El Avispa es la figura

Salieron toros de oreja y el ambiente no se caldeaba, porque nadie parec¨ªa tener inter¨¦s en cortarlas. Hasta que apareci¨® un manso cinque?o con cuajo y astas vueltas a juego, y de a¨²pa, para picarle, el se?or Bejarano, que llaman El Avispa. Entonces s¨ª. Entonces fue cuando el ambiente fr¨ªo, m¨¢s bien relajado, se convirti¨® en hoguera de entusiasmo; la gente se levantaba de sus asientos para aplaudir, piropeaba al de a¨²pa, por picador bueno, que hac¨ªa la suerte por derecho. Le aclamaba: ?Avispa, Avispa, Avispa! El se?or Bejarano, una figura, tuvo que saludar con el castore?o.Los turistas, no muchos -pues hubo magn¨ªfica entrada, pero esta vez de aficionados- buscaban en sus diccionarios la traducci¨®n: avispa, g?epe; avispa, bine; avispa, wasp. No entend¨ªan. La afici¨®n, en cambio, entend¨ªa sin diccionarios que esa es la forma de picar los toros, aunque el se?or Bejarano metiera la vara poquit¨ªn trasera. Y, para nota, cuando volvi¨® el caballo para mudar de terreno, se le arranc¨® el toro de improviso en t¨ªpica reacci¨®n de manso, y, en un alarde ecuestre, enderez¨® al percher¨®n, recibi¨® de nuevo por derecho, detuvo, peg¨® el puyazo en lo alto. La torera intervenci¨®n de El Avispa desencaden¨® el entusiasmo colectivo. iAvispa, Avispa, Avispa !. Qu¨¦ tarde de toros dio. "Aquella plaza no era plaza" dir¨¢, como todos, cuando se lo cuente a sus nietos.

Que un picador triunfe precisamente en tarde de toros que tienen poco que picar, ya es chocante. Claro que el del El Avispa era otro, de distinta ganader¨ªa, cinque?o, fuertecillo. Los dem¨¢s salieron flojuchos, y algunos francamente inv¨¢lidos, tal que el tercero, el cual no se ten¨ªa en pie. Y el presidente, comisario Lamarca, sin enterarse, igual que sus compa?eros d¨ªas atr¨¢s. A ese toro inv¨¢lido, Ortega Cano lo banderille¨®, y el p¨²blico consider¨® provocaci¨®n su inoportuna actitud. Por a?adidura, le hizo recortes, que lo tiraron patas arriba. Da la sensaci¨®n de que a algunos toreros se les desajusta la sesera en momentos claves de la lidia. Ayer quiz¨¢ ser¨ªa por el calor. Tambi¨¦n intent¨® faena, contra la voluntad del p¨²blico, que ped¨ªa muerte r¨¢pida de? inv¨¢lido. Qued¨® fatal Ortega Cano. El sexto, asimismo inv¨¢lido, se acobard¨® en varas -?y quien no?- lo que quiz¨¢ equivoc¨® al diestro cartagenero, pues brind¨® al p¨²blico. Disconforme el toro con el prop¨®sito de cortarle la oreja que debi¨® adivinar en su oponente, le amag¨® un ga?af¨®n terrible y a continuaci¨®n, correspondi¨® a la valent¨ªa del espada con medias arrancadas, derrotes y hu¨ªdas.

El manso que pic¨® El Avispa tampoco lleg¨® f¨¢cil a la muleta, pues a veces se quedaba corto, o se revolv¨ªa, pero Jos¨¦ Antonio Campuzano le hizo una faena merit¨ªsima, valiente, dominadora, de menos a m¨¢s, culminada con hermosos ayudados por alto. Mat¨® muy mal y perdi¨® el triunfo leg¨ªtimamente obtenido. Ante una faena as¨ª, hecha a un toro como aqu¨¦l, es usual aventurar las maravillas que su art¨ªfice podr¨ªa lograr con mejor g¨¦nero y, en consecuencia, se le abre amplio cr¨¦dito. Ocurri¨®, sin embargo, que Campuzano ya lo ten¨ªa escaso, pues ese "mejor g¨¦nero" le hab¨ªa salido en primer lugar y le tore¨® con una vulgaridad desesperante. La calidad torera de Campuzano est¨¢ en relaci¨®n inversa con la del toro. As¨ª hay muchos.

Yo es el caso de Roberto Dom¨ªnguez, que depura su estilo con el toro bueno. El que abri¨® plaza, bravo y noble, era inmejorable, y le instrument¨® muletazos espl¨¦ndidos, ejecutados con largura y temple, que levantaron los oles profundos de las grandes solemnidades. No obstante imprimi¨® desigualdades al trasteo y no terminaba nunca. Alguna vez se deber¨¢n convencer los toreros de que con docena y media de pases la mayor parte de los toros quedan toreados y los aficionados satisfechos. Exprimir las embestidas de aquellos y la paciencia de estos es una moda propiciada por taurinos, que de lidia saben poco y de espect¨¢culo menos. Roberto Dom¨ªnguez la aplic¨® ayer y as¨ª le fue de mal. Lo mismo en el noble primero como en el innoble cuarto, que no daba juego y que le hab¨ªa avisado al principio de la faena con un derrote horrible. ?Qu¨¦ vocaci¨®n de pegapases, caramba!. Afortunadamente, este vicio no lo tienen los picadores. Ah¨ª est¨¢ El Avispa que con s¨®lo tres puyazos, tres, se erigi¨® en figura de la tarde.

Triunfan los del arte

Los toreros del arte, Anto?ete y Rafael de Paula, triunfaron ayer. Fue en Fuengirola donde consiguieron cortar una oreja. Anto?ete tuvo silencio en su otro toro y bronca Paula. Antonio Jos¨¦ Gal¨¢n, cuatro orejas y rabo. Los toros eran de Villar Vega.

En Sevilla, toros del marqu¨¦s de Domecq. Manolo Cort¨¦s, aplausos y ovaci¨®n. Jos¨¦ Luis Galloso, ovaci¨®n y dos vueltas. Julio Robles, silencio y ovaci¨®n.