Los gastos militares, la paz y el desarme
Nadie en Espa?a, desde las instituciones democr¨¢ticas o desde los partidos pol¨ªticos mayoritarios, a la derecha o a la izquierda, se ha atrevido a plantear siquiera un interrogante, siquiera una reserva frente al programa militar quinquenal que va a devorar la nada despreciable cifra de 2,5 billones de pesetas en los pr¨®ximos a?os.Cuando el paro, el estancamiento econ¨®mico y el empobrecimiento real de sectores enteros de nuestra sociedad est¨¢n marcando el presente y van a marcar el futuro inmediato, cientos de miles de millones de pesetas van a invertirse en el programa FACA, en virtud de esa panacea llamada modernizaci¨®n de nuestras Fuerzas Armadas, sin que haya mediado el menor atisbo de debate p¨²blico y parlamentario acerca de cu¨¢les son las amenazas reales de nuestra seguridad que justifican tales gastos.
La OTAN
Con planteamientos similares, el ¨²ltimo Gobierno Calvo Sotelo, con la inestimable ayuda del PNV y otras fuerzas, ha tenido la desfachatez de meternos en la OTAN, despreciando ol¨ªmpicamente a la opini¨®n p¨²blica, literalmente puesta en pie para oponerse a tal designio, solamente explicable desde los intereses de EE UU y de aquellos Gobiernos atlantistas europeos encantados de compartir con un nuevo socio los crecientes gastos militares de la Alianza -eso s¨ª, a cambio de nada- y anulando todo resquicio de pol¨ªtica exterior inspirada en la neutralidad.
A nivel internacional ocurre, m¨¢s o menos, lo mismo. El poderoso movimiento pacifista que est¨¢ surgiendo en todo el mundo es abiertamente tachado desde los estados mayores de ambas alianzas (OTAN y Pacto de Varsovia) como simples productos de los servicios de espionaje del bloque contrario, manipulado, antisocial e irresponsable. ?Tiene esta acusaci¨®n alg¨²n sentido?
Seg¨²n el Centro para el Desarme de las Naciones Unidas, en 1982 van a invertirse en el mundo 500.000 millones de d¨®lares en armamento. Mientras la Uni¨®n Sovi¨¦tica contin¨²a su programa de instalaci¨®n de misiles nucleares SS-20, moderniza sin cesar su aparato militar y mantiene un ej¨¦rcito completo en Afganist¨¢n, violando los m¨¢s elementales principios que rigen la vida internacional; por su parte, Estados Unidos y sus aliados europeos se proponen sembrar el suelo europeo de centenares de nuevos misiles Pershing, Cruise y, en un escalada sin precedentes en la demencial carrera, se disponen a desplegar una nueva generaci¨®n de misiles intercontinentales MX y redoblar su pol¨ªtica de gendarme en su zona de influencia.
Los hombres y mujeres con sentido com¨²n, en cualquier parte del mundo en que se encuentren, no pueden permitir que contin¨²e esta locura: la carrera armamentista y el equilibrio nuclear del terror no solamente no garantizan la paz, sino que amenazan, m¨¢s que nunca, con desembocar en un holocausto nuclear. Nunca como hoy, el equilibrio entre el hombre y la naturaleza ha estado tan amenazado de forma irreversible por el sistema militar-industrial imperante al Este y al Oeste.
Recientemente se ha celebrado la Semana del Desarme, propiciada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Su objetivo no es otro que el de sensibilizar, movilizar a la opini¨®n p¨²blica y crear un ambiente favorable al cese de la carrera armamentista y al progreso de las negociaciones.
Nosotros estamos profundamente convencidos de la necesidad vital de hacer progresar este movimiento. Por ello, somos parte integrante del comit¨¦ permanente de la Convenci¨®n Europea para el Desarme Nuclear, plataforma que agrupa al movimiento pacifista europeo en su conjunto, y que se propone, desde ya, la desnuclearizaci¨®n de Europa y la colaboraci¨®n con todos los pacifistas del mundo en favor de los objetivos superiores del desarme nuclear global.
Vamos, pues, a impulsar la participaci¨®n en la pr¨®xima convenci¨®n europea, que se celebrar¨¢ en Berl¨ªn Occidental en mayo de 1983, de todos aquellos sectores que ya hoy, en Euskadi como en el resto del Estado, se movilizan por la paz y el desarme, contra el militarismo interior y exterior.
Un amplio movimiento en Euskadi
Estoy seguro de que podemos poner en pie, entre todos, un amplio movimiento en Euskadi, por encima de las diferencias pol¨ªticas, ideol¨®gicas o religiosas que nos separen, capaz de contribuir desde aqu¨ª a ese gran movimiento que se alza en el mundo y del que depende la posibilidad misma de supervivencia de la humanidad.
Yo dir¨ªa, por ¨²ltimo, que no podemos quedar al margen de esta cita con la historia ni podemos desligar nuestra lucha por una sociedad m¨¢s libre y m¨¢s justa, sin presos, sin violencia y sin represi¨®n, de esta otra lucha por una nueva civilizaci¨®n basada en la paz y en la cooperaci¨®n entre los pueblos.
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