'Las zapatillas rojas', la magia del 'ballet'
Han transcurrido m¨¢s de treinta a?os desde que Las zapatillas rojas (1948) se convirtiera en uno de los mayores ¨¦xitos internacionales del cine ingl¨¦s. En Nueva York se mantuvo en el mismo local durante m¨¢s de dos a?os, obligando a los espectadores a reservar sus localidades con meses de antelaci¨®n. Tambi¨¦n en Jap¨®n se convirti¨® en la pel¨ªcula del momento, contrastando as¨ª con el escaso atractivo que tuvo en su pa¨ªs de origen, donde, aun obteniendo buena cr¨ªtica, no alcanz¨® tan impresionante triunfo.Los 136 minutos que necesita Las zapatillas rojas para desarrollar la historia de esa bailarina que encuentra en su vida real situaciones similares a las que interpreta en el escenario pueden suponer un esfuerzo para el telespectador de hoy: el buen gusto de aquellos a?os quiz¨¢ no corresponda al de nuestros d¨ªas, pero el talento de Moira Shearer, que entonces se consider¨® renovador, posibilitar¨¢ probablemente una comunicaci¨®n viva. Bailarina alabada por los cr¨ªticos, encontr¨® en esta pel¨ªcula la posibilidad de iniciar una carrera cinematogr¨¢fica que interumpi¨® voluntariamente pocos a?os despu¨¦s.
Su capacidad para comunicar la tragedia de la enamorada que no sabe combinar la vida privada con la de la profesion no coincidi¨®, por tanto, con su trayectoria personal. Lejos de ella la atenci¨®n que su personaje debe prestar a las palabras del empresario "La bailarina que atiende al amor nunca ser¨¢ una gran bailarina. ?Nunca!".
Las zapatillas rojas, libremente inspirada en un cuento de Hans Christian Andersen, ofreci¨® la mezcla perfecta entre el espect¨¢culo brillante y el drama usual en aquel tiempo de posguerra. Su ¨¦xito debi¨® sorprender al productor Alexander Korda, que no se hab¨ªa atrevido a promocionarla dejando libres a sus directores, Michael Powell y Emeric Pressburger, que, obstinados en el proyecto, lograron que otro productor la pusiera en pie. Ayudados por la fotograf¨ªa de Jack Cardiff, que m¨¢s tarde se convertir¨ªa en director, consiguieron que Las zapatillas rojas aunara el mundo del ballet (en una ¨¦poca en la que la televisi¨®n no pod¨ªa reemplazar tal espect¨¢culo) con el del melodrama. Aunque ¨¦ste no alcanzara los angustiosos t¨¦rminos del cuento en el que es necesario amputar los pies de la bailarina que calza los m¨¢gicos zapatos que la obligan a danzar sin pausa, el triste desenlace de la pel¨ªcula se le acercaba con suficiente entusiasmo como para conmover a los espectadores de casi todo el mundo.
El ¨¦xito en Espa?a no cuenta en los mismos t¨¦rminos, toda vez que no ten¨ªamos entonces la oportunidad de compararla con pel¨ªculas que ignor¨¢bamos o ve¨ªamos mutiladas: nuestro cine se especializaba en un folklore tercermundista del que hemos podido salir s¨®lo hace muy escasos a?os.
Las zapatillas rojas se emite hoy a las 21.35 por la primera cadena.
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