Benvenuto: "Estamos evidentemente ante un intento de desestabilizaci¨®n de Italia por parte de Bulgaria"
?C¨®mo es posible que un personaje como Luigi Scricciolo, responsable de la pol¨ªtica internacional de uno de los mayores sindicatos italianos -la UIL (Uni¨®n Italiana de Trabajadores), de inspiraci¨®n socialista-republicana, el gran amigo de Lech Walesa-, fuera un esp¨ªa de los servicios secretos b¨²lgaros que actuaba, como ha confesado en la c¨¢rcel, contra el sindicato independiente polaco Solidaridad? ?Y podr¨ªa este esc¨¢ndalo estar relacionado con el atentado al papa Juan Pablo II, organizado -seg¨²n las confesiones de su autor, el turco Al¨ª Agca- por los mismos diplom¨¢ticos b¨²lgaros que utilizaron al sindicalista italiano?Sobre este tema candente que apasiona en estos d¨ªas a la opini¨®n p¨²blica italiana y mundial por las implicaciones internacionales que podr¨ªan tener, EL PAIS ha entrevistado en Roma al secretario general de la UIL, el joven y prestigioso sindicalista socialista Giorgio Benvenuto.
"Humanamente estoy destrozado", afirma Benvenuto, "como lo estamos todos dentro del sindicato". "Pero pol¨ªticamente estamos tambi¨¦n muy serenos", agrega antes de empezar la entrevista en su despacho.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha significado este golpe para su sindicato?
Respuesta. Ciertamente ha sido una sorpresa muy desagradable que nos ha dejado preocupados a todos. Pero pienso que lo que m¨¢s debe interesarnos, a nosotros y a los dem¨¢s, es lo que pueda haber detr¨¢s de este esc¨¢ndalo. En realidad, Luigi Scricciolo y su esposa, que eran unos colaboradores nuestros de primer orden en la pol¨ªtica internacional, eran s¨®lo una ficha en un juego que se est¨¢ descubriendo terriblemente peligroso. Lo preocupante, m¨¢s que los ejecutores, son los organizadores.
P. Entonces, ?es verdad que Scricciolo, despu¨¦s de diez meses de haberse profesado inocente, ha confesado finalmente?
R. S¨ª, y lo ha hecho acusando gravemente a Bulgaria, pa¨ªs del que se siente una v¨ªctima. Si a esto se une el caso de Al¨ª Agca, el autor del atentado contra el Papa, que acusa a los mismos servicios secretos b¨²lgaros, as¨ª como los otros esc¨¢ndalos que llevan entre manos los jueces de Trento sobre tr¨¢fico de armas y droga que pasan tambi¨¦n por Sofia, es evidente que estamos ante un intento de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs por parte de Bulgaria. Por eso nosotros hemos pedido con fuerza que el Gobierno italiano retire su embajador de Sof¨ªa y que, si es necesario, se llegue a la ruptura de relaciones diplom¨¢ticas.
P. ?Tiene usted en esta l¨ªnea de dureza el apoyo de su partido?
R. Totalmente. El secretario general socialista, Bettino Craxi, acaba de hacer la siguiente declaraci¨®n: "Se trata de un compl¨® que arroja una luz definitiva sobre la historia del terrorismo italiano, sobre el que tantos, empezando por el presidente de la Rep¨²blica, Sandro Pertini, hemos llamado repetida e in¨²tilmente la atenci¨®n".
P. ?Y qu¨¦ piensan los comunistas?
R. Est¨¢n en la misma l¨ªnea. Creo que Giancarlo Pajetta, responsable de la pol¨ªtica exterior del PCI, acaba de pedir que el ministro de Asuntos Exteriores exponga la cuesti¨®n al debate del Parlamento si existe materia para ello, y a?ade Pajetta: "Yo pienso que materia existe".
P. Pero tambi¨¦n Pajetta le acusa a usted de haber defendido al principio a Luigi Scricciolo.
R. Mire, en este campo tenemos, como sindicato, la conciencia muy limpia. Nosotros le defendimos mientras no tuvimos pruebas de su culpabilidad. Nosotros estamos a¨²n seguros que se trata de un caso cl¨¢sico de desdoblamiento de la personalidad. Mire usted.
(Y me ense?a la fotocopia de un mont¨®n de cartas escritas desde la c¨¢rcel por Scricciolo en las que confiesa con un lenguaje desgarrador su inocencia. Habla de los "b¨¢rbaros que han construido una monta?a de nuestro sindicato". Llega a amenazar con suicidarse: "El suicidio", dice, "es un modo de matar cuanto hemos creado, construido e ideado antes que la injusticia mate lo que de m¨¢s hemos llevado dentro". Y acaba diciendo: "Todo ser¨¢ devastado cruelmente. Perdonadme, pero estoy muri¨¦ndome. No puedo m¨¢s".)
P. ?Cu¨¢ndo descubri¨® usted la terrible verdad del caso?
R. Cuando su esposa, Paola, que trabajaba tambi¨¦n con nosotros, me escribi¨® la primera carta cont¨¢ndome todo.
P. ?Pero es posible que no hubieran sospechado nada?
R. Absolutamente. Eran dos personas que trabajaron codo a codo con nosotros. Eran impecables en su empe?o y en su trabajo. Preparad¨ªsimos. Muchas cosas escritas por Scricciolo las firm¨¦ yo mismo. Si pecaba de algo era de anticomunista y de filoatl¨¢ntico en un sindicato progresista como el nuestro. Yo le vi llorar cuando fue disuelto el sindicato Solidaridad.
P. ?Cu¨¢l es, pues, su opini¨®n personal?
R. Nosotros, en cuanto supimos la verdad, lo pusimos todo en manos de los jueces y le expulsamos del sindicato. Pero lo cierto es que Scricciolo manten¨ªa ya relaciones con los servicios b¨²lgaros a?os antes de entrar a trabajar con nosotros. Por eso sospecho que fueron ellos quienes le pidieron que se infiltrara en la UIL, y esto es un acto grav¨ªsimo contra nuestro sindicato. Y lo que no acabo de entender es por qu¨¦ Scricciolo tom¨® tal decisi¨®n. No por dinero, porque ha vivido siempre una vida muy sencilla y hasta austera; tampoco por cuestiones ideol¨®gicas, porque ¨¦l ha vivido con pasi¨®n nuestras batallas democr¨¢ticas y ha trabajado como un negro con nosotros.
P. ?Qu¨¦ noticias ha podido dar a los b¨²lgaros de ustedes?
R. Eso es lo que me pregunto, porque nosotros no tenemos secretos de Estado. Ha podido descubrir s¨®lo los canales de ayuda econ¨®mica a Solidaridad y los nombres de algunos l¨ªderes que viv¨ªan en la clandestinidad. Nada m¨¢s. Para las Brigadas Roj as, en las que ten¨ªa un primo, sin que nosotros lo supi¨¦ramos, y que ha sido quien le ha delatado, intentaba saber noticias sobre la OTAN durante el secuestro del general americano James Dozier.
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