La pintora Juana Franc¨¦s expone una antolog¨ªa de sus obras en Lisboa
La pintora espa?ola Juana Franc¨¦s expone, en la Fundaci¨®n Gulbenkian, de Lisboa, desde el 16 de marzo hasta el 20 de abril, m¨¢s de un centenar de obras que ilustran la evoluci¨®n de su arte desde el principio de la d¨¦cada de los sesenta. Se trata de la primera exposici¨®n individual de Juana Franc¨¦s en Portugal, pero la muestra tiene otros m¨¦ritos adem¨¢s de dar a conocer en el pa¨ªs vecino los trabajos de una figura importante de la pintura espa?ola contempor¨¢nea.Por el n¨²mero de obras reunidas y las excepcionales condiciones en que se realiza la exposici¨®n, Juana Franc¨¦s reconoce que se trata de un momento importante en su carrera. Y cabe aqu¨ª una referencia al papel destacado que desempe?a la Fundaci¨®n Gulbenkian, y en particular su director de exposiciones y muse¨®grafo, Jos¨¦ Sommer Ribeiro, en la divulgaci¨®n de las artes pl¨¢sticas espa?olas contempor¨¢neas, un papel insuficientemente reconocido y que, sobre todo, no tiene correspondencia en materia de divulgaci¨®n de las obras de artistas portugueses en Espa?a.
M¨¢s de cien cuadros, torres y assemblages de Juana Franc¨¦s se han reunido en la gran sala de exposiciones de la Fundaci¨®n, lo que permite abarcar el conjunto de la obra con una mirada que acompa?a la evoluci¨®n de su t¨¦cnica y de sus concepciones, sin quebrar el hilo conductor, hecho de coherencia y obstinada profundizaci¨®n de las concepciones est¨¦ticas y ¨¦ticas.
En este espacio, profundo como la nave de una catedral, y tambi¨¦n recortado en zonas de luces y penumbras, las grandes composiciones se destacan y ordenan como retablos o altares negros. Dentro de sus cajas -urnas- relicarios, los extra?os hombres-objeto emiten una luz, a la vez fr¨ªa y vibrante, que atrae, para golpear mejor la imaginaci¨®n con la contemplaci¨®n de sus repugnantes entra?as electr¨®nicas, hilos torcidos, ruedas, relojes.
En la ciudad as¨ª reconstruida, donde la vegetaci¨®n y hasta el aire han desaparecido, donde parece inconcebible que pueda vivir un p¨¢jaro o una flor o existir otro movimiento que el de las ruedas teledirigidas, las ventanas se cierran sobre la soledad, el vac¨ªo, el desespero. Cada ser incomunicable, seg¨²n la expresi¨®n de Juana Franc¨¦s, envuelto y separado de los dem¨¢s por tinieblas y barreras de s¨®lida arquitectura, parece al acecho de una se?al que no puede llegar porque el tel¨¦fono est¨¢ desconectado, y el enchufe cuelga en el vac¨ªo.
En el texto escrito para el cat¨¢logo de la exposici¨®n de Lisboa, Aranguren habla de "la luz simb¨®lic¨¢" que surge de estos escenarios, "de la amenaza angustiante que constituyen estos 'cuadros de mando' de nuestra existencia, transformada en inform¨¢tica y, parad¨®jicamente, incomunicable hasta la despersonalizaci¨®n. Con esta exaltaci¨®n simb¨®lica de los objetos que devoran y destruyen la vida del "hombre dentro de la ciudad", que Juana Franc¨¦s coloca sobre sus negros altares, es posible, dice Aranguren, "evitar que los utilizadores de estos artefactos se acostumbren a vivir cotidianamente con ellos..., que sus temores desaparezcan" y que olviden, "mediante la asiduidad, su tremendo simbolismo".
Al margen de la exposici¨®n, Juana Franc¨¦s presenta tambi¨¦n en Lisboa algunas decenas de sus ¨²ltimos trabajos, papeles, como los llama, paisajes submarinos y cometas. Aqu¨ª las formas ovales, que son una constante en toda su obra, se hacen m¨¢s ligeras y fluct¨²an, como peces o cometas, sobre fondos de colores delicados, verdes, azules o corales. Constituyen, m¨¢s que una huida, una moment¨¢nea evasi¨®n, una pausa.
Babelia
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