¨¢n en d¨ªas pasados, y que ha llevado a la c¨¢rcel a 210 personas, podr¨ªa tener serias repercusiones. El cerebro de esta imponente operaci¨®n, que vend¨ªa desde pistolas hasta ca?ones a cambio de hero¨ªna, ten¨ªa las oficinas de su empresa fantasma -La Stiba- nada menos que en el segundo piso del edificio del Banco Ambrosiano de Mil¨¢n, cuyo presidente era el suicidado Roberto Calvi.
Y por si esto fuera poco, en el piso de abajo viv¨ªa el ex vicepresidente del Ambrosoano, Roberto Rosone, que fue v¨ªctima de un atentado en el que result¨® gravemente herido uno de sus atacantes, Danilo Abbroiati, un traficante que vend¨ªa armas a Nigeria.La posibilidad de que este tr¨¢fico clandestino de armas entre Italia y Oriente Pr¨®ximo pueda estar relacionado con el terrorismo, con la Mafia, con la Logia P 2 y con el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi ha provocado un gran revuelo en el mundo pol¨ªtico y varios diputados han presentado ya preguntas en el Parlamento.
Seg¨²n el juez de Trento que investiga el caso, Carlo Palermo, de 34 a?os y considerado, como uno de los magistrados m¨¢s valientes de este pa¨ªs, las armas, que eran compradas, sobre todo, en Alemania, Suiza y Estados Unidos, se encaminaban despu¨¦s "a todo el Tercer Mundo", y en muchos casos "eran pagadas con droga". Seg¨²n ha declarado este juez, que ha investigado en secreto durante casi dos a?os, en colaboraci¨®n con el FBI y los servicios de seguridad militares italianos, algunos de los detenidos "est¨¢n tambi¨¦n acusados de terrorismo".
?De qu¨¦ color? "De todos", respondi¨® el juez Palermo, afirmando: "Cuando a un grupo terrorista le sirven las armas, las compra a quien puede".
El cerebro de la operaci¨®n, encarcelado
La cantidad de armas que manejaba esta organizaci¨®n era ingente. El juez ha hablado de "millones de toneladas". Y vend¨ªan de todo: pistolas, ca?ones, carros de combate, helic¨®pteros. Los carros eran Leopard y los helic¨®pteros eran los americanos 209 Ahigo, lo que demuestra palpablemente la finalidad b¨¦lica.
El cerebro de toda esta operaci¨®n est¨¢ en la c¨¢rcel de Mil¨¢n, junto con su esposa. Se trata del ciudadano sirio Henry Arsan, de setenta a?os, considerado uno de los mayores traficantes de armas de todo el mundo, hombre poderoso en Estados Unidos, donde estudia su hijo de dieciocho a?os. La otra hija la tiene en un colegio suizo. Su esposa, detenida como c¨®mplice, es la italiana Giovanna Morandi. Antes hab¨ªa estado casado con una mujer del este europeo, de la que se encuentra divorciado.
Arsan hab¨ªa desembarcado en N¨¢poles hace veinte a?os, pero en seguida se traslad¨® al norte de Italia, donde vivi¨® primero en Cremona y despu¨¦s en Varese, pero sus oficinas las ten¨ªa en Mil¨¢n, sobre el Banco Ambrosiano.
A esta operaci¨®n de tr¨¢fico clandestino de armas y hero¨ªna, que podr¨ªa acabar en asunto Pol¨ªtico, el juez Palermo pudo llegar a trav¨¦s de una investigaci¨®n de 1980, tras la detenci¨®n de Carlo Kofler, que traficaba en droga y estaba vinculado con el terrorismo nacionalista del Alto Adigio.
La droga fue descubierta en casa de Kofler y en la de otros dos personajes amigos suyos: Herbert Oberhofer, un ciudadano alem¨¢n considerado como un colaborador de los servicios secretos italianos, y Giorgio Molon, un exponente del hampa de Verona.
Pero Carlo Kofler fue asesinado en la c¨¢rcel. Le cortaron el cuello con una navaja, pero antes le hab¨ªan traspasado el coraz¨®n con una aguja larga, asesinato ritual de estilo oriental, principalmente en ambientes turcos. A partir de entonces, el magistrado empez¨® a investigar en estos ambientes y consigui¨® llegar al coraz¨®n de la organizaci¨®n. Y fueron a la c¨¢rcel personajes importantes. Despu¨¦s, el magistrado se encontr¨® con el regalo de un turco arrepentido, llamado Akkaia, que le permiti¨® llegar hasta el gran organizador, el sirio Henry Arsan.
Pero este es s¨®lo el primer cap¨ªtulo de una brillante operaci¨®n. Ahora empieza el segundo y m¨¢s dif¨ªcil: las implicaciones con ese otro mundo misterioso, en el que se entrecruzan pol¨ªtica, Mafia, terrorismo y servicios secretos. El juez de Trento est¨¢ dispuesto a seguir tirando de la manta. Y para ello hace falta mucha valent¨ªa, porque sabe que se mueve en un terreno muy resbaladizo y sumamente peligroso
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