Vidas vicarias
Dicen que Cynthia, la tercera esposa de Arthur Koestler, se suicid¨® con ¨¦l para no ser su viuda. Ciertamente debe ser dif¨ªcil ser la viuda de Arthur Koestler, su vicaria en el mundo. Si as¨ª fue por no ser la viuda de, acab¨® por morir con. Para evitar una vida vicaria vino a tener vicaria la muerte...La vida est¨¢ llena de vidas vicarias. Es dificil hallar una que, por lo menos en alg¨²n momento, no lo haya sido. En Los maias presenta E?a de Queiroz a un personaje (D¨¢maso Salcedo) vicario del protagonista (Carlos de Maia): "Salcedo no dej¨® a Carlos. Iba tras ¨¦l como atra¨ªdo por un im¨¢n... D¨¢maso imitaba a Maia con una minuciosidad escrupulosa. Le copiaba en todo...". Porque el vicario es un personaje asint¨®tico: tiende al otro, quisiera ser ¨¦l, pero nunca llega a tocarle ni a fundirse con ¨¦l. Su fin l¨®gico (mejor dicho, su medio l¨®gico para lograr el fin) ser¨ªa el asesinato seguido de la suplantaci¨®n. Pues si s¨®lo se destruye lo que se sustituye, s¨®lo se sustituye lo que se destruye.Muchos quiz¨¢ recuerden A pleno sol, aquella pel¨ªcula de Ren¨¦ Clement donde el pobre Alain Delon mata al rico Maurice Ronet para sustituirle en todo: en la ropa, en las vacaciones de Taormina, en el yate, en la cuenta corriente y en el amor de Marie Laforet... Delon es aqu¨ª un vicario asint¨®tico que, llevado por la l¨®gica humana, fuerza el destino superior de la geometr¨ªa y acaba en manos de la polic¨ªa. En este caso, la polic¨ªa era Euclides.
Podr¨ªamos hacer una interpretaci¨®n universal de la historia universal por el m¨¦todo de las vidas vicarias. Seguramente ser¨ªa tan v¨¢lida o tan falsa como cualquier otra. Vamos con algunos ejemplos. Por la teor¨ªa del vicariato y por el verbo vicariar se explica el clientelismo, la devotio ib¨¦rica y la crisis de UCD (excepto el caso de Landelino Lavilla, que eso s¨®lo Dios lo sabe).
Sigamos con los ejemplos pol¨ªticos. Uno: hablan quienes oyeron hablar a Gerardo Iglesias -sustituto o, al menos, sucesor de Carrillo en la secretar¨ªa general del PCE- de la similitud con su antecesor en la forma de expresi¨®n. El mismo tono cuasiclerical, el hablar pausado y convincente, hijo -aseguran los connaisseurs- de la parsimonia estaliniana y nieto, por tanto, de la educaci¨®n seminarista, porque aqu¨ª siempre llegamos al mismo sitio: siempre damos -que no topamos- con la Iglesia. Gerardo Iglesias ser¨ªa as¨ª, verbalmente, el secretario vicario, el vicario del secretario... Dos: en tiempos no monclo¨ªtas -y todo lo m¨¢s lejanamente moncloables ve¨ªamos al secretario general del PSOE y al vicesecretario general del mismo partido empanados de arriba abajo. Pero mientras el primero vest¨ªa pana de boutique, el segundo llevaba pana de guardajurado. Una era el lenguaje de la moderaci¨®n, y la otra, el escopetazo verbal de la tercerola. Y entre los parlamentarios socialistas de entonces corri¨® la moda panera: los moderados llevaban pana urbana; los radicales, pana rural. Aqu¨ª, el vicariato se expresaba por la piel. Y as¨ª como los hombres primitivos mataban al le¨®n para vestir su piel y robarle la fuerza, los j¨®venes pol¨ªticos socialistas vest¨ªan la pana con la esperanza de heredar el cargo.
Dir¨¢n ustedes, y acaso dir¨¢n bien, que esto son trivialidades. De acuerdo. ?Que qu¨¦ es no es trivialidad?
Pero es que el vicario explica m¨¢s cosas. Tener una vida vicaria es, en el fondo, un m¨¦todo para huir de la soledad. Y huir de la soledad es querer huir de la muerte. La muerte es la soledad radical. Toda la vicia del hombre no es m¨¢s que una in¨²til batalla por librarse de ella. Empe?o vano, pues en esta geometr¨ªa macabra no hay as¨ªntotas. Al final, la vida y la muerte siempre se encuentran. El hombre acaba por ser un "soldado de la guerra perdida de la vida", como escribi¨® Gil de Biedina. ?Que esto suena a tango? La vida, en el mejor de los casos, es como un tango mal cantado. O, por seguir con versos del autor de los Poemas p¨®stumos y las Moralidades, "la mejor poes¨ªa / es el Verbo hecho tango".
Tener una vida vicaria es huir de la soledad, huir del propio destino y vivir en el destino de otro. Es mirarse en el espejo de otro. Parece una costumbre saludable. Porque mirarse en el propio espejo puede resultar peligroso: Larra lo hizo segundos antes de pegarse un tiro. Claro que tambi¨¦n lo contrar¨ªo puede resultarlo: Cynthia es una prueba de ello. Y Delon, otra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.