'Malvaloca' , setenta a?os despu¨¦s
Serafin y Joaqu¨ªn, los hermanos Alvarez Quintero, eran, por antonomasia, los ilustres saineteros. Han hecho gastar litros y litros de tinta: no s¨®lo la que ellos utilizaron para su enorme fertilidad de escritores, sino la que se ha empleado en una pol¨¦mica de casi un siglo para saber si eran o no eran: el p¨²blico nunca tuvo dudas, pero los intelectuales son otra cosa, un cedazo m¨¢s fino. Hasta que Luis Cernuda no les reivindic¨® -por esp¨ªritu andaluz, sobre todo-, la generaci¨®n del 27 no les acept¨® nunca.Uno de los cr¨ªticos que m¨¢s hicieron por poner orden en el teatro espa?ol, P¨¦rez de Ayala, lleg¨® a la conclusi¨®n de que creaban tipos, pero no caracteres, y a la lapidaria y exacta frase de que en el teatro de los ilustres saineteros" se encuentran "contrariedades, pero no conflictos". En cambio, Leopoldo Alas Clar¨ªn vi¨® virtudes muy espa?olas, entre ellas riqueza, frescura, originalidad, espontaneidad y gracia. Los andaluces profundos siempre han tenido, con respecto a ellos, una posici¨®n m¨¢s bien inc¨®moda: por una parte, la molestia, porque jam¨¢s penetraron -ni lo pretendieron- en el verdadero drama andaluz; estaban en la parte de los se?oritos, aun cuando buscaran temas que consideraban populares; por otra, la admiraci¨®n por c¨®mo quedaba descri ta la superficie, la ligereza, la suavidad, la dulzura de vivir. El calor, el patio, el rosal, la mocita la cancela: el t¨®pico. Pero una cierta forma de t¨®pico, una cierta sensibilidad para contarlo.
Una versi¨®n de Malvaloca se emite hoy, a las 21.35, por la primera cadena.
Janice Yoes (Brunilda), Helena Doese (Sieglinde),, Franz Grundheber (Wotan), Julia G. Casamayor (Gerhilde), A delina A lvarez (Ortlinde), Magarita Barreto (Waltraute), Emilia M. Arija (Schwerileite), Beatriz Melero (Helmwinge), Evelina Marcote (siegrune), Silvia Leivinson (Grimgerde), Celia Langa (Rossweise). Orquesta Nacional de Espa?a. Director: Franz, Paul Decker.
Quiz¨¢ si los hermanos Alvarez Quintero se hubieran quedado en la superficie del sainete -Arniches lo llev¨® a una profundidad mayor-, de la mera comedia de costumbres, hubieran encontrado mayor facilidad en los medios intelectuales y en la exigencia de un cierto rigor. No lo hicieron, buscaron el drama, y por ah¨ª fueron mucho m¨¢s vulnerables.
Uno de esos dramas fue Malvaloca, estrenada en 1912, hace ahora algo m¨¢s de setenta a?os. Inspirada en una copla popular -como parte de sus comedias-, la Malvaloca era una mujer ca¨ªda y en trance de redenci¨®n. Retratistas demujeres, estos dos solterones perd¨ªan la mano cuando el teatro quer¨ªa ser hondo. As¨ª les paso despu¨¦s en Cancionera, y as¨ª en Madreselva. Desde luego, en Malvaloca.
Las intenciones de los programadores de teatro en televisi¨®n son siempre oscuras. Quedan en la oscuridad porque han elegido esta obra con un problema femenino para pasarla por una pantalla ante la cual las mujeres -y los hombres- de hoy esperan ver problemas muy distintos de los que les aflig¨ªan a principios de siglo, y una comedia dram¨¢tica en la que el talento costumbrista de los Alvarez Quintero se ahoga en el sentimentalismo. Rozaron muchas veces la cursiler¨ªa, alguna vez cayeron en ella y les rond¨® en mucho en Malvaloca. Lo que de una antigua gracia alada puede ser el dudoso atractivo de esta versi¨®n.
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