El Ayuntamiento de Valencia intenta detener la destrucci¨®n del centro hist¨®rico de su ciudad
El centro hist¨®rico supone pr¨¢cticamente el ¨¢rea urbana de Valencia, dedicada primordialmente a la actividad comercial y de servicios, que compagina el tradicional culto de sus conjuntos de arquitectura religiosa y civil (catedral, lonja, mercado central, Miguelete, calles de la Paz y Caballeros), con el ritmo trepidante de los grandes almacenes, entidades bancarias y bares y restaurantes de todo tipo. Re¨²ne los antiguos barrios de El Carme, Seu y Xerea. Universitat, Velluters y Mercat. Un ¨ªndice de su decadencia es el descenso de poblaci¨®n entre 1950 y 1980, de 100.000 a 40.000 habitantes, y los ¨ªndices de viviendas deshabitadas, oscilante, seg¨²n barrios, entre el 20% y el 27%.El alcalde de Valencia, Ricard P¨¦rez Casado, que repite en la candidatura socialista al Ayuntamiento como n¨²mero uno, estima que esta actuaci¨®n llega a tiempo antes de que la p¨¦rdida de identidad de la ciudad fuera irreversible. "Lo que tenemos es bastante todav¨ªa. Habiendo llegado a una situaci¨®n de deterioro, la propuesta es, con todo, viable, y permite entrever que la enorme cantidad de patriotismo arquitect¨®nico e hist¨®rico que tenemos se recuperar¨¢. No se trata de un trabajo de arqueolog¨ªa, como se ha realizado en otras ciudades. El plan pretende garantizar una buena residencia en el centro de la ciudad, en condiciones de habitabilidad razonable, que hoy no se dan". P¨¦rez Casado insiste en la alternativa "porque me alarma hacer casas. nuevas en medio de la huerta, cuando en el centro hist¨®rico hay numerosas viviendas deshabitadas".
El proyecto est¨¢ expuesto en la casa y museo del pintor Benlliure, para responder a la curiosidad que ha despertado entre los vecinos del Municipio. La muestra acredita el error en que incurrieron anteriores equipos municipales deslumbrados por el desarrollo econ¨®mico y la mera catalogaci¨®n de edificios de valor arquitect¨®nico. Seg¨²n describen Vicente Gonz¨¢lez M¨¢stoles, director de servicios de Urbanismo, y Juan Ram¨®n, arqu¨ªtecto del mismo departamento, la propuesta general de ordenaci¨®n del plan parcial de 1956, no era un plan de protecci¨®n, pues proyectaba el ensanchamiento indiscriminado de calles y trazado de largas avenidas, como la de Bar¨®n de Carcer, que destrozaban la trama hist¨®rica, y han originado en las ¨²ltimas d¨¦cadas el abandono de numerosos inmuebles afectados por estos trazados, que, afortunadamente, no ffieron llevados a cabo. La propuesta actual deja el trazado de calle tal como est¨¢, y protege la historia y los edificios no s¨®lo por el valor de sus piedras, sino tambi¨¦n por la nueva utilidad que pueden tener.
Sin antecedentes
El modelo de intervenci¨®n municipal que se proyecta en Valencia es singular, pues sus art¨ªfices aceptan las pautas adaptadas de otros, dentro y fuera de Espa?a, pero resaltan tambi¨¦n que las dimensiones del ¨¢rea sobre la que se interviene carece de antecedentes de otras ciudades espa?olas que han rescatado s¨®lo barrios o conjuntos arquitect¨®nicos aislados. Las experiencias de Bolonia (Italia), que, seg¨²n expresi¨®n ir¨®nica de P¨¦rez Casado, "ha permitido escribir m¨¢s libros que realizar viviendas", de Grenoble (Francia), del Reino Unido, est¨¢n en la mente de los urbanistas valencianos, sin olvidar que cada ciudad tiene su propio modelo y grado de deterioro, lo que exige unos objetivos precisos y determina unas limitaciones ¨ªrrepetibles."La intervenci¨®n municipal en la ordenaci¨®n de las ¨¢reas hist¨®ricas era una cuesti¨®n pendiente", afirma el alcalde de Valencia. Su oportunidad la contempla desde los ¨¢mbitos complementarios de la cultura, la econom¨ªa y la ordenaci¨®n social. El sedimento de culturas -en el centro hist¨®rico de Valencia confluyeron desde la cultura romana hasta el siglo de las luces- no puede perderse por una planificaci¨®n enemiga de la trama hist¨®rica urbana y de sus habitantes.
"Estamos seguros", afirma P¨¦rez Casado, 'que la rehabilitaci¨®n de la Ciutat Vella entrar¨¢ a corto plazo entre los objetivos econ¨®micos del sector de la construcci¨®n". Y, en tercer lugar, la intervenci¨®n municipal es inevitable para evitar el desarraigo de un importante contingente de ciudadanos obligados a emigrar de su barrio y abandonar su actividad en ¨¦l por una ordenaci¨®n equivocada.
El proyecto no pretende que los 100.000 habitantes que ocupaban el centro en 1950 vuelvan a sus antiguos barrios. "Quisi¨¦ramos", apunta Gonz¨¢lez M¨®stoles, "que la pobiaci¨®n se ¨ªncrementara hasta 60.000 vecinos". Por otro lado, s¨®lo cerca de dos mil edificios se consideran protegibles por su valor h¨ªst¨®rico-art¨ªstico, ya que en el centro hay infinidad de inmuebles carentes de valor y condiciones de habitabilidad. Pero en estos casos se intenta establecer convenios con los propietarios y constructores para construir respetando la trama y los perfiles tradicionales, con la aportaci¨®n de incentivos creditic¨ªos.
En la actualidad, la colaboraci¨®n municipal con iniciativas privadas se est¨¢ aplicando en el palacio de Raga, en la calle Baja, y en el pasaje Giner, que qued¨® destruido por un incendio.
La alternativa de la exposici¨®n del Museo Benlliure puede ser aprovechada definitivamente por el pleno del Ayuntamiento antes de octubre de 1983. Pero su realizac¨ª¨®n requiere un marco jur¨ªdico m¨¢s amplio del que actualmente regula estas pretensiones de rescatar ¨¢reas urbanas de valor hist¨®rico.
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