Los Monty Python aprovechan su ¨¦xito
El grupo humor¨ªstico ingl¨¦s Monty Python es claramente popular en Estados Unidos. Se deduce, al menos del entusiasmo del p¨²blico que abarrot¨® el local del Hollywood Bowl, donde los seis caricatos actuaron en directo, realizando un buen n¨²mero de parodias, ilustradas con breves filmaciones que permitieran su necesario cambio de vestuario.La pel¨ªcula que ahora se estrena en Espa?a no es m¨¢s que el reportaje de aquel espect¨¢culo: una f¨®rmula muy propia de la televisi¨®n pero que se exhibe en gran pantalla sin precisarle al espectador qu¨¦ es exactamente lo que va a ver.
Ironizan sobre los viajes tur¨ªsticos organizados por agencias, sobre el repertorio de t¨®picos de los adultos frente a la gente joven, sobre los fil¨®sofos de la antig¨¹edad, a quienes enfrentan en un partido de f¨²tbol; inventan tambi¨¦n unas extra?os despachos especializados en encontrar nuevas formas de andar o en facilitar a los clientes desahogos de discusiones o insultos; explican las distintas formas de lanzar tartas a la cara de los enemigos... Espor¨¢dicamente, aparecen filmaciones en las que ellos interpretan cuentos infantiles (el de Caperucita, por ejemplo, obviamente transformada en una mujer fuerte, frente al inocente lobo feroz), aunque otros se refieren a dibujos animados.
Monty Python en Hollywood
Direcci¨®n: Terry Hughes y los miembros del grupo Monty Python. Gui¨®n e interpretaci¨®n de Graham Chapman, John Cleese, Terry Gill¨ªam, Eric IdIe, Terry Jones y Michael Palin. Secuencias filmadas de lan MacNaughton. Documental. Norteamericana, 1982. Local de estreno: Madrid 1.
Un espect¨¢culo que, en directo, fue probablemente divertido para los espectadores norteamericanos, pero que, a juzgar por las reacciones del p¨²blico espa?ol de estreno, no se prolonga con la misma gracia en sus im¨¢genes filmadas: la buena disposici¨®n previa fue trastoc¨¢ndose en evidente desilusi¨®n aunque, de vez en cuando, alg¨²n gag despertaba las sonrisas colectivas.
Grabaci¨®n en v¨ªdeo
Cinco c¨¢maras de v¨ªdeo fueron grabando la actuaci¨®n de Monty Python. No siempre bien manejadas, producen encuadres raros, con personajes amputados o torpemente seguidos en sus movimientos bruscos. Es l¨®gico que as¨ª sea para cualquier emisi¨®n televisiva en directo; m¨¢s discutible en una pel¨ªcula, que precisar¨ªa de un tratamiento cinematogr¨¢fico m¨¢s cuidado.Esa improvisaci¨®n se prolonga a los subt¨ªtulos castellanos, que no traducen los m¨²ltiples juegos de palabras de los payasos ingleses. Hay momentos de desconcierto entre los espectadores de nuestro pa¨ªs ante la incomprensi¨®n de lo que Monty Python declaman; en otras ocasiones, los subt¨ªtulos ingleses, destinados a que se coreen las canciones, quedan suciamente cubiertos por otros castellanos, que llegan tarde.
Los incondicionales del grupo humor¨ªstico son los mejores destinatarios de este discutible producto. El sorprendente ¨¦xito de La vida de Brian en Espa?a no se ha prolongado en otras pel¨ªculas de los mismos directores. Los caballeros de la mesa cuadrada y La bestia del reino se han mantenido en cartel durante mucho menos tiempo. Lo cierto es que eran t¨ªtulos a¨²n menores. La mejor pel¨ªcula, obra del grupo, aunque, en realidad, s¨®lo obra de uno de sus miembros, Terry Gilliam, fue, sin duda, Los h¨¦roes del tiempo. Tampoco fue una pel¨ªcula aclamada, aunque su capacidad imaginativa estaba muy por encima de ese vago y f¨¢cil humor, de chistes t¨®picos, con que han marcado su trayectoria fundamental. En ella se basa esta nueva entrega.
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