Un a?o de ley marcial en Polonia
Ha transcurrido en Polonia un agitado a?o, durante el cual las autoridades han tratado de recuperar el monopolio pol¨ªtico y destruir los sue?os de democracia, libertad y una independencia mejor defendida. ?Ha conseguido el Gobierno de Jaruzelski esos objetivos? ?Cu¨¢les son los grupos sociales que se han beneficiado m¨¢s con la normalizaci¨®n?Las autoridades entienden por normalizaci¨®n la congelaci¨®n de la energ¨ªa ciudadana que durante los diecis¨¦is meses de libertad que siguieron a agosto de 1980 se manifest¨® en una cr¨ªtica abierta del sistema y en la demanda de reformas. La aparici¨®n explosiva de nuevas fuerzas y, sobre todo, de fuerzas integradas por j¨®venes obreros e intelectuales fue un reto hist¨®rico lanzado a la burocracia. Las reformas que exig¨ªa la mayor¨ªa eran tan radicales que con raz¨®n se dio al proceso polaco la calificaci¨®n de revoluci¨®n democr¨¢tica contra el poder totalitario monopartidista.
El avance pac¨ªfico de la revoluci¨®n fue frenado por la reacci¨®n armada del bunker de los privilegiados, que hab¨ªa sido cercado. A partir del 13 de diciembre de 1981, la fuerza f¨ªsica aplast¨® a la fuerza moral y la represi¨®n aniquil¨® a las organizaciones que anhelaban la autonom¨ªa y la libertad. La censura, que se volvi¨® a situar por encima de la ley, destruy¨® la libertad de expresi¨®n que acababa de renacer, y la burocracia central arranc¨® las ra¨ªces de la autogesti¨®n obrera y de las asociaciones independientes de artistas y creadores de la cultura. El primitivo lenguaje de la propaganda gubernamental desplaz¨® a la rica gama de s¨ªmbolos, ideas e iniciativas que lat¨ªan en las f¨¢bricas y universidades polacas.
Un nuevo drama nacional
Una sola lengua en vez de muchas lenguas diferentes. Un ¨²nico programa justo en vez de muchos programas. Los actores, vueltos de espaldas al p¨²blico, dicen sus mon¨®logos en vez de entablar un di¨¢logo con ese p¨²blico y dejarle hablar en el escenario pol¨ªtico, y no s¨®lo en el vest¨ªbulo del teatro, en el entreacto del drama presentado.
En el escenario polaco se est¨¢ representando un nuevo drama nacional. Sus directores son los campeones orientales del despotismo. El contenido del drama es la aniquilaci¨®n lenta de las esperanzas de libertad y de la fe en un futuro mejor. Las esperanzas y la fe generadas por el movimiento sindical Solidaridad son destruidas a sangre fr¨ªa mediante la eliminaci¨®n de la pol¨ªtica de la vida social. El Gobierno, en vez de pol¨ªtica, tiene polic¨ªa, burocracia y propaganda. Por esas mismas razones, tampoco puede haber pol¨ªtica en el campo de la oposici¨®n y s¨®lo hay resistencia social, un movimiento sindical clandestino y esfuerzos palaciegos de la Iglesia cat¨®lica encaminados a llegar a un compromiso con la elite del poder.
Tras un a?o de represi¨®n, la elite del poder ha recuperado el control administrativo sobre el comportamiento p¨²blico de la mayor¨ªa de los ciudadanos. Ha conseguido despertar el temor y la desilusi¨®n suficientes entre los trabajadores para imponer la pasividad. En las instituciones oficiales, que una vez m¨¢s han de ser s¨®lo correas de transmisi¨®n del aparato del partido en el poder, tienen derecho ¨²nicamente a reconocer p¨²blicamente que la implantaci¨®n de la ley marcial fue una necesidad y un mal menor.
Mientras tanto, las organizaciones que no pod¨ªan y no quer¨ªan dejarse someter y controlar han sido disueltas. Esa es la suerte que han corrido los sindicatos Solidaridad de los obreros, de los campesinos y de los artesanos, y algunas asociaciones de artistas y creadores de cultura, como la Asociaci¨®n de Periodistas Polacos y la Asociaci¨®n de Artistas de los Escenarios Polacos.
Entre los amigos, la familia y los compa?eros de trabajo, la gente sigue manifestando con mucha libertad el odio y el desprecio que sienten por el aparato del poder.
Las opiniones siguen siendo muy cr¨ªticas y siguen estando bajo la influencia de la libertad que aport¨® el mes de agosto de 1980, a pesar de que las autoridades han vuelto al corro¨ªdo lenguaje inventado por la ideolog¨ªa y la burocracia oficial de la profundizaci¨®n, perfeccionamiento, ampliaci¨®n, desarrollo omnidireccional.
Triunfo de la burocracia y de la polic¨ªa pol¨ªtica
La dictadura de la burocracia puede atar a la gente las manos, puede paralizar sus actos; pero hasta ahora no ha conseguido esclavizar las mentes, destruir sus valores e imponer su lenguaje de mentiras y de ficci¨®n.
Dentro de la elite del poder hay dos grupos que han sacado tajada de la ley marcial: la burocracia civil de la econom¨ªa y el servicio de seguridad. Ha disminuido, mientras tanto, la influencia del aparato profesional del partido, que en todos los sistemas comunistas es el que goza de los beneficios de la Nomenklatura, es decir, del derecho a cubrir todos los cargos de direcci¨®n existentes en el Estado, desde el cargo de contramaestre hasta el de ministro o vicepresidente del Gobierno. El aparato del partido ya no puede imponer arbitrariamente su voluntad a otros grupos de la elite gobernante, como hac¨ªa antes.
La polic¨ªa pol¨ªtica y la burocracia de las organizaciones y entidades econ¨®micas gozan de una autonom¨ªa tanto mayor por cuanto han desaparecido las instituciones sociales que pueden controlarlas. No pueden cumplir esa misi¨®n la autogesti¨®n de los trabajadores y los sindicatos, porque no existe. Tampoco pueden hacerlo los consejos populares, porque no son m¨¢s que una fachada fruto de elecciones falsificadas que tuvieron lugar antes de agosto de 1980.
Precisamente el miedo a las elecciones que iban a celebrarse (a principios de 1982) para los consejos populares de las ciudades y municipios rurales empuj¨® a las autoridades a implantar la ley marcial. La elite comunista tem¨ªa hace un a?o que sus concejales nombrados a dedo fueran sustituidos por gente elegida mediante un sufragio libre y pac¨ªfico. Los garantes de que las elecciones iban a ser aut¨¦nticamente libres y absolutamente pac¨ªficas eran Solidaridad y otros movimientos democr¨¢ticos. En diciembre de 1981, la elite del poder tem¨ªa no una guerra civil sangrienta, sino unas elecciones locales pac¨ªficas y un refer¨¦ndum que pusiese al descubierto que los comunistas carecen de todo derecho a gobernar.
Tras un a?o de ley marcial, el Ej¨¦rcito -y, hablando con m¨¢s exactitud, el cuerpo de oficiales- sigue siendo lo que era en diciembre de 1981. Era y sigue siendo el escudo que defiende a los tres grupos m¨¢s importantes de la burocracia: el aparato del partido, los ejecutivos del Gobierno y la polic¨ªa. Es verdad que hay algunos generales y coroneles que son secretarios del partido o ministros; es verdad que hay comisarios militares en las ciudades, municipios y f¨¢bricas; pero eso no significa ' ni mucho menos, que sea el Ej¨¦rcito el que gobierna el Estado. Los oficiales siguen siendo, por su importancia, el cuarto grupo dentro de la elite del poder. Sus influencias han aumentado de manera transitoria; pero, a cambio de un desprestigio considerable y duradero de la profesi¨®n militar, han perdido m¨¢s de lo que han conquistado.
Los principales vencedores en esta extra?a guerra han sido los bur¨®cratas del Gobierno y los polic¨ªas profesionales, que han conseguido ampliar o consolidar su poder, y cuyo prestigio dentro de la sociedad jam¨¢s fue alto y, por consiguiente, su p¨¦rdida era casi imposible.
Beneficios econ¨®micos
La ley marcial ha aportado a la elite del poder no s¨®lo beneficios pol¨ªticos. Tambi¨¦n le ha dado beneficios econ¨®micos. Las autoridades siguen muy inquietas ante el estado de la econom¨ªa, pero ya han logrado apropiarse de toda una serie de beneficios. La ley marcial aument¨® y ampli¨® los privilegios de la Administraci¨®n central y del aparato que dirige la econom¨ªa, as¨ª como del servicio de seguridad, que es remunerado por polacos residentes en el extranjero, que han garantizado -aparte del poder- ganancias considerables, ya que, a cambio de la licencia que autoriza a peque?os capitalistas extranjeros de origen polaco a desarrollar actividades econ¨®micas en Polonia, la elite del poder consigue buenos puestos de trabajo en esas sociedades para sus familiares y amigos. El a?o 1982 ha aportado ganancias indudables tambi¨¦n a parte de los comerciantes privados y del artesanado, as¨ª como a algunos productores de alimentos, que ganan much¨ªsimo en el mercado libre en una situaci¨®n de crisis total de la industria y del comercio estatales. Hay un peque?o grupo de trabajadores que est¨¢ siendo corrompido con sueldos muy altos. Ante todo, est¨¢n los mineros, que perciben ingresos mensuales de hasta 40.000 zlotys, mientras que la media nacional es de unos 11.000.
?Qui¨¦n ha sufrido p¨¦rdidas pol¨ªticas y econ¨®micas en los doce meses de la ley marcial y por su culpa? El nivel de vida, las posibilidades de progreso y las probabilidades de conseguir un piso del resto de la sociedad han empeorado. La inflaci¨®n y la escasez de los productos m¨¢s elementales afectan a todas las capas de trabajadores. Econ¨®micamente han perdido los obreros, los intelectuales que no viven del poder y la mayor¨ªa de los campesinos.
La juventud est¨¢ especialmente privada de esperanzas y de perspectivas, est¨¢ amargada y decepcionada, y de poder buscar¨ªa una vida mejor en la emigraci¨®n econ¨®mica, aunque sabe que en Occidente el desempleo est¨¢ rebasando ya una tasa del 10%.
Entre los j¨®venes, la inseguridad econ¨®mica del ma?ana es enorme y su desconfianza pol¨ªtica ante el sistema tiene muy profundas ra¨ªces. La gente joven tiene conciencia de que el r¨¦gimen ha destruido sus esperanzas, su fe y sus sue?os surgidos de la revoluci¨®n de agosto.
Aquella revoluci¨®n pertenece a la joven generaci¨®n, mientras que los gobernantes, gente por lo regular desde 45 hasta sesenta a?os de edad, afirman que fue una contrarrevoluci¨®n. Los viejos han despojado a los j¨®venes de sus esperanzas, pero no han conseguido, por el momento, destruir la nueva clase media. Es decir, la coalici¨®n formada por obreros e intelectuales j¨®venes que entraron en la vida pol¨ªtica en la d¨¦cada de los setenta, jam¨¢s fueron adoctrinados por el estalinismo de los a?os cincuenta y desconocen ese temor que otros llevan en sus corazones y mentes. Saben que su futuro depende de la ciencia, la t¨¦cnica y una buena organizaci¨®n.
Esa nueva clase media une a gente mejor preparada que aprecia los valores liberales de la democracia parlamentaria y del pluralismo.
A pesar de que la ley marcial ha causado p¨¦rdidas singulares en las filas de la Solidaridad clandestina, a pesar de que sus estructuras y centros de direcci¨®n est¨¢n muy debilitados, la coalici¨®n de las fuerzas sociales capaces de desarrollar, gracias a su juventud, una larga lucha pol¨ªtica no se ha desintegrado.
Es posible que en los pr¨®ximos meses o quiz¨¢ a?os, con una nueva organizaci¨®n, pero tan vital como hasta ahora, seguir¨¢ luchando contra el poder dictatorial, contra la incapacidad econ¨®mica y contra el aislamiento cultural.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.