Los pobres
Ram¨®n Tamames, en su ¨²ltimo libro, La imaginaci¨®n y el poder, nos habla de que los pobres, hoy, en los pa¨ªses ricos, existen, pero son invisibles. O m¨¢s bien, tom¨¢ndolo de economistas americanos, dice que son o habitan una tierra invisible. Yo aqu¨ª, por lo menos, todav¨ªa veo al parado en su esquina.Michael Harrington llama tierra invisible a la que ocupan los lumpem cronol¨®gicos, o sea, los de la tercera edad, que gastan poco, cobran menos y no producen nada. Dice Ram¨®n que la tierra invisible de los pobres se extiende -como una ?anda de invisibilidad y resignaci¨®n, digo yo- "en medio de la sociedad urbana y la opulencia". Los pobres no est¨¢n en las grandes autopistas, los barrios altos, las escuelas p¨ªas: los enfermos, los alcoh¨®licos, los locos y los j¨®venes est¨¢n en sus autorreservas. Los pobres no se encuentran sindicados en los partidos pol¨ªticos ni en la polic¨ªa. Los pobres no est¨¢n sindicados ni en los sindicatos. Esto, que val¨ªa para la Norteam¨¦rica de los sesenta -prosperity-, vale para la Espa?a de los 80. Los sucesivos Reagan que han venido perfil¨¢ndose a trav¨¦s de anteriores presidentes, hasta llegar al modelo/piloto que se buscaba, decidieron que, m¨¢s piadoso que acabar con los pobres, era hacerlos invisibles. Por qu¨¦ sacarles de su pobreza. Quiz¨¢ son felices en ella, qui¨¦n sabe. En fin, todo eso. Desde que he le¨ªdo el libro de Ram¨®n, ando por la calle identificando pobres. Les doy una moneda de cinco o diez duros. S¨ª, ¨¦ste es pobre, me digo. Pues que aqu¨ª, por lo menos, se ve a nuestros pobres, todav¨ªa, como los heraldos negros y medievales de la verdad que somos: el pobre del mu?¨®n, el mes¨®crata con cartel, el pobre de Metro, la gitana canastera, el parado de la esquina, el ni?o ladr¨®n, como un Lazarillo que se les ha escapado a los eruditos sin que hayan podido ponerle cepos de pie de p¨¢gina en los pies.
El d¨ªa en que el psocialismo decida esconder a los pobres, tornar los invisibles, habremos perdido nuestra identidad. Dice tambi¨¦n Tamames, en su libro, que trazando una raya inclinada sobre el mapa, de Asturias a Alicante, se tiene a la derecha de la raya la Espa?a rica y a la izquierda la Espa?a pobre (con islotes at¨ªpicos y pr¨®speros como Madrid y as¨ª). He aqu¨ª la manera m¨¢s racional y menos ret¨®rica que he encontrado de definir las dos Espa?as, tan nombradas. Mejor que LOAPAS y Loapillas, convengamos en que Espa?a, como toda colectividad humana o de animales de sangre caliente, se divide en ricos y pobres.
Las otras divisiones son hist¨®ricas, culturales, artificiosas, pretenciosas, y s¨®lo empiezan a funcionar cuando se ha almorzado bien o cuando le comen a uno el tarro en el sentido de que, para almorzar bien, primero tiene que ser muy nervionero (r¨ªo Nervi¨®n) o muy guadalquivire?o (r¨ªo Guadalquivir). ?Y a qu¨¦ lado de tan ingeniosa raya caen los pobres espa?oles? Naturalmente, a la derecha de la raya (pa¨ªses o provincias ricos) hay m¨¢s pobres invisibles, porque la riqueza social, al pobre, ya que no buenos alimentos, le da invisibilidad, levitaci¨®n e intangibilidad. Hace de un frotaesquinas un ¨¢ngel m¨²sico de Florencia. A la izquierda de la raya (Extremadura, Andaluc¨ªa, La Mancha) los pobres se hacen groseramente tangibles, los m¨²sicos angelicales y florentinos llevan boina con caspa. Es la Espa?a negra de Solana, Verheren y otros. Madrid, como islote at¨ªpico de la econom¨ªa, como Malvina estad¨ªstica, sigue siendo, seg¨²n Valle-Incl¨¢n, un sitio "brillante, absurdo y hambriento".
Tras la lectura de tu libro, Ram¨®n, amor, he salido a la calle madrile?a a tocar a mis pobres, como una dama del ropero, pues que si el psocialismo, en lugar de remediarlos, decidiera invisibilizarlos, todo habr¨ªa terminado. "?Y usted cu¨¢ntos d¨ªas lleva sin comer?". "Cinco, se?orito". Menos mal, qu¨¦ alivio.
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