Mag¨¹i Mira y Mercedes Sampietro son Mar¨ªa Estuardo e Isabel de Inglaterra en un drama sobre la mujer escindida
Dos mujeres singulares de la historia, de cuyo desencuentro el cine y el teatro han dado cuenta en varias ocasiones, van a enfrentarse en el escenario del teatro Espa?ol de Madrid a partir del pr¨®ximo d¨ªa 2 de marzo. Isabel I de Inglaterra y Mar¨ªa Estuardo, dos formas de ser mujer en un mundo de hombres. Y un tercer personaje: la autora, la escritora italiana Dacia Maraini, que a partir de Schiller nos ofrece su versi¨®n del drama. Mercedes Sampietro y Mag¨¹i Mira se encargan de dar vida, respectivamente, a la reina virgen y su rival, Mar¨ªa de Escocia.
La escena es un espacio vac¨ªo, una totalidad color azul cobalto que se intensifica en los m¨¢rgenes como el atardecer de una vida. A ambos lados, dos garitas, refugio y prisi¨®n de Isabel y Mar¨ªa; la una, a solas con el poder, la otra, prendida de los sentimientos, dos mitades de la mujer completa que ninguna de las dos sabe, o puede, o la dejan ser. Mag¨¹i Mira, espl¨¦ndida actriz que sorprendi¨® a todos con su mon¨®logo de La noche de Molly Bloom, sacado del Ulises, de Joyce, habla con entusiasmo de esta nueva funci¨®n, y de su personaje:"Hay dos cosas que me interesan de esta obra. El reto que supone la propuesta de trabajo para m¨ª, que me fuerza a vivir al cien por cien como actriz, buscando, trabajando, sufriendo para crear. Y luego est¨¢ el tema del que trata, porque me hubiera gustado lo mismo hacer de Isabel que de Mar¨ªa: las dos hablan de lo mismo, de qu¨¦ es lo que puede hacer la mujer delante del poder establecido por el hombre. Mar¨ªa quiere tener el poder y al mismo tiempo ser fiel a su femineidad, y eso la conduce al fracaso, a la muerte, porque no le est¨¢ permitido. E Isabel triunfa, porque se amputa los sentimientos. Hay una frase de Mar¨ªa que da la clave: 'Una mujer joven que gusta del baile no puede votar las leyes del parlamento'".
Dice que, sobre todo ahora, en este momento de su vida, con 38 a?os y dos hijas de quince y diecisiete, esta funci¨®n le toca especialmente, "porque estoy entendiendo, por una serie de circunstancias concurrentes, lo que significa ser mujer. Quiz¨¢ porque veo c¨®mo crecen mis hijas, porque en mi trabajo me estoy encontrando con mujeres que me interesan, que tienen problemas similares a los m¨ªos, y a los que se enfrentan de maneras diferentes. Por un lado, aqu¨ª trabajo con Mercedes; por otro, estoy tambi¨¦n en la serie que sobre Teresa de Jes¨²s rueda otra mujer, Josefina Molina, con Concha Velasco, que es tambi¨¦n especial...".
Mercedes Sampietro, otra magn¨ªfica actriz, es muy distinta de Mag¨¹i: t¨ªmida, introvertida, una mujer de rasgos suaves popularizados por el cine a trav¨¦s de Gary Cooper que est¨¢s en los cielos y que ahora vuelve al teatro sin que esa experiencia le haya arrebatado hondura, ni entusiasmo.
"Yo no estoy viviendo la funci¨®n con la misma intensidad que Mag¨¹i", dice, "porque me encontr¨¦ antes en esas circunstancias de explosi¨®n en que ella est¨¢ ahora. A m¨ª, en principio, lo que me ha interesado es el texto, que creo que no es restringido, no se limita a una visi¨®n feminista de la problem¨¢tica, sino que se zambulle en muchas cuestiones de la vida que pueden ser comunes tanto a hombres como a mujeres. Por otra parte, f¨ªjate que encuentro similitudes entre mi personaje de la reina Isabel y el que interpret¨¦ en Gary Cooper... Es una persona que, en la forma, se ha tenido que hacer hura?a, desp¨®tica, con mal car¨¢cter, aparentemente, pero lo ha hecho por necesidad".
A?ade que Isabel, fundamentalmente, "me parece un cerebro privilegiado, un estallido de talento en todas sus manifestaciones, y tuvo que elegir el rol que m¨¢s le conven¨ªa, el que le daba el poder. Hab¨ªa una frase de mi personaje en Gary Cooper... que dice: 'No quiero necesitar a nadie para que no me decepcione', y que se corresponde con otra que Isabel pronuncia en la obra: 'El amor no es m¨¢s que una sumisi¨®n consentida, la emoci¨®n que te corre por dentro al dar tu consentimiento para que te chupen la sangre'. No es que Isabel no quiera el amor; lo que no quiere es que la deje indefensa. Es un gran personaje; me gustar¨ªa estar a su altura".
M¨¢s que dedicadas a interpretar a las dos reinas, Mag¨¹i y Mercedes parecen pose¨ªdas por ellas. Cuentan, para esa ceremonia simbi¨®tica, con oficiantes que les est¨¢n apoyando mucho. Emilio Hern¨¢ndez, que ha sido ayudante de Jos¨¦ Luis G¨®mez, en su deb¨² como director. Marina Saura, una ayudante en todo y para todo -"y una mujer estupenda", dicen, a d¨²o-, y Carlos Cytrynowski, autor del espacio esc¨¦nico, vestuario e iluminaci¨®n, por el que, insisten, se sienten arropadas como nunca. "Es la primera vez que participamos en un proyecto que traspasa los l¨ªmites de lo habitual". De Emilio Hern¨¢ndez dicen que es un hombre muy calmado, muy paciente, que modera con mucha inteligencia el impulso de las dos.
"Por primera vez", se extas¨ªa Mag¨¹i, "me siento empujada como actriz; no limitada". Y las dos afirman que se est¨¢n chupando mutuamente, que se lo est¨¢n dando todo, en una compenetraci¨®n que hubieran podido tener, seguramente, Isabel y Mar¨ªa de haberse conocido".
Porque lo asombroso es que las dos reinas, que tan importantes fueron la una para la otra, nunca estuvieron f¨ªsicamente frente a frente. "Y, sin embargo, eran complementarias, hasta el punto de que, y esto es hist¨®rico, Mar¨ªa dirigi¨® una carta a Isabel, cuando estaba a punto de ser ejecutada por orden suya, en la que le escrib¨ªa: 'Si una de las dos hubiera sido hombre, hubiera sido el matrimonio m¨¢s feliz de la historia. Yo os hubiera desposado gustosa'".
Esponsales que nunca se celebraron, aunque Isabel y Mar¨ªa estuvieran condenadas a compartir la misma historia, una en el lado de los ganadores, la otra en el de los vencidos.
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