Una f¨¢bula de amor, filtro y dinero
L'elisir d`amore sucede ahora en un pueblo elegante, entre balneario y escaparate de Ya es primavera en El Corte Ingl¨¦s, con algunos toques de vestuario y escenograf¨ªa que recuerdan un cierto aire colonial, casi mexicano. Es una buena idea de Jos¨¦ Luis Alonso y de Gerardo Vera: salvar L'Elisir del temible ambiente rural que inevitablemente lo azarzuela siempre, lo abarata, sin, por ello, salvarle de lo convencional. Hay un conflicto mundial creciente que consiste en aplicar cada vez m¨¢s teatro a la ¨®pera, que se iba hundiendo en el mero recital de voces de oro.El conflicto se plantea porque las necesidades de lo que en la actualidad se considera como teatro (una sintaxis nueva, una rapidez de expresi¨®n, unas t¨¦cnicas de interpretaci¨®n) se introducen mal en las estructuras r¨ªgidas de las partituras y libretos que son intangibles (los aficionados exigen su pureza) y en las necesidades -y algunas vanidades de los cantantes. En el mundo rico se est¨¢ resolviendo, por grandes directores, con compa?¨ªas estables que tienen el tiempo largo para los ensayos de direcci¨®n de escena, con escenarios amplios y muy bien dotados mec¨¢nicamente que permiten los cambios de escenograf¨ªa. No es nuestro caso.
Juego moderno
L'elisir d'amore se ha montado, al parecer, en unos d¨ªas, plazo agravado por la situaci¨®n, en el ¨²ltimo momento, de Carreras. Se advierte un estudio previo prolongado; desde la deliberaci¨®n de la elegancia para huir del l¨®gico terror del ambiente rural hasta la invenci¨®n de peque?os gestos, segundas acciones, la introducci¨®n de un juego de commedia dell'arte sobre la barcarola del segundo acto... Todo ello ir¨®nico, burl¨®n al mismo tiempo que ingenuo. Es decir, como la obra misma.Hay que tener en cuenta que L'Elisir entra ya en un juego moderno para su ¨¦poca, que tiene una cierta finura psicol¨®gica: no hay filtros de amor, no hay magias ni brujer¨ªas.
Nemorino, iletrado y t¨ªmido, se convierte en enamorado audaz porque cree que act¨²a sobre ¨¦l un filtro de amor, que en realidad es lo que en la medicina de hoy se llama placebo: una sustancia inocua. Lo que muda la frialdad de Adina es m¨¢s bien la idea de que Nemorino se ha vuelto rico por una herencia...
Ya las primeras palabras de la ¨®pera son la lectura comentada de Trist¨¢n e Isolda, donde un filtro de amor act¨²a realmente, y la burla de semejante supercher¨ªa (todav¨ªa, 30 a?os despu¨¦s Wagner tratar¨¢ tr¨¢gica y seriamente en su Trist¨¢n el efecto segur¨ªsimo del filtro). La idea no es original del libretista Felice Romani, sino que al parecer la hab¨ªa tomado de Scribe, quien a su vez la hab¨ªa le¨ªdo en Silvio Malaperta... En realidad, nunca se sabe cu¨¢l es el padre verdadero de una idea, y menos en libreto de ¨®pera: pero s¨ª es interesante saber que ya entonces hab¨ªa quienes se re¨ªan de los filtros de amor e introduc¨ªan un cinismo juguet¨®n en las j¨®venes relaciones apasionadas.
Es esta parte la que subraya Jos¨¦ Luis Alonso, la que hace funcionar con arreglo no s¨®lo al libreto, sino a la m¨²sica de Donizetti, que es otro juego. Dentro de la est¨¦tica de Gerardo Vera, de bella entonaci¨®n, apenas rota por los colores de los personajes ins¨®litos -los magos, los comediantes y m¨²sicos-, los cantantes y el coro han aceptado bien el humor, la comicidad suave, el continuo acompa?amiento de movimientos en las acciones colectivas. Aunque, claro, las arias sean las arias.
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