193, Melrose Avenue la 'casa de los horrores'
La polic¨ªa londinense sigue encontrando restos del asesinato m¨²ltiple m¨¢s espectacular, de la historia brit¨¢nica
Las historias de cr¨ªmenes son siempre tristes o s¨®rdidas. La de la casa de la muerte, un bonito edificio eduardiano de un tranquilo barrio londinense, en la que se acaban de descubrir restos de diecis¨¦is cuerpos, lo es tanto por la personalidad del presunto asesino -un normal funcionario, amante de la poes¨ªa y de la m¨²sica- como por la de sus v¨ªctimas, hombres de 20 a 40 a?os, huidos de sus domicilios familiares o carentes de ¨¦l, con tan pocas ra¨ªces como para que una gran parte de ellos pueda permanecer para, siempre sin identificar. Ser¨¢n los muertos an¨®nimos de un desequilibr¨ªado, tan aparentemente normal que pudo comenzar su carnicer¨ªa hace siete u ocho a?os sin que nadie a su alrededor se diera cuenta, en tan largo espacio de tiempo, de que algo extra?o suced¨ªa.
El crimen masivo m¨¢s espectacular de la larga historia de grandes cr¨ªmenes que aqueja a este pa¨ªs se descubri¨®, como en las novelas, por casualidad. Una pareja de reci¨¦n casados que acababa de alquilar un apartamento en el n¨²mero 23 de Cranley Gardens llam¨® a un fontanero para que desatascara un desag¨¹e del inmueble. La lluvia y la nieve, mezclada con hojas y basura, produc¨ªa un desagradable olor. El fontanero, Michael Crottan, descubri¨® la aut¨¦ntica raz¨®n "Restos humanos como para llenar dos cajones", dijo. La polic¨ªa encontr¨® dos cabezas. En total, tres hombres hab¨ªan sido estrangulados y sus cuerpos cortados en peque?os pedazos.Nadie ha explicado todav¨ªa por qu¨¦ los agentes detuvieron inmediatamente a un hombre que habitaba en la casa de enfrente, ni c¨®mo fue a parar, pocas horas despu¨¦s, a otra casa, el 193 de Melrose Avenue, la casa de los horrores, como la denomina la Prensa popular, en la que una semana despu¨¦s todav¨ªa escarba a la b¨²squeda de huesos y objetos de la v¨ªctima. Probablemente, el propio detenido confes¨® de plano. De momento, la polic¨ªa calla.
?C¨®mo es un hombre que probablemente ha matado y troceado a 16 de sus cong¨¦neres? El presunto asesino se llama Denis Andrew Nilsen y tiene 37 a?os. Naci¨® en un peque?o puerto pesquero escoc¨¦s, Fraserburg, Aberdeenshire, hijo de un soldado noruego y de. una joven escocesa. Sus padres, que hab¨ªan protagonizado uno de tantos romances de guerra, se divorciaron, pero no parece que el joven Denis sufriera mucho con la separaci¨®n.
Buen alumno, buen cocinero
En el colegio obtuvo siempre mejores calificaciones en las asignaturas relacionadas con el arte y no ten¨ªa problemas con sus compa?eros. Tal vez -recuerda un antiguo vecino- ten¨ªa demasiada influencia entre otros ni?os de su edad o m¨¢s peque?os. Cuando termin¨® sus estudios, su madre, Elisabeth Scott, pens¨® que iniciar¨ªa alguna actividad relacionada con el arte, o que ir¨ªa a la universidad. Sin embargo, Denis lleg¨® un d¨ªa a casa y anunci¨®: "Me enrolo en el Ej¨¦rcito".
Cuando dej¨® el Ej¨¦rcito era sargent¨®. Volvi¨® a su pueblo y su fa.milia le recibi¨® bien. Su madre cuenta: "Fue bueno tenerle en casa, Cocinaba platos estupendos para toda la familia". Sin embargo, Denis no se qued¨® mucho tiempo. Un mes m¨¢s tarde viaj¨® a Londres y, gracias a sus buenas referencias militares, ingres¨® algo despu¨¦s en la Policia Metropolitana. Las fotos de la ¨¦poca muestran a un joven luciendo orgullosamente su casco y uniforme azul de bobby. No debi¨® sentirse muy a gusto, pese a todo, porque un a?o m¨¢s ,tarde abandon¨® la polic¨ªa y, siempre con buenos informes, se conviti¨® en funcionario. Cuando fue detenido ocupaba un cargo intermedio en una oficina de desempleo. Era -afirman sus jefes- "un prometedor ejecutivo".
Durante todo este tiempo, Denis mantuvo poca relaci¨®n con su familia. "Yo le llam¨¦ por tel¨¦fono alguna vez" cuenta su madre, que se ha vuelto a casar. "Siempre me contaba cosas de su trabajo, de la ¨®pera (le gusta mucho la m¨²sica) y de su perro, Blip. Nunca me dijo nada de sus amigos".
Probablemente, Denis hab¨ªa iniciado ya su doble vida, los asesinatos m¨¢s antiguos datan, al parecer, de siete u ocho a?os atr¨¢s. El m¨¢s reciente ocurri¨® hace s¨®lo unas semanas.
La afici¨®n del antiguo soldado y cocinero por la m¨²sica y la poes¨ªa se sigui¨® desarrollando. Unos obreros que realizaron algunos trabajos en la casa de la.muerte encontraron un peque?o poema, posiblemente escrito por Nielsen. "Estaba escrito.en un pedacito de papel, era peque?o y conmovedor. Hablaba de la soledad y de un mundo hostil", relat¨® uno de los trabajadores. Cuando compareci¨® ante el tribunal que decret¨® su encarcelamiento provisional, Nielsen, que ten¨ªa las manos esposadas a dos polic¨ªas, parec¨ªa triste y cansado, aunque permaneci¨® muy tieso ante el juez. Denis es alto, delgado, bien parecido. Lleva gafas de montura clara y se viste con pulcritud funcionarial: camisa azul, chaqueta de tweed gris y pantalones grises. Aquel d¨ªa completaba su atuendo un delgado anorak azul oscuro.
Si se confirman las hip¨®tesis de la polic¨ªa, Nielsen rondaba por las noches por los pubs o tabernas londinenses a la b¨²squeda de hombres j¨®venes, sin domicilio fijo. La polic¨ªa calcula que 30.000 personas -j¨®venes que se han ido de sus casas, muchachos itinerantes que van de una ciudad a otra, desempleados de larga duraci¨®n- buscan cada noche en la gran ciudad un lugar caliente donde descansar.
"Cuando se tiene fr¨ªo y no se sabe d¨®nde ir, siempre es una tentaci¨®n el ofrecimiento de una cama para unas horas", cont¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n un joven que hab¨ªa visitado la casa de la muerte d¨ªas antes de producirse el macabro descubrimiento. El joven, de entre veinticinco y treinta a?os, relat¨® que se despert¨® sobresaltado y vio a Nielsen detr¨¢s de su cama. "Me asust¨¦ tanto que ya no pude dormir y en cuanto se hizo de d¨ªa me fui. El dorm¨ªa".
Siempre seg¨²n las hip¨®tesis policiales, Nielsen estrangulaba a sus v¨ªctimas. Imposible saber, por el momento, si exist¨ªan relaciones sexuales previas. Nadie quiere aventurar nada, pero parece probable que haya implicaciones sexuales, reprimidas o no.
Estrangulador y matarife
Despu¨¦s de matar a sus v¨ªctimas, el asesino las cortaba en pedazos muy peque?os. Vayan los expertos a saber por qu¨¦, algunas veces sumerg¨ªa los restos en agua hirviendo. En todo caso, los treinta aspirantes a bobby -de 17 a 19 a?os, tres de ellos mujeres- que rastrean estos d¨ªas palmo a palmo el jard¨ªn de la casa y un solar inme diatoitienen que escarbar la tierra con los dedos para encontrar los diminutos restos de huesos, de menos de 15 cent¨ªmetros, que servir¨¢n para poder un d¨ªa establecer la identidad de los muertos.
La soluci¨®n del dram¨¢tico roin pecabezas ha sido encomendada a un pat¨®logo gal¨¦s, el doctor David Bowen, del hospital de Charing Cross, en Londres. El deber¨¢ esta blecer cu¨¢ntas personas fueron asesinadas exactamente -la polic¨ªa cree que fueron 16- cu¨¢l era su sexo, edad aproximada, talla peso y raza. Pocos datos, sin embargo, si se tiene en cuenta que existen no menos de 7.000 denuncias de hombres desaparecidos en los ¨²ltimos cinco a?os, sin contar los casos que nunca fueron advertidos a la polic¨ªa o los de extranjeros de paso. La ¨²nica esperanza la constituyen las piezas dentales que se han encontrado (los dentistas de Londres recibir¨¢n una detallada descripci¨®n para que comparen con sus archivos) y algunos restos de ropa y objetos personales.
Alg¨²n d¨ªa, los soci¨®logos y psic¨®logos explicar¨¢n por qu¨¦ se dan en Gran Breta?a tantos casos de asesinatos masivos, rodeados siempre de detalles macabros. Tal vez intervenga el hecho de que se trata de una isla, o el que sea una sociedad profundamente puritana y represiva, pese a las apariencias. Pero estos datos objetivos se dan tambi¨¦n en otros muchos lugares del mundo donde la aparici¨®n de un estrangulador es, sin embargo, un hecho aislado o desconocido.
En Gran Breta?a, sin embargo, este personaje se reproduce con una cierta cadencia. Ingl¨¦s era el famoso Jack que estrangul¨® a seis prostitutas en los muelles de Londres y que nunca fue detenido. Ingl¨¦s, Peter Sutcliff, que asesin¨® a 13 mujeres y cumple ahora cadena perpetua. Inglesa, Mary Ann Cotton, una mujer que fue colgada en 1873, acusada de haber envenenado a 14 personas. Ingl¨¦s es tambi¨¦n un muchacho que se hace llamar Bruce Lee, en honor de su h¨¦roe, el actor-karateka de igual nombre, y que, seg¨²n propia confesi¨®n, caus¨® la muerte de 26 personas en incendios provocados.
Bruce, que es epil¨¦ptico y tiene ahora veinte a?os, est¨¢ internado en un hospital psiqui¨¢trico y nunca se sabr¨¢ si su historia es completamente cierta o no. Seg¨²n una investigaci¨®n realizada por el diario The Times, diez de los incendios que se atribuye tuvieron un origen puramente accidental. Otros tantos, sin embargo, son obra suya, seg¨²n la polic¨ªa. Cuando le preguntaron por qu¨¦ prend¨ªa fuego a las cosas y a las personas, contest¨® con una cita b¨ªblica: "Nadie puede servir a dos se?ores". Su ¨²nico se?or es el fuego.
Su desgraciado r¨¦cord o el del asesino de la casa de la muerte s¨®lo son batidos por un caso ocurrido en Estados Unidos. En 1977, un hombre fue condenado por haber matado a 33 personas, todas ellas tambi¨¦n hombres j¨®venes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.