'El adefesio', de Alberti, en versi¨®n especial para televisi¨®n
Cuando se estren¨® en Madrid El adefesio, de Rafael Alberti, no tuvo demasiada suerte. Para muchos, el acontecimiento era una fiesta simb¨®lica: subrayaba la vuelta del gran poeta prohibido -a¨²n no en persona- y la de otra gran personalidad del largu¨ªsimo exilio, Mar¨ªa Casares, la comediante espa?ola que hab¨ªa creado un estilo en Francia y fue primera figura en la Com¨¦die Fran?aise. A pesar de la finura de direcci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso, algo no cuaj¨® en el acontecimiento: quiz¨¢ una manera de decir en la actriz y una manera de dramatizar en el autor que disonaban de la costumbre, de lo cotidiano del teatro espa?ol.El adefesio es una obra dif¨ªcil. Se ha dicho que parte del mismo suceso popular que La casa de Bernarda Alba, de Garc¨ªa Lorca: la tiran¨ªa de una gorgona -Gorgo se llama la mujer en la obra de Alberti- sobre la espontaneidad, la libertad, la frescura vital. Y el amor. A partir de esa posible comunidad de origen, toda comparaci¨®n es in¨²til: son caminos distintos. Alberti reduce la trama, el suceso, la intriga: coloca los valores dram¨¢ticos, m¨¢s, que en unas situaciones, unos di¨¢logos o un desenlace -que lo tiene-, en un enriquecimiento verbal continuo, en una acumulaci¨®n del barroquismo l¨ªrico, hasta hacer que ¨¦l mismo tenga un valor dram¨¢tico, teatral. Como parece natural, y hasta casi obligatorio, en la fecha en que Alberti escribi¨® El adefesio (1944), le preocupaba -nos preocupaba- la naturaleza del poder absoluto y su antidoctrina: frente a la idea del carisma, de lo que desciende la divinidad, del caudillaje o del hero¨ªsmo estaba la idea del poder como monstruo, como creaci¨®n teatrol¨®gica. Gorgo ven¨ªa a ser esa representaci¨®n; y su derrota final, el desmontaje de todos los s¨ªmbolos de la autoridad, la dejaban desnuda y exclamando: "Yo no soy m¨¢s que un monstruo, una pobre furia ca¨ªda, un adefesio". Toda la acci¨®n es la malignidad de ese monstruo sobre todo lo bello de este mundo -de su mundo reducido, tapiado- y toda la f¨¢bula en torno al adefesio finalmente vencido. Acci¨®n -o intriga- y s¨ªmbolo se confuden continuamente, son una sola cosa: y el lirismo, el lenguaje, la vibraci¨®n po¨¦tica de Alberti como enorme poeta de l¨ªnea y peso a la sencillez del valor dram¨¢tico.
Pues ahora, a?os transcurridos, debe tener m¨¢s suerte El adefesio. Lo que el monstruo significa no ha muerto en el mundo y ronda siempre en sus madrigueras. Es bueno que la televisi¨®n, que ahora puede empezar a ser una ventana distinta (aunque esta versi¨®n est¨¦ trabajada y montada desde antes), d¨¦ esta se?al; y es bueno tambi¨¦n que no se vea como estrictamente pol¨ªtica, o coyuntural u ocasional, sino como una obra de valores permanentes, de verbo continuo.
El adefesio se emite hoy, a las 21.35 horas, por la primera cadena, en el espacio Teatro.
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