Una pol¨ªtica para la ciencia en Espa?a
Tradicionalmente, la sociedad, la cultura y la Administraci¨®n espa?olas se han desentendido de la ciencia. La investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica se ha considerado como un lujo o como una actividad marginal, que no ha merecido una adecuada atenci¨®n por parte del poder p¨²blico o de las empresas privadas. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos se han producido algunos movimientos de toma de conciencia, tanto entre los profesionales agrupados en los centros p¨²blicos de investigaci¨®n como entre la clase pol¨ªtica. De los primeros citar¨¦ s¨®lo dos ejemplos: el informe sobre Situaci¨®n y perspectivas de la investigaci¨®n p¨²blica espa?ola, elaborado por los principales responsables de los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n (OPI), que se public¨® el pasado mes de julio, y el libro de reciente aparici¨®n Apuntes para una pol¨ªtica cient¨ªfica (Dos a?os de investigaci¨®n en el CSIC: 1980-1982), que constituye un documento de excepcional importancia para conocer la evoluci¨®n que ha experimentado en los ¨²ltimos tiempos el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas con el nuevo equipo directivo, bajo la presidencia de Alejandro Nieto.Respecto a la creciente sensibilidad de la clase pol¨ªtica ante el tema de la investigaci¨®n, citar¨¦ tres ejemplos. En primer lugar, el hecho incuestionable de que los ¨²ltimos ministros de Educaci¨®n y Universidades han demostrado un notable inter¨¦s por la pol¨ªtica cient¨ªfica, aumentando las dotaciones econ¨®micas de la Comisi¨®n Asesora de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica, iniciando el inventario de los recursos cient¨ªficos del pa¨ªs, preparando sendos proyectos de ley sobre ciencia y tecnolog¨ªa, etc¨¦tera. Un segundo dato interesante ha sido la publicaci¨®n, el 25 de junio pasado, del dictamen de la comisi¨®n especial del Senado para el estudio de los problemas que afectan a la investigaci¨®n cient¨ªfica espa?ola, aprobado por unanimidad en, la C¨¢mara Alta.
Por ¨²ltimo, est¨¢ el hecho significativo de que en el programa electoral del PSOE figure todo un cap¨ªtulo dedicado al tema de la investigaci¨®n, en el que se recogen los puntos fundamentales de lo que ser¨¢ la pol¨ªtica cient¨ªfica del nuevo Gobierno.
As¨ª, pues, la situaci¨®n es esperanzadora. Sobre todo si se tiene en cuenta que, m¨¢s all¨¢ de la diversidad de opciones pol¨ªticas o de las peculiaridades de la situaci¨®n de cada centro de investigaci¨®n, en todos los casos citados se puede constatar una coincidencia de planteamientos e incluso de apuntes de soluci¨®n a los problemas de la pol¨ªtica cient¨ªfica.
Cabe, en efecto, se?alar como m¨ªnimo los siguientes puntos de coincidencia, a partir de los cuales se puede dise?ar una pol¨ªtica nacional de la ciencia y de la t¨¦cnica a medio plazo:
1. Todo el mundo reconoce la escasez de recursos econ¨®micos y humanos que se dedican en Espa?a a la investigaci¨®n. De acuerdo con cifras ya sabidas, pero que quiz¨¢ habr¨ªa que contrastar con los datos de los ¨²ltimos a?os, el porcentaje del PIB que se destina en Espa?a a investigaci¨®n no pasa del 0,4%, lo que coloca a nuestro pa¨ªs en el furg¨®n de cola de los pa¨ªses desarrollados. El programa del PSOE se fija como objetivo cuantitativo doblar este porcentaje a lo largo de la presente legislatura.
2. Est¨¢ tambi¨¦n generalizado el convencimiento de que, si escasos son los recursos de que se dispone, m¨¢s escasa es a¨²n la racionalidad y la eficacia en el empleo de esos recursos. Y existe tambi¨¦n una amplia coincidencia al se?alar los puntos negros de la organizaci¨®n de la investigaci¨®n en Espa?a, as¨ª como el tipo de soluciones que se requieren para eliminarlos: por una parte, se requiere una profunda reforma estructural y administrativa que contemple la posibilidad de una mejor coordinaci¨®n de los diversos organismos que se dedican a la investigaci¨®n y que les dote de una mayor flexibilidad, autonom¨ªa y capacidad de gesti¨®n; por otra parte, es imprescindible la definici¨®n de una pol¨ªtica de investigaci¨®n a medio plazo que fije los objetivos prioritarios de inter¨¦s nacional y permita una planificaci¨®n racional de todo el sistema. As¨ª, pues, reforma estructural, definici¨®n de objetivos y articulaci¨®n de toda la pol¨ªtica de la ciencia, desde criterios de racionalidad, eficacia e inter¨¦s nacional, constituyen la clave de toda futura pol¨ªtica cient¨ªfica.
3. Por ¨²ltimo, existe tambi¨¦n un amplio acuerdo respecto a la necesidad de lograr una mayor integraci¨®n del sistema de la investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica con el sistema productivo, por una parte, y con la cultura y el sistema educativo, por otra. Lo primero es esencial porque la posibilidad de que la industria, la agricultura y los servicios, es decir, la econom¨ªa del pa¨ªs, se beneficien de la investigaci¨®n es una de las razones b¨¢sicas para pedir a la sociedad que financie los costes de una pol¨ªtica cient¨ªfica de largo alcance. Lo segundo es igualmente importante porque, sin un medio cultural y educativo adecuados, la ciencia dif¨ªcilmente va a poder desarrollarse y crecer, porque, adem¨¢s, el enriquecimiento de la cultura cient¨ªfica del pa¨ªs es en s¨ª mismo un bien social.
Las dificultades
La existencia de este amplio acuerdo sobre temas b¨¢sicos y la disponibilidad del nuevo Gobierno para afrontar con decisi¨®n y eficacia el tema de la pol¨ªtica cient¨ªfica definen una situaci¨®n in¨¦dita en la historia de Espa?a que nos permite mirar al futuro inmediato con esperanza. Pero para que esta esperanza no se vea frustrada ser¨¢ necesario superar todav¨ªa muchas dificultades. Se?alar¨¦ aqu¨ª las tres que me parecen m¨¢s importantes:
1. Una gran parte del sistema de la investigaci¨®n cient¨ªfica depende de las universidades. Es cierto que el tipo de investigaci¨®n que en ellas se lleva a cabo difiere, por su car¨¢cter b¨¢sico, del tipo de investigaci¨®n que predominantemente se hace en los OPI. Pero tambi¨¦n es cierto que la universidad es esencial para la formaci¨®n de los futuros investigadores, que las fronteras entre la investigaci¨®n b¨¢sica y la aplicada no siempre son n¨ªtidas y que, en todo caso, para garantizar un desarrollo sostenido de la ciencia aplicada es imprescindible que se potencie tambi¨¦n el desarrollo de la ciencia b¨¢sica. Parece, sin embargo, que, a diferencia de lo que ha ocurrido en el Consejo y en otros OPI, en las universidades no existe -salvo honrosos casos aislados- el mismo nivel de conciencia respecto a la necesidad de definir una pol¨ªtica cient¨ªfica global para el pa¨ªs. Si esta apreciaci¨®n es correcta, la situaci¨®n podr¨ªa llegar a ser grave, porque cualquier programa de relanzamiento de la investigaci¨®n que no contara con la cooperaci¨®n activa de las universidades experimentar¨ªa, tarde o temprano, una yugulaci¨®n insalvable. Habr¨ªa, pues, que hacer una invitaci¨®n a las universidades para que se sumaran a este amplio movimiento autocr¨ªtico y de revisi¨®n de su propio papel en la pol¨ªtica cient¨ªfica del pa¨ªs.
2. Otro de los puntos cr¨ªticos de la futura pol¨ªtica de la ciencia y de la t¨¦cnica va a estar, sin duda, en el sector privado. La participaci¨®n de las empresas privadas en la investigaci¨®n espa?ola ha disminuido durante los ¨²ltimos anos y en la actualidad es pr¨¢cticamente insignificante. Es cierto que en una ¨¦poca de crisis econ¨®mica les tiene que resultar dif¨ªcil dedicar recursos a una actividad cuya rentabilidad no es ni inmediata ni segura. Aqu¨ª, el sector p¨²blico tendr¨¢ que seguir cargando con la mayor cuota de responsabilidad, y la participaci¨®n del sector privado en la investigaci¨®n tendr¨¢ que descansar en f¨®rmulas de cooperaci¨®n con los organismos p¨²blicos. Pero para ello es preciso que las empresas cambien en buena medida su mentalidad, que sean al menos capaces de generar una demanda sostenida de innovaci¨®n tecnol¨®gica y de participar con el sector p¨²blico en el crecimiento de la investigaci¨®n.
3. Por ¨²ltimo, hay un punto dif¨ªcil para la futura pol¨ªtica cient¨ªfica del pa¨ªs, derivado del proceso de construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas. Frente a lo que a veces se ha dicho, estoy convencido de que la eficacia del sistema de investigaci¨®n de un pa¨ªs no siempre aumenta con la concentraci¨®n de recursos, la jerarquizaci¨®n de las estructuras y el centralismo a ultranza. Por consiguiente, la definici¨®n de una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional no deber¨ªa ser incompatible con la transferencia de determinados organismos y competencias del Estado a las comunidades aut¨®nomas. Pero, por otra parte, es evidente que en este campo cualquier esfuerzo en pro de la coordinaci¨®n de todo el sistema redundar¨¢ en una mayor productividad de ¨¦stos. En este asunto, como en tantos otros de la pol¨ªtica espa?ola actual, es preciso lograr un equilibrio entre la autonom¨ªa de los diversos componentes del sistema y su necesaria coordinaci¨®n nacional.
Para que la futura pol¨ªtica cient¨ªfica se asiente sobre una base s¨®lida y duradera, es deseable que el acuerdo que hoy ya existe sobre puntos fundamentales se ampl¨ªe y se profundice en relaci¨®n con esos puntos problem¨¢ticos que acabamos de se?alar. La experiencia de la pasada legislatura, en que una comisi¨®n especial del Senado logr¨® definir con gran acierto los problemas b¨¢sicos y de car¨¢cter general que afectan a la investigaci¨®n en Espa?a, deber¨ªa continuarse en la presente legislatura, intentando que una nueva comisi¨®n de similares caracter¨ªsticas sirviera como catalizador de ese proceso de profundizaci¨®n en el conocimiento de los problemas y de .convergencia de opiniones y de propuestas pol¨ªticas que tan necesario va a ser si se desea de verdad que en la pol¨ªtica cient¨ªfica del pa¨ªs se produzca tambi¨¦n ese cambio que la mayor¨ªa deseamos.
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