Los currantes
La reducci¨®n de la jornada laboral a cuarenta horas semanales no supone que esto vaya a ser un socialismo camastr¨®n y un relajo, como me dec¨ªa un "gusanito" en los sesenta:-Fidel me ech¨® de Cuba porque yo me tomaba la revoluci¨®n a relaho.
No, esto no nos lo vamos a tomar a relaho, sino que la reducci¨®n de horas supone apretar el curro, aprovechar el tiempo, rendir a tope y (seguramente) suprimir fiestas obviables y cristos de pueblo, por aclarar el calendario de puentes. En lugar de echar a Buster Keaton media hora, los domingos, segunda, que lo echen toda la tarde, y as¨ª el ocio del currante ser¨¢ un ocio culto. Los nacionalistas revolucionarios de Guatemala piden mochilas, hornillos de gas, sacos para dormir, l¨¢mparas de gas, anoraks, gafas, tiendas de campa?a y tomavistas. O sea, que siempre hay alguien que est¨¢ peor. Siente un guatemalteco a su mesa. Rafael Alberti me env¨ªa un dibujo en amarillo y plata, con un abrazo. ?Qui¨¦n ha trabajado m¨¢s que este harag¨¢n genial en el siglo XX espa?ol, universal, progresista y nuestro? Alberti vive hoy en un Madrid manhatt¨¢nico, desde cuyas alturas (canto de Oriol Boh¨ªgas a la arquitectura "comercial" yanqui) seguramente alcance a ver las salinas de su puerto, como una navidad laica de cristal extenso. Alberto Alvarez de Cienfuegos Torres, poeta, me felicita en tarjeta donde se pone: "Quinto Regimiento de Milicias Populares, Batall¨®n Mariana Pineda, 68 Brigada Mixta, Tercer Batall¨®n". Ya es hermoso que las huestes republicanas se llamasen Mariana Pineda. El perdurable maestro Francisco Yndur¨¢in me dice que "est¨¢ retirado del mundo activo institucionalizado".
A los currantes de la cultura tambi¨¦n les jubilan, pero la vocaci¨®n sigue trabajando por dentro, entre horas, y la prueba es que mi colombro?o (tocayo: ¨¦l me ense?¨® la palabra) me adjunta su ¨²ltimo ensayo. ?Por qu¨¦ cuando va uno a una ventanilla oficial a solventar un impreso le dejan a vivir en la cola, y en la banca privada nos sueltan la pastizara en tres minutos? No es el espa?ol, sino el engranaje, lo que falla. Cuando el engranaje es laboralmente bueno, nuestro currante rinde a tope, y si no, ah¨ª est¨¢n los tercios gloriosos y resudados de la emigraci¨®n laboral en Europa: entre miles y miles, jam¨¢s se recuerda una baja por incapacidad o incumplimiento. Mart¨ªn Descalzo, que es mi "director espiritual" en lo poco que tengo de espirituoso (spitoso dicen los chelis), ha publicado con el editor Lara El demonio de media tarde. La novela se abre con esta frase de san Agust¨ªn: "A veces Dios cura la oculta soberbia con la manifiesta lujuria". Lo malo es que nuestra pomada/jet ha sido lujuriosa y ensoberbecida durante a?os, siglos. Y ahora les parece mal que Felipe Gonz¨¢lez nos recuerde, sin ning¨²n revolucionarismo, lo que su paisano Pem¨¢n dijo lac¨®nicamente: "El hacer sencillamente lo que se debe de hacer". Gonz¨¢lez/Guerra han entendido que la primera revoluci¨®n que hay que hacer en Espa?a (y la m¨¢s revolucionaria) es la de ir todos los d¨ªas a la oficina. Lo que la genial Lola Flores resum¨ªa (como aqu¨ª he recordado otras veces) en cartel a su elenco: "Comportarse". No matar la ara?a, no hacer demasiado pis, no vivir la fresadora como un hito aburrido entre puente y puente del calendario. Bastan menos horas si se trabaja de verdad, con lo que no s¨®lo habr¨¢ mejorado el producto bruto nacional, sino tambi¨¦n la conciencia, la estructura ¨¦tica del trabajador.
Patronales, empresarios y anunciantes andan contra la movida de las nuevas tarifas publicitarias de la tele socialista. El aumento me parece una forma inteligente de impuesto indirecto al capital anunciante y consumista. Las compactas que anuncian champagnes navide?os est¨¢n currando, as¨ª, para el currante. Con lo que uno las encuentra mucho m¨¢s compactas.
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