La 'segunda batalla' de Par¨ªs estall¨® el a?o pasado
Ya lo dec¨ªa V¨ªctor Hugo: "Par¨ªs no es una ciudad, es un gobierno". El postulado es de actualidad como nunca, en v¨ªsperas de las elecciones municipales. Por ello, durante m¨¢s de un siglo, la capital vivi¨® sin alcalde, y era el Gobierno central quien, en definitiva, ordenaba, en lo esencial, al consejo municipal que administraba la villa, en 1975, bajo la presidencia de Valery Giscard d'Estaing Par¨ªs fue dotada de la ley de derecho com¨²n, y ya entonces el primer voto municipal dio lugar a una batalla de Par¨ªs fratricida entre los giscardianos, conducidos por su candidato, Michel d'Ornano, y los neogaullistas con Chirac al frente.La segunda batalla de Par¨ªs estall¨® el a?o pasado, cuando el Gobierno socialista, para descentralizar la gesti¨®n parisiense, decidi¨® modificar el derecho com¨²n de la capital francesa al aplicarle un estatuto especial consistente, en el origen, en convertir los veinte distritos de la capital en veinte ayuntamientos aut¨®nomos. El gobierno Chirac tembl¨® y desencaden¨® una guerra que ha quedado en los anales de la villa.
Por fin, los socialistas se salieron con la suya, pero cediendo terreno. En primer lugar, la nueva ley afectar¨ªa no s¨®lo a Par¨ªs, sino a las otras dos grandes ciudades francesas, Lyon y Marsella, de la que es edil n¨²mero uno un socialista, Gaston Defferre, el ministro de Interior, y de la descentralizaci¨®n. En segundo lugar, la autonom¨ªa de los veinte distritos fue diluida sustancialmente, es decir, Par¨ªs contin¨²a siendo, en gran medida, un gobierno en el seno del Gobierno.
Poder social
La nueva ley sobre el Estatuto de Par¨ªs, Marsella y Lyon estipula que, a partir de los comicios de los dos domingos inmediatos dichas ciudades se dotar¨¢n, primero, de un consejo municipal que, a su vez, elegir¨¢ el alcalde de la villa y, segundo, de un consejo de distrito que tambi¨¦n designar¨¢ su alcalde propio. El alcalde de la villa administra el conjunto de todos los asuntos del municipio y s¨®lo ¨¦l y sus concejales votan y controlan el presupuesto.
Los alcaldes de los distritos tienen poder en los sectores sociales, culturales, etc¨¦tera, espec¨ªficos de su barrio. El alcalde de la villa les afecta un presupuesto para cierto tipo de gastos de su distrito.
La tercera batalla de Par¨ªs, los d¨ªas 6 y 13 inmediatos, te¨®ricamente al menos, tiene otra especificidad en esta ocasi¨®n. Un comentarista cercano al Gobierno socialista los expresa as¨ª: "Con la mirada fija en el palacio del El¨ªseo, Jacques Chirac quiere convertirse en rey de Par¨ªs".
Como en tiempos de Hugo, la villa de Par¨ªs es el mejor trampol¨ªn para asaltar el poder central. Su victoria lo afirmar¨ªa como l¨ªder de la oposici¨®n conservadora liberal respecto a sus rivales, Giscard d'Estaing y el ex primer ministro, Raymond Barre.
Todos los pron¨®sticos dan a Chirac c¨®mo ganador, frente a una de las primeras figuras del socialismo franc¨¦s, el diputado Paul Quiles. La posibilidad m¨¢s imaginable de la victoria de es te ¨²ltimo se funda en una de las caracter¨ªsticas de la nueva ley para las grandes ciudades: que el n¨²mero de concejales es proporcional, en cada distrito, a la poblaci¨®n de este ¨²ltimo.
As¨ª es como, si la izquierda ganase en dos o tres distritos importantes, Jacques Chirac podr¨ªa tambalearse.
Pero los mismos socialistas consideran esa eventualidad como un sue?o. De los dos millones y medio de habitantes de Par¨ªs (once millones con la periferia), en las municipales de 1977 la izquierda consigui¨® el 35% del electorado y el 39,5%. en las presidenciales de 1981. De los veinte distritos, trece est¨¢n dirigidos actualmente por la derecha y siete por la izquierda.
Dos apuestas arriesgadas
La apuesta de Quiles es arriesgada. Y la de Chirac, de convertirse en rey de Par¨ªs, ganando en los veinte distritos, no lo es menos.
El combate derecha-izquierda se. repite en Marsella, de la que es alcalde desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo Defferre. Por primera vez, su contricante, el giscardiano Jean Claude Gaudin, parece amenazarle, pero los sondeos le conceden una victoria justa al ministro socialista de Interior.
En Lyon, ciudad conservadora como Par¨ªs, la derecha no ha conseguido unirse y los chiraquistas le oponen el diputado M¨ªchel Noir, al saliente, apol¨ªtico, Francisque Collomb, que pudiera ser reelegido.
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