El camino de la ¨®pera
EL ESTRENO de una ¨®pera espa?ola con m¨²sica y libro de una cultura contempor¨¢nea puede considerarse como un acontecimiento dentro de una sociedad acostumbrada a formas art¨ªsticas tradicionales. La ¨®pera casi se hab¨ªa extinguido en Madrid, se mantuvo con esfuerzo en el Liceo de Barcelona y tiene brev¨ªsimas temporadas en Oviedo o en Bilbao. Parte de esas dificultades proceden de la transformaci¨®n de la clase social que la sosten¨ªa. Convertida en objeto de museo, fue haci¨¦ndose ritual, repetitiva, arqueol¨®gica, basada en un sistema herm¨¦tico de divos cantando para iniciados. En los ¨²ltimos a?os, un esfuerzo desplegado por los mismos funcionarios de base que han permanecido bajo los distintos ministros de Cultura ha logrado una ampliaci¨®n considerable (dentro de la ridiculez de los presupuestos permitidos) y una lenta aproximaci¨®n a formas m¨¢s actuales: una revaluaci¨®n de su aspecto de teatro (escenograf¨ªa, vestuario, insistencia en la capacidad de interpretaci¨®n de los actores, incorporaci¨®n de directores de escena) y la reducci¨®n de la presencia de los divos a la posibilidad de int¨¦rpretes medios (hay una importante labor de la Escuela Superior de Canto). Un pa¨ªs con algunas de las voces m¨¢s importantes del mundo, con m¨²sicos universales, como el autor de esta nueva ¨®pera, Luis de Pablo -una generaci¨®n en la que hay nombres como los de Carmelo Bernaola, Tom¨¢s Marco, Crist¨®bal Halffter, a la que no falta continuaci¨®n-, pod¨ªa producir una ¨®pera contempor¨¢nea. El estreno de Kiu ha demostrado su posibilidad. Las protestas de algunos discordantes, acalladas por las de una mayor¨ªa entusiasta (y entusiasta no s¨®lo por la ¨®pera estrenada en s¨ª, sino por sus posibilidades de renovaci¨®n) son un signo de vitalidad.Muestra todo ello un camino que se puede seguir. El de romper el c¨ªrculo tradicional del abono y del coto (que, por otra parte, tiene derecho a escuchar y ver ¨®peras que son patrimonio del gran arte l¨ªrico), el de abrirla a corrientes nuevas y a p¨²blicos nuevos (las filas de gente joven frente a las taquillas durante jornadas para alcanzar las pocas localidades disponibles son un est¨ªmulo), la posibilidad de mantenerla durante todo el a?o y de llegar a disponer de un escenario mayor que el actual est¨¢n ya en fase de proyecto inmediato. Sin duda, forman parte del esp¨ªritu del actual Ministerio de Cultura; pero no hay que olvidar la siembra anterior, mantenida a veces contra corriente y contra pol¨ªtica.
Se trata de que el acontecimiento del 16 de abril en el teatro de la Zarzuela de Madrid no sea, una vez m¨¢s, un hecho aislado, una coincidencia de circunstancias, una ruptura que se cicatrice inmediatamente, sino una se?al de que el camino perdido puede volverse a encontrar.
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