La fraternidad
Si la envidia es una pasi¨®n que escinde y divide a los hombres, la amistad, por el contrar¨ªo, une y estrecha las relaciones cordiales. Sin embargo, la fraternidad es una ligaz¨®n todav¨ªa m¨¢s honda y firme, quiz¨¢ mas¨®nica y circular, una rosa de la raz¨®n (Hegel). La amistad conserva, pese a los v¨ªnculos que crea, una distancia o lejan¨ªa de los seres, pues salvaguardan cada uno de los amigos, el santuario o intimidad secreta de la soledad, pese a que el di¨¢logo crea la amistad. Podemos ser amigu¨ªsimos, derramarnos en confidencias rec¨ªprocas, sin des velar la esencia misteriosa, en profundidad de nuestro ser. Adem¨¢s, los amigos m¨¢s ¨ªntimos sue len convertirse en ac¨¦rrimos enemigos, pues la ¨ªntima vinculaci¨®n suscita enconadas rabias nacidas de heridas rec¨ªprocas causadas por el estrecho contacto. Sin embargo, la fraternidad aut¨¦ntica no produce estas violentas rupturas de la unidad humana, pues se conserva siempre una solidaridad entra?able, de ra¨ªz. En este sentido, Unamuno comete el error de atribuir a la hermandad el origen de esos odios violentos que s¨®lo pueden nacer, dice, entre hermanos, los que est¨¢n unidos por una misma sangre. PeroPasa a la p¨¢gina 10
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estos conflictos fraternales no nacen por la estrechez del trato y del contacto, sino por la disparidad o diferencia de temperamentos, humus sangu¨ªneo de los hermanos dentro de la misma identidad o parentesco gen¨¦tico-an¨ªmico. La fraternidad de la que hablamos es una amistad renovada y trascendida que supera, pero sin suprimir las ¨¢speras singularidades individuales.
Ahora bien, si la fraternidad es la pasi¨®n de la amistad, es tambi¨¦n una idea universal. Individual en su origen, es una pasi¨®n que nace entre individuos afines o dispares y que se eleva a una idea de proyecci¨®n trascendente, hasta convertirse en una ideolog¨ªa. Debemos indagar la historia de esta idea como fantasma que recorre el mundo. Para los cristianos primitivos, la fratr¨ªa es una solidaridad de grupo o secta perseguida. Pero, de hecho, la fraternidad es para el cristiano la conmiseraci¨®n o compasi¨®n rec¨ªproca por los sufrimientos vividos o que se viven por el mero hecho de existir. Es, pues, un sentimiento de piedad dolorosa, compartida en com¨²n y, que refuerza la resignaci¨®n ante las maldades del mundo.
Algunos, los rebeldes, m¨¢s desesperados, conf¨ªan en la apocalipsis y en una nueva creaci¨®n del mundo, surgida de las ruinas del diab¨®lico y corrupto. Corno sentimiento oscuro pervive durante toda la Edad Media y se convierte en idea dominante con la libertad e igualdad dentro de la trilog¨ªa dial¨¦ctica de la Revoluci¨®n Francesa. Mientras la libertad y la igualdad asumen una configuraci¨®n pol¨ªtica la primera, y social la segunda, la fraternidad se hunde en las catacumbas de las sectas revolucionarias y reaparece como una nueva religi¨®n revolucionaria.
Estas sectas religiosas, entre ellas, la teophilantrop¨ªa, cuyas relaciones con la conspiraci¨®n de Babeuf sac¨® a luz. el historiador Mathiez revela la hondura de este sentimiento ideal de la fraternidad. Pues los teophilantropos se propon¨ªan una renovaci¨®n moral de la sociedad, lo que ahora se llama el cambio ¨¦tico por el estrechamiento de los lazos del amor fraternal. En el fondo, se propon¨ªan sustituir a, la antigua religi¨®n por una nueva que aumentase los lazos de la hermandad y fuese un medio poderoso de regeneraci¨®n, como dijo Robespierre. Pero al convertirse la fraternidad de pasi¨®n sentimental y natural en religi¨®n abstracta de los pueblos, en filantrop¨ªa, se racionaliz¨® o idealiz¨® beat¨ªficamente, en humanismo abstracto, su intr¨ªnsica ideolog¨ªa universal y revolucionaria. Hegel habla en el manuscrito posterior de Francfort, El esp¨ªritu del cristianismo y su destino de la insipidez y artificialidad de esa brillante idea que es la filantrop¨ªa universal. As¨ª, en una abstracci¨®n nobil¨ªsima, perece la idea de la fraternidad humana, esa pasi¨®n unitiva de los hombres. En realidad, su fracaso obedece a la derrota jacobina, al hundimiento de esos ideales de igualdad de fortunas y de propiedades en que se basaba la ideolog¨ªa rousseauniana. Al crearse una sociedad competitiva, liberal y no igualitaria, de rivalidades exasperadas y de luchas ardientes de individuos fren¨¦ticos y posesivos, desaparecen las bases positivas para el triunfo de la fraternidad. S¨®lo la masoner¨ªa, esa internacional burguesa, guard¨® celosamente en sus l¨®bregos misterios, aunque deformada como esp¨ªritu corporativo, la idea de la fraternidad. Pero esta pasi¨®n ideal subyace y trabaja como un topo en las corrientes subterr¨¢neas de la historia. Pero va a renacer, salir a la luz desde sus cuevas humildes y l¨®bregas, pero ya no como una filantrop¨ªa abstracta o idea universal o teor¨ªa brillante, sino como una pr¨¢ctica cotidiana de ciertos hombres, ejemplares humanos, cuyo "calor doctrinal, fr¨ªo y en barras" (Vallejo) desesperar¨ªa al entendimiento o inteligencia liberal. Estos hombres viv¨ªan la experiencia cristiana y sencilla de la hermandad y la realizaban en su experiencia concreta, pero sin darse cuenta de ello, en la humildad de su condici¨®n de pan cotidiano compartido. El mundo cobr¨® conciencia de que exist¨ªan debido a la aparici¨®n de la novela La condici¨®n humana, de Mairaux.
All¨ª aparec¨ªan unos individuos extra?os que sent¨ªan entre ellos esa comuni¨®n de destinos y el compa?erismo que Malraux llamaba la fraternidad viril. S¨®lo la pr¨¢ctica de esta hermandad justifica las deformaciones o las sinuosidades estrat¨¦gicas de la teor¨ªa. Porque, en definitiva, es la praxis que salva a la teor¨ªa, que confirma su veracidad. Y toda esta incursi¨®n te¨®rica que he dado es Para lamentar la desaparici¨®n de uno de esos admirables ejemplares humanos que vivieron la fraternidad como destino. Me refiero a Francisco G¨®mez V¨¢zquez, un obrero tipogr¨¢fico, guerrillero en Galicia, combatiente en la clandestinidad de Comisiones Obreras, luchador antifascista durante toda su vida. Hablando con ¨¦l, aprendimos los que le o¨ªamos la verdad sencilla y simple de que la igualdad de los hombres solamente puede nacer de la conciencia de su fraternidad.
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