Una medida realista
AL IGUAL que hiciera Olof Palme en Suecia hace poco, meses, los socialistas espa?oles se han visto obligados a inaugurar su mandato con la depreciaci¨®n de la moneda problema que ven¨ªa arrastr¨¢ndose desde el verano y que hab¨ªa sido endosado a los ganadores de las elecciones por sus predecesores. Aunque la necesidad de medidas devaluatorias estaba siendo ya apuntada por los mercados de cambio en las ¨²ltimas semanas, la decisi¨®n de] nuevo equipo ministerial de afrontar con realismo este desaf¨ªo constituye un hecho elogiable.Durante los ¨²ltimos dos meses se hab¨ªa puesto de manifiesto que el mayor crecimiento de los precios espa?oles frente a los de los pa¨ªses de la CEE estaba afectando de modo negativo al vigor de nuestro sector exportador. De otro lado, algunas maniobras especulativas y la pol¨ªtica de intervenci¨®n en el mercado de cambios aplicada por el Gobierno Calvo Sotelo para defender la peseta estaba produciendo una enorme sangr¨ªa en nuestras reservas. Para contrarrestar esa situaci¨®n era preciso actuar con rapidez, pero tambi¨¦n con prudencia. La decisi¨®n de? Gobierno socialista es que, a partir del pr¨®ximo lunes, la peseta se cotice en el mercado de Madrid un 8% por debajo del ¨²ltimo cambio. Para decirlo con otras cifras: desde ma?ana, el Banco de Espa?a comprar¨¢ y vender¨¢ d¨®lares a un precio de 127,66 pesetas.
Aunque el problema es t¨¦cnicamente complejo, la magnitud de la depreciaci¨®n parece acertada. Dada su cuant¨ªa, no constituye una medida desleal para favorecer artificialmente nuestras exportaciones. De otro lado, un porcentaje m¨¢s elevado habr¨ªa tenido quiz¨¢ efectos perjudiciales de orden general sobre nuestra econom¨ªa, como consecuencia del alza en los precios de los productos importados, y hubiera aumentado la carga en pesetas de los cr¨¦ditos en divisas a devolver por muchas empresas espa?olas. Por lo dem¨¢s, hay indicios de que la fortaleza del d¨®lar con relaci¨®n a otras monedas comienza a remitir; caso de confirmarse esa tendencia, una depreciaci¨®n mayor de la peseta habr¨ªa sido imprudentemente in. necesaria. La referencia del ministro Boyer a que el nivel del tipo de cambio ser¨¢ fijado en el futuro por los mercados subraya el prop¨®sito gubernamental de no intervenir de manera permanente en la cotizaci¨®n de la peseta, en abierto contraste con lo sucedido durante los ¨²ltimos meses. Las autoridades econ¨®micas anuncian, de esta forma, su prop¨®sito de abandonar la pol¨ªtica, hasta ahora obsesiva, de seguir d¨ªa a d¨ªa el importe de los d¨®lares vendidos o de las alzas ocurridas en los tipos de inter¨¦s en el mercado de dinero, consecuencias ambas de la necesidad de apoyar el tipo de cambio de la peseta.
El Gobierno acompa?a la depreciaci¨®n con una medida complementaria de car¨¢cter monetario: la elevaci¨®n del coeficiente de caja. El aumento de un punto, desde el 5,75% al 6,75%, del total de los dep¨®sitos bancarios supone, en t¨¦rminos absolutos, el embalsamiento de unos 120.000 millones de pesetas. El prop¨®sito del Gobierno no es sino mantener el ritmo de crecimiento de la cantidad de dinero dentro de ese 13% de aumento anunciado en el debate de investidura por Felipe Gonz¨¢lez. La elevaci¨®n del coeficiente de caja, que demuestra la determinaci¨®n gubernamental de seguir una l¨ªnea de austeridad monetaria, repercutir¨¢ sobre los beneficios de los bancos comerciales e industriales, al esterilizar una parte de sus dep¨®sitos sin contrapartida remuneratoria. El peligro de un alza de los tipos de inter¨¦s est¨¢ a la vuelta de la esquina, pero es preciso tener en cuenta que la demanda de cr¨¦dito es peque?a y que un alza de los tipos ser¨ªa por eso injustificable. Los bancos tienen ahora la ocasi¨®n de prestar su anunciada contribuci¨®n a la batalla solidaria contra la crisis econ¨®mica, que exigir¨¢ una distribuci¨®n equitativa de las cargas y un esfuerzo de todos los grupos sociales y econ¨®micos, comenzando por los que m¨¢s tienen.
Una depreciaci¨®n termina siempre por repercutir de manera directa en el crecimiento de las exportaciones y de la producci¨®n y, por supuesto, en el nivel de empleo. Las alarmantes cifras de paro reflejadas en la ¨²ltima encuesta de poblaci¨®n activa se?alan la dram¨¢tica urgencia de enderezar el nivel de actividad de nuestra econom¨ªa. La depreciaci¨®n de la peseta es imprescindible para restablecer la competitividad exterior de nuestros sectores productivos y para conservar o crear, a trav¨¦s de un relanzamiento de la actividad, puestos de trabajo. Ahora bien, la correcci¨®n del tipo de cambio es una condici¨®n necesaria, pero no suficiente, para el cumplimiento de esos objetivos. Si las alzas de precios inducidas por la depreciaci¨®n se tradujeran en alzas de sueldos y salarios, la competitividad de la industria, de la agricultura y de los servicios terminar¨ªa erosion¨¢ndose. El llamamiento de Felipe Gonz¨¢lez, durante el debate de investidura, a los agentes econ¨®micos y sociales para que negocien, dentro del campo de autonom¨ªa que el pluralismo les reconoce, una pol¨ªtica razonable de rentas debe ser respondido cuanto antes por las centrales sindicales y las organizaciones empresariales. Con la depreciaci¨®n de la peseta y el aumento del coeficiente de caja, el Gobierno ha mostrado su voluntad de impedir que los problemas se pudran y de repartir los costes de la crisis m¨¢s igualitariamente. Pero la alteraci¨®n del tipo de cambio no basta para sanear una econom¨ªa que sigue viviendo por encima de sus posibilidades. La adopci¨®n de otras medidas. complementarias por el Gobierno, entre las qu¨¦ puede figurar una nueva normativa sobre coeficientes obligatorios de inversi¨®n, deber¨ªa ser seguida, en cualquier caso, por una realista, solidaria y razonable negociaci¨®n entre empresarios y sindicatos, a fin de establecer los acuerdos que permitan a nuestra econom¨ªa no naufragar como consecuencia de su incapacidad para competir en los mercados exteriores.
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