La Real Sociedad logr¨® la Supercopa en la pr¨®rroga
Pablo Porta entreg¨® a Arconada la primera minicopa de la llamada Supercopa. El presidente de la Federaci¨®n le dio la mano al guardameta de la selecci¨®n nacional. No le dio el beso de Judas porque ello no se hubiera correspondido con la festividad de los Santos Inocentes. De inocentada en todo caso puede calificarse el encuentro disputado entre la Real y el Madrid. Victoria extra?a de la Real, apabullante en la pr¨®rroga, pero que dejar¨¢ un regusto amargo a los buenos aficionados donostiarras que durante dos campa?as consecutivas han visto c¨®mo su equipo adem¨¢s de ser campe¨®n ha sido distinguido como el conjunto m¨¢s deportivo.El encuentro resulta muy dif¨ªcil de explicar. Fue tan accidentado que es pr¨¢cticamente imposible recordar en una cr¨®nica a vuela pluma cuanto sucedi¨®. Gan¨® bien la Real pero a su favor tuvo que algunos jugadores madridistas perdieron los nervios con excesiva prontitud. Seguramente los jugadores realistas hubieran firmado m¨¢s a gusto un resultado inferior pero logrado ante un conjunto con sus once hombres en juego.
El partido se presum¨ªa al viejo estilo: bronco y copero. Y apenas se inici¨® el juego qued¨® patente que las hostilidades pod¨ªan degenerar en situaciones de claro matiz antideportivo. Los nervios de ambos equipos hubo minutos que parecieron irrefrenables. La tensi¨®n en los grader¨ªos, adem¨¢s, era evidente. Fue Juan Jos¨¦ quien sali¨® m¨¢s bravo. Pes P¨¦rez, que dej¨® pasar algunas acciones sin avisar, le consinti¨® al madridista un par de entradas a L¨®pez Ufarte absolutamente heterodoxas. Debi¨® pensar el colegiado que no hab¨ªa que precipitarse y que las aguas volver¨ªan a su cauce. Como qued¨® demostrado no fue as¨ª y finalmente se produjo la agarrada entre Juan Jos¨¦ y L¨®pez Ufarte de la que se deriv¨® una tarjeta roja para el madridista, una amarilla para el delantero realista y otra del mismo color para Arconada que se fue hasta el medio campo a pro testar.
El Real Madrid con once, con diez y con nueve jugadores qued¨® varado en su parcela. La Real, aunque sin brillantez empuj¨® m¨¢s y cre¨® las ocasiones de peligro que tuvo el partido. Pero la Real ech¨® a faltar hasta la pr¨®rroga a sus ausentes m¨¢s que el Madrid a los suyos. Para el Madrid bastaba defenderse. Los de Atocha necesitaban marcar y para ello hubieran sido felices de contar con Zamora y Satr¨²stegui. Por si fuera poco la falta de Kortabarr¨ªa fue m¨¢s que notable Gajate cometi¨® dos fallos inocentes, entreg¨® el bal¨®n al contrario y fue el causante directo de los dos ¨²nicos sustos locales durante el primer per¨ªodo.
La Real cometi¨® dos errores fundamentales. A la hora de atacar abus¨® del pase horizontal. No supo encontrar la forma de burlar la mara?a. madridista que urdi¨® Di St¨¦fano con el pleno sacrificio de todos sus hombres aunque alguno, como Portugal, anduviera algo despistado. A Isidro, tras la expulsi¨®n de Juan Jos¨¦, le cupo la misi¨®n de vigilar a L¨®pez Ufarte y posteriormente volvi¨® a convertirse en delantero y trat¨® de ayudar cuanto pudo. La Real, adem¨¢s de fallar en el pase y carecer de la profundidad suficiente para evitar los marcajes al hombre, debi¨® creer que en el centro de la delantera estaba Satr¨²stegui y bombe¨® balones en espera del remate salvador.
La Real, con la superioridad num¨¦rica que supuso la expulsi¨®n de Angel, se. envalenton¨® y busc¨® hasta el final del encuentro la resoluci¨®n del partido. El conjunto madridista, que no hab¨ªa acusado en exceso la baja de Juan Jos¨¦, comenz¨® a naufragar cuando las fuerzas fallaron a algunos de sus hombres. En la pr¨®rroga, la Real que hizo adem¨¢s dos sustituciones en los momentos oportunos, tuvo mucha m¨¢s fuerza que el Madrid y aprovech¨® las condiciones del encuentro para golear a Agust¨ªn.
El Madrid hizo cuanto pudo por evitar la derrota e incluso intent¨® recuperar el terreno perdido tras el 2-0. La subida de Metgod al ataque s¨®lo sirvi¨® para que el contragolpe realista fuera m¨¢s efectivo. En dos minutos qued¨® desarbolado el Madrid, y la Real, a partir de ese instante y durante toda la segunda parte de la pr¨®rroga, no hizo otra cosa que entretener el bal¨®n para dejar pasar el tiempo. Los constantes pases horizontales y hacia atr¨¢s con el Madrid agazapado en el borde de su ¨¢rea sirvieron para que el p¨²blico coreara con ?ol¨¦s! una p¨¦rdida de tiempo que restaba brillantez al resultado. A la Real le interes¨® m¨¢s conservar el 4-0 para igualar el resultado del Bernab¨¦u en la Liga.
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