Muchos 'expropiados' se enteraron por el BOE de que trabajaban para Ruiz-Mateos
El com¨²n denominador de lo que podr¨ªamos llamar los rumasos de a pie se enter¨® de la expropiaci¨®n del grupo por la radio, la televisi¨®n o los peri¨®dicos. Algunos tuvieron que tomar tila doble, porque al propio tiempo que les llegaba la noticia de la acci¨®n del Gobierno ca¨ªan por primera vez en la cuenta de-que su empresa pertenec¨ªa al holding de Ruiz-Mateos. Este fue el caso de la directora de Loewe en Bilbao, que acaba de declarar tal extremo a la Prensa, a?adiendo que a ella lo ¨²nico que le preocupa ahora es la moda primavera-verano.
Suerte que tiene, porque no pue den decir lo mismo los empleados de Galer¨ªas Preciados, que ayer mismo, en los almacenes sitos en la madrile?a calle de. Alcal¨¢, se lanzaban a todo tipo de suposiciones acerca de su futuro. "Anda que si no me puedo ir a Palma con mi marido", dec¨ªa una dependienta quejosa, mientras se daba rimmel en los lavabos. "S¨ª, chica, que igual vuelves y te encuentras con el so lar", apuntaba otra d¨¢ndole al bocata de mejillones. "Lo que importa", puntualiza una muchacha que trabaja en la secci¨®n de discos, "es que conservemos nuestro puesto de trabajo. Al fin y al cabo, ante de que nos vendieran a Rum¨¢sa est¨¢bamos peor. Ahora somos de la Administraci¨®n p¨²blica, y algo tendr¨¢n que hacer con nosotros, digo yo". "Eso es lo que dieen", -apunta un jefe de secci¨®n que precisamente est¨¢ leyendo un entrem¨¦s de Cervantes-y lo encuentra real corno la vida misma, "pero yo, de funcionario, me apunto al horario de antes que les quedaba tiempo por la tarde para comprar en El Corte Ingl¨¦s".La clientela tampoco lo tiene demasiado caro. "Tres panties por el precio de uno", anuncia un letrero. Y una se?ora entrada en a?os y carnes pregunta: "Esta, ?es por lo de Rumasa?". Su vecina se apunta Y pregunta si los art¨ªculos de Jap¨®n entran en la nacionalizaci¨®n. "Con las ganas que tengo yo de un bicho de esos que te pones en las orejas y oyes m¨²sica mientras ronca tu marido". .En Mantequer¨ªas Leonesas -dieciocho tiendas en Madridest¨¢n relativamente tranquilos, porque ¨¦ste es uno de los negocios rumaseros que funcionan como Dios manda. Porque, como dice una clienta, una anciana pulida y enjoyada, "al fin y al cabo, sea de quien sea esto, nosotros vamos a seguir haciendo lo mismo: comer y pagar por ello". El encargado de este establecimiento se enter¨® de la noticia por la SER, en la cama, y le falt¨® tiempo para poner la tele. ,"Pero a nosotros nadie nos ha dicho nada".
"Si es que son muy suyos, dice otra clienta, con acento de sudamericana concienciada: "Es que nunca tiran de la manta, pero el d¨ªa que tiren de la manta, v¨®s ver¨¦s lo que nos vamosa encontrar".
Sonre¨ªr beladamente
Si en este tipo de establecimientos populares una se encuentra con actitudes abiertas por parte del personal, no puede decirse lo mismo de Loewe, en la calle Serrano, de Madrid, en donde las vendedoras tienen la pr¨¢ctica de sonreir heladamente que s¨®lo proporcionan muchos a?os de colocarle al personal cinturones a fofoscientas mil pesetas.?C¨®mo dice?, pregunta la encargada cuando le decimos que somos de EL PA?S, y se le nota que intenta que no se le caigan las posturas. "No, no, aqu¨ª no pasa nada, ya ven - ustedes". Y, efectivamente, no parece ocurrir nada. Unos cuantos clientes, pocos, se deslizan por la moqueta color amostazado y, repentinamente, ante la mirada imperiosa de nuestra interlocutora, las dependientas se colocan en posici¨®n de bater¨ªa, como si se tratara de defender la honra de Ruiz-Mateos o el armi?o de su madre. "?Y el director? ?Podemos hablar con ¨¦l?". "Est¨¢ en su despacho, pero -mirada de atrezzo al relej en este momento debe de estar march¨¢ndose. Y nada de fotos aqu¨ª dentro, por favor".
As¨ª las cosas, le pregunto el precio de un bolso, un si es no es ama Loewe -no el de la abeja, que resulta mucho m¨¢s hortera- puesto por todas partes. "Son veinticinco mil", dice, modestamente, y luego me acompa?a a la puerta, mientras me da golpecitos para que se te pase la tos.
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