El nuevo a?o econ¨®mico
LA DECISION del Gobierno de no marcar en el ¨²ltimo Consejo de Ministros un tope a los salarios de los funcionarios para el a?o que ahora empieza, elimina de hecho una referencia m¨¢s sobre lo que va a ser la pol¨ªtica econ¨®mica socialista del ejercicio presente y, m¨¢s a largo plazo, de toda la legislatura. Se conoce la opini¨®n del m¨¢ximo responsable econ¨®mico del Gabinete, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer, de tratar las retribuciones de los funcionarios con la metodolog¨ªa del salario social, es decir, incorporando la seguridad en el empleo y los cambios previstos de su jornada laboral (funcionarios que deber¨¢n trabajar por la tarde) al porcentaje de incremento salarial.Para la mayor¨ªa de los servidores del sector p¨²blico ello significar¨¢ una p¨¦rdida del poder adquisitivo -su cuota de sacrificio en la crisis-. Veremos si en las negociaciones entre el ministro de la Presidencia y los representantes de los funcionarios se mantiene esta dial¨¦ctica.
Sin embargo, la ausencia del porcentaje salarial de incremento de los sueldos de los funcionarios tiene un efecto paralelo de significaci¨®n: la falta de pautas en las que fijarse para llevar al proceso de negociaci¨®n colectiva del sector privado a feliz t¨¦rmino. Las dos reuniones que hasta ahora han tenido patronal y centrales sindicales se han limitado a dar palos de ciego, sin ninguna aproximaci¨®n concreta. La disminuci¨®n de la jornada laboral a cuarenta horas semanales ha servido de pretexto para que los interlocutores sociales se enzarzasen en discusiones laterales sin entrar en el grueso de la negociaci¨®n: la banda salarial de referencia para 1983.
Para profundizar en las conversaciones, la CEOE ha pedido al Gobierno que ense?e su cuadro macroecon¨®mico (una especie de gu¨ªa de previsiones de por d¨®nde circular¨¢n las principales magnitudes econ¨®micas: paro, inflaci¨®n, disponibilidades l¨ªquidas y d¨¦ficit p¨²blico) en el ejercicio. Coincide en ello la patronal con una pregunta del GrupoPopular en el Congreso de los Diputados. Y parece bastante justo que los interlocutores sociales posean esta informaci¨®n para llegar a pactos de la importancia del Acuerdo Marco Interconfederal o el Acuerdo Nacional sobre Empleo, que luego sean de utilidad general. Sin embargo, las dos centrales sindicales afirman, con distintos matices, que no es imprescindible tanta informaci¨®n conociendo la inflaci¨®n prevista para 1983 (12%), ya que en otras ocasiones tampoco se ha conocido y las negociaciones llegaron a buen puerto.
Lo cierto es que el Gobierno piensa estudiar, entre las diferentes alternativas, su cuadro macroecon¨®mico en el mes de enero, y ser¨¢ dif¨ªcil que ¨¦ste se haga p¨²blico mucho antes de que los socialistas presenten su aut¨¦ntico proyecto de Presupuestos Generales del Estado antes de la segunda quincena del mes de marzo. Hasta entonces, los ciudadanos no tendr¨¢n apenas referencias de en qu¨¦ consiste la nueva pol¨ªtica econ¨®mica del cambio. S¨®lo las declaraciones te¨®ricas del discurso y del debate de investidura del entonces candidato a presidente de Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, y la pol¨ªtica de gestos adoptada para reconducir el desgobierno de UCD en los ¨²ltimos meses, a la continuidad del funcionamiento.
La devaluaci¨®n de la peseta, la subida de los precios de los carburantes, y dentro de pocos d¨ªas de las tarifas el¨¦ctricas, gas y carb¨®n, la pr¨®rroga del presupuesto en vigor durante un trim¨¦stre, la asunci¨®n de casi 400.000 millones de gastos extraordinarios a regularizar, provenientes muchos de ellos del antiguo r¨¦gimen, no son elementos de una pol¨ªtica econ¨®mica coherente y ofensiva, sino tan s¨®lo f¨®rmulas para adaptarse al terreno, ganar tiempo y coger el paso para desarrollar una nueva filosof¨ªa econ¨®mica.
Ser¨ªa de desear que el razonable tiempo que el Gobierno se ha concedido para administrar la econom¨ªa no significase mantener en las tinieblas de la sorpresa,al resto de los agentes econ¨®micos, que no pueden esperar cien d¨ªas de gracia para mantener la din¨¢mica de las empresas. Es decir, que el tiempo que se gana para unos no signifique tiempo perdido para el resto.
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