Los cuartetos con piano de Brahms
Cuartetos en do menor, Opus 60, y en la mayor, Opus 26 de Brahms.Cuarteto Emera
Centro Cultural de la Caja de Ahorros de Valencia. 22 de marzo de 1983.
Un cuarteto no es el mero encuentro, m¨¢s o menos azaroso, de cuatro instrumentistas competentes y conocedores de su oficio. Nuestros m¨²sicos padecen una fatiga m¨¢s onerosa que el hoy vituperado pluriempleo: padecen la polivalencia.
Sin evadirse de su doble funci¨®n de int¨¦rpretes, fieles a sus instrumentos propios, nuestros m¨²sicos ejercen su parte en los m¨¢s variados conjuntos, gandes y peque?os. Las partes permanecen, pero los todos cambian, con lo cual el curr¨ªculo se acrecienta, pero la m¨²sica corre las felicidades e infelicidades del azar. De ese modo, la m¨²sica se multiplica con la abundancia ficticia de los n¨²meros combinatorios.
La escucha de este denso programa, conteniendo dos de los tres admirables Cuartetos con Piano, de Brahms, induce a esa reflexi¨®n previa.
Un violonchelo bravo y bien timbrado -Rafael Ramos-, un piano firme -Josep Col¨®m- un viol¨ªn delicado, pero de afinaci¨®n vacilante -Manuel Villuendas-, y una viola franca pero desajustada -Umberto Oran-, no aciertan, pese a sus individuales episodios afortunados, a edificar un Brahms como Brahms manda: saludable, compacto y coherente, en el cual, el arrebato rom¨¢ntico se sujeta a la disciplina cl¨¢sica. La poes¨ªa de Brahms asoma en ocasiones, pero su arquitectura est¨¢ ausente.
La epifan¨ªa de la composici¨®n
Cada solista, como buen profesional, ocupa su posici¨®n en la partitura, pero la epifan¨ªa de la composici¨®n no sucede. De ah¨ª que los movimientos raps¨®dicos discurran m¨¢s felices que los movimientos estructurales -los primeros, en particular.
Cuando los m¨²sicos quedan bien y Brahms queda mal, algo no funciona. Es indispensable que nuestra sociedad arrope a sus m¨²sicos para que los conjuntos sean tales y no meras encrucijadas.
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