El presidente Figueiredo comparte con tres personalidades de la izquierda el ¨¦xito de las elecciones en Brasil
El Gobierno invent¨® el sistema de vinculaci¨®n del voto para aprovechar la influencia de sus autoridades locales, s¨®lidamente instaladas en todas las regiones del pa¨ªs. Consist¨ªa en que s¨®lo se pod¨ªa votar por candidatos de un mismo partido. Si en una misma c¨¦dula se inscrib¨ªan nombres de partidos diferentes, todo el voto era nulo. En esta forma, el poblador que deseaba apoyar a un personaje de su barrio, al hombre que le hab¨ªa conseguido un terreno para edificar su casa o que hab¨ªa hecho colocar un servicio de primeros auxilios m¨¦dicos a la vuelta de la esquina, no ten¨ªa m¨¢s remedio que votar hacia arriba, en su c¨¦dula, por candidatos de la misma filiaci¨®n pol¨ªtica -es decir, candidatos oficialistas puesto que s¨®lo el Gobierno consegu¨ªa cosas pr¨¢cticas en estos a?os-, o dejar su c¨¦dula sin cabeza.La c¨¦dula sin cabeza fue bautizada por la imaginaci¨®n brasile?a como voto camar¨®n. S¨®lo se come la cola de los opulentos camarones de Brasil. La cabeza se tira a la basura. Se previ¨® que la presi¨®n de los poderes locales determinar¨ªa inflaci¨®n de votos gobiernistas, gran abundancia de votos camarones y mucha votaci¨®n nula.
Madurez c¨ªvica
Las previsiones no se cumplieron. A pesar de la dificultad del sistema, hubo alta participaci¨®n electoral y una proporci¨®n bastante baja de votos nulos. El pueblo brasile?o estudi¨® el sistema y acudi¨® a las urnas con notable madurez c¨ªvica.El antiguo escepticismo, que condujo en el pasado a votar por un habitante del jard¨ªn zool¨®gico, no s¨¦ si elefante o hipop¨®tamo, llamado Cacareco, no revivi¨®. En cambio, las complicaciones de la c¨¦dula electoral vinculada, unidas a las novedades de la computaci¨®n electr¨®nica, produjeron s¨ªtuaciones kafkianas en el recuento.
En una etapa determinada, dado el ritmo de trabajo de los tribunales electorales de R¨ªo, un periodista calcul¨® que los result¨¢dos oficiales s¨®lo saldr¨ªan en ocho meses, mucho despu¨¦s de la fecha de toma de posesi¨®n de las nuevas autoridades, fijada por la ley para el 15 de marzo de 1983.
A finales de la semana pasada, para dar un solo ejemplo, el tribunal de R¨ªo empez¨® a entregar datos imposibles: a medida que aumentaban los votos computados, disminu¨ªa el n¨²mero de las c¨¦dulas en blanco y de las nulas. El t¨¦cnico encargado de alimentar las m¨¢quinas admiti¨® que hab¨ªa cometido un error b¨¢sico de programaci¨®n.
D¨ªas atr¨¢s, el asunto provocaba nerviosismo y acusaciones de fraude. Ahora s¨®lo serv¨ªa para estimular el humorismo carioca. Las tensiones hab¨ªan desaparecido. Moreira Franco, candidato oficialista al cargo de gobernador de R¨ªo, hab¨ªa reconocido, a mediados de la semana el triunfo de Leonel Brizola, en telegrama que le daba el trato de "vuestra excelencia", y dec¨ªa que "las elecciones representaron el momento hist¨®rico del reencuentro de Brasil con la democracia, consagrando el liderazgo del presidente Figueiredo y su empe?o en cumplir el compromiso contra¨ªdo con la naci¨®n".
Aparte de los tribunales electorales oficiales, los principales peri¨®dicos y las cadenas de televisi¨®n llevaban procedimientos de computaci¨®n propios. Al final de la semana, el cuadro general empezaba a verse claro. El oficialismo ganaba los Gobiernos de doce Estados, frente a diez de la oposici¨®n. Era un triunfo con mucho sabor a derrota, una nueva correlaci¨®n de fuerzas en el pa¨ªs. Los Estados principales, que representan alrededor del 80% de la econom¨ªa brasile?a, entre ellos S?o Paulo, Minas Gerais, R¨ªo de Janeiro, pasaban a manos opositoras. Los gobernadores de oposici¨®n obten¨ªan una suma total de 11.926.000 votos. Los del PDS, del Gobierno, 7.642.000.
En la C¨¢mara federal, el Gobierno s¨®lo conseguir¨¢ una mayor¨ªa relativa, con 234 diputados -se necesitan 240 para formar mayor¨ªa absoluta-, y en el Senado queda con 46 senadores, dentro de un total de 69. S¨®lo se renovaba una tercera parte del Senado, y todav¨ªa existen los llamados senadores bi¨®nicos, designados por decreto del r¨¦gimen.
Ahora hay que prestar atenci¨®n a otro aspecto del problema, parte esencial del casuismo inventado por las autoridades de Brasilia. De acuerdo con la Constituci¨®n, la elecci¨®n presidencial de 1985 ser¨¢ indirecta y tendr¨¢ lugar dentro de un colegio surgido de las votaciones del 15 de noviembre. Las estimaciones definitivas, confirmadas por la Prensa y por todos los partidos, indican que el colegio electoral tendr¨¢ 358 delegados del PDS, frente a 328 de los cuatro partidos de oposici¨®n. Esto se debe a que el colegio estar¨¢ integrado por los parlamentarios federales y por seis representantes designados por cada una de las asambleas estatales.
Los Estados despoblados y remotos del Noreste, controlados con toda facilidad por Brasilia, enviar¨¢n el mismo n¨²mero de delegados que Estados como S?o Paulo, R¨ªo de Janeiro o Minas Gerais.
Neves, Montoro y Brizola
La oposici¨®n sale de las elecciones con tres figuras claves: Tancredo Neves, gobernador electo de Minas. Gerais; Franco Montoro, jefe de la Democracia Cristiana en el interior del PMDB y gobernador electo de S?o Paulo, y Leonel Brizola, jefe del PDT, agrupaci¨®n populista de izquierda, elegido gobernador de R¨ªo de Janeiro. M¨¢s all¨¢ del sensacionalismo que adquiri¨® la elecci¨®n en R¨ªo, los brasile?os se inclinaron por la oposici¨®n moderada, centrista. El hombre que parece destinado a dirigir la corriente opositora, con personalidad fuerte y madurez pol¨ªtica, que lo habilitan para combatir contra el Gobierno y tambi¨¦n para negociar de igual a igual, es Tancredo Neves. Franco Montoro, hombre inteligente, culto, de oratoria incisiva y austera, formar¨¢ un binomio poderoso con Neves. Por su parte, Brizola est¨¢ destinado a aglutinar a la izquierda, que se estima que representar¨¢ el 15% del electorado nacional, al menos por ahora.En el Gobierno, la ¨²nica figura popular y decisiva es el propio presidente, Jo?o Baptista de Figueiredo. Mantuvo su compromiso esencial y particip¨® de lleno en la campa?a, a pesar de que hace un a?o tuvo problemas cardiacos. Muchos, incluso en la oposici¨®n, piensan que fue el gran triunfador de estas jornadas.
Desde este momento, los principales jefes del oficialismo empiezan a presionar para que Figueiredo pueda ser reelegido, lo cual exige, una enmienda constitucional. El presidente no demuestra el menor inter¨¦s en ello, pero algunos insin¨²an que la campa?a electoral le dio, por primera vez en su vida, el gusto por la pol¨ªtica activa, en contacto real con el electorado y con las regiones.
La oposici¨®n, por su lado, presiona para que la elecci¨®n de 1985 se haga por votaci¨®n directa. Esto tambi¨¦n exige cambiar la Constituci¨®n.
La oposici¨®n no tiene fuerza parlamentaria para hacerlo, pero las elecciones le han dado, en la pr¨¢ctica, una capacidad de negociaci¨®n y un margen de maniobra que antes eran inimaginables.
Las conversaciones mantenidas con el presidente Reagan han sido decisivas, ya que est¨¢ en juego la gigantesca deuda externa de Brasil -en torno a los 80.000 millones de d¨®lares- complicada por la situaci¨®n financiera internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.