Otra vez la guerra fr¨ªa
Fueron numerosas las pel¨ªculas posteriores a la segunda guerra mundial en las que se ofrec¨ªa un siniestro panorama de la vida pol¨ªtica de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La guerra fr¨ªa abri¨® la veda de la caricatura vanal, del disparate hist¨®rico, del insulto injustificado. El cine de Hollywood se lanz¨® a describir lo que imaginaba ocurr¨ªa tras el tel¨®n de acero con argumentos que hoy sonrojan a cuantos lo hicieron. As¨ª, al menos, lo explicaba Henry Fonda en un excelente programa de televisi¨®n: La revista Life va al cine.Espor¨¢dicamente, surgen a¨²n t¨ªtulos que recuerdan aquel provisional g¨¦nero. Tambi¨¦n en televisi¨®n hubo una ocasi¨®n reciente para comprobarlo: al margen de su t¨ªpico toque personal, Hitchcock expuso en Cortina rasgada las mismas peregrinas teor¨ªas de aquel cine de los cincuenta, ya tan superado. Ahora, Clint Eastwood insiste en id¨¦ntico esquema al narrar en Firefox, el arma definitiva, las desventuras de un esp¨ªa piloto que debe introducirse en la Uni¨®n Sovi¨¦tica para robar el famoso avi¨®n que obedece ¨®rdenes dictadas con el pensamiento, siempre, naturalmente, que se piense en ruso.
Firefox, el ama definitiva
Director: Clint Eastwood. Gui¨®n: Alex Lasker y Wiendell Welman, basado en la novela de Craig Thomas. M¨²sica: Maurice Jarre. Aventuras. Norteamericana. 1982. Local de estreno: Rialto.
La peripecia se ilustra con los peque?os traumas del protagonista, que vivi¨® en la guerra del Vietman algunos de los momentos duros de su vida. Rojas im¨¢genes del pasado se le vienen a la mente cuando el espectador menos se lo espera, sin que, por otra parte, esos traumas aclaren aspecto alguno de la aventura que se muestra en la pantalla. Quiz¨¢ sea un intento de compensar el otro lado de la moneda, es decir, la denuncia de las torturas que se sufren en la URSS, de la injusticia de que haya rusos ricos, de la incompetencia de sus dirigentes pol¨ªticos, de lo incompleto de los planes quinquenales, de las monstruosas condenas de c¨¢rcel por simples participaciones en alguna manifestaci¨®n...
Todo ello abunda en lo aburrida y obvia que es Firefox. Ni el propio engranaje de la aventura, que pod¨ªa adquirir connotaciones espectaculares, est¨¢ resuelto con inteligencia. La huida final del avi¨®n, en la que se conf¨ªa como redenci¨®n del bajo tono anterior, no supera la brillantez visual de cualquier maquinita de batallas a¨¦reas con que se han abarrotado recientemente las cafeter¨ªas espa?olas. Esa decepci¨®n qued¨® marcada el d¨ªa del estreno cuando los especatdores rieron algunas de las ingenuidades que Clint Eastwood, siempre muy serio, relataba desde la pantalla.
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