El 'esp¨ªritu de Contadora'
AYER COMENZ? en Panam¨¢ la reuni¨®n de los ministros de Asuntos Exteriores de los pa¨ªses de Centroam¨¦rica, la zona de mayor conflicto en ese continente, y cuyas diferencias entre s¨ª, multiplicadas por las situaciones de violencia en el interior de cada pa¨ªs, tienen ya las caracter¨ªsticas de una guerra, al mismo tiempo civil -revolucionarios contra oligarqu¨ªas- e internacional. El apoyo de Cuba -y por lo tanto de la URSS- a unos sectores y el de Estados Unidos a otros, aumentan al m¨¢ximo unas presiones que tienen como causa principal la falta de desarrollo, las enormes desigualdades entre riqueza y pobreza y el peso de la crisis mundial sobre sus econom¨ªas. Esta reuni¨®n de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, neutralizadas y moderadas dentro de lo posible por los pa¨ªses de Contadora -M¨¦xico, Colombia, Venezuela y Panam¨¢-activados especialmente por el presidente colombiano, Belisario Betancur, es un ¨¦xito inicial. Hay, sin embargo, factores de incertidumbre y pesimismo. Uno es que estos pa¨ªses no pueden dejar de asistir, porque ninguno puede aparecer como responsable de no hacer un esfuerzo para que se conserve la paz, pero ninguno, tampoco, parece decidido a ceder en sus razonamientos. El otro es que algunas de las fuerzas de la zona -como los guerrilleros de El Salvador, tan poderosos que podr¨ªan llegar a ganar la guerra en un plazo relativamente corto- no est¨¢n presentes.El esp¨ªritu de Contadora -nombre del lugar paname?o donde se reunieron varios pa¨ªses en enero pasado- es tan b¨¢sico como recordado y tan recordado como incumplido. Pide la no injerencia de potencias extranjeras en asuntos internos, la renuncia al uso de la violencia, la utilizaci¨®n del di¨¢logo y el respeto a los reg¨ªmenes constituidos por los pueblos. Dentro de esa sencillez de enunciados hay algo tan importante como hacer admitir a Reagan que el creciente conflicto de Am¨¦rica Central no es s¨®lo ni principalmente fruto de una agitaci¨®n o infiltraci¨®n de la URSS, sino una consecuencia de situaciones locales, en las cuales el hambre end¨¦mica pretende repartos m¨¢s equilibrados de pobreza y riqueza y sistemas que permitan una resoluci¨®n no colonial de sus producciones y su trabajo. La admisi¨®n de que la causa inicial de la situaci¨®n no es la injerencia de la URSS -que sin duda existe y est¨¢ fomentada a trav¨¦s de Cuba- estar¨ªa sin embargo en contradicci¨®n con la tesis de Reagan de que su propia injerencia es s¨®lo un auxilio a la libertad.
Hay, sin embargo, voces en Estados Unidos, crecientes y cada vez m¨¢s poderosas, que, utilizando el mismo lenguaje de libertades y de principios, pero esgrimiendo, sobre todo, el enorme riesgo de que por segunda vez Estados Unidos se vea envuelto en una guerra impopular en el mundo y sin salida militar real, denuncian, -en el periodismo, el Congreso y algunas instituciones ciudadanas- un plan de predominio norteamericano y una intervenci¨®n que se estar¨ªa realizando ya con la presencia de 100 agentes de la CIA en Nicaragua, orientando desde dentro una operaci¨®n de invasi¨®n y de desestabilizaci¨®n del r¨¦gimen de ese pa¨ªs; operaci¨®n que servir¨ªa tambi¨¦n para El Salvador y los otros puntos conflictivos. Nada va a ser f¨¢cil. La Junta de El Salvador no va a cesar de atribuir a Nicaragua el foco de su propia rebeli¨®n interna, porque no puede admitir que se trata de una sublevaci¨®n contra un poder mal establecido y culpable de violaci¨®n de derechos del hombre. Ni el r¨¦gimen de Honduras puede aceptar la irradiaci¨®n que sobre su propio territorio tienen Nicaragua y el revolucionarismo salvadore?o. No es tampoco f¨¢cil resolver el problema de Am¨¦rica Central -y, finalmente, del continente- sin entender que es preciso que cambien los reg¨ªmenes autoritarios y de situaciones l¨ªmite por otros de car¨¢cter democr¨¢tico, lo cual no parece estar en los prop¨®sitos de quienes los sostienen.
Lo que est¨¢n tratando de hacer ahora Betancur y el esp¨ªritu de Contadora, y algo de ello puede conseguirse desde ayer en Panam¨¢, es un papel de bombero: detener el fuego. Evitar que lo que ya son guerras civiles e incursiones fronterizas se convierta en una gran guerra revolucionaria y contrarrevolucionaria; es decir, ganar tiempo. Pero la realidad es que este plan, como otros paralelos o distintos, est¨¢n teniendo un ritmo mucho m¨¢s lento que el desarrollo de las hostilidades. Probablemente, s¨®lo la presi¨®n que sobre Reagan pueda ejercer su propio pa¨ªs, en forma de amenazas electorales, podr¨ªa forzar a un cambio de posiciones. El hecho de que esos cuatro pa¨ªses americanos y una opini¨®n p¨²blica europea est¨¦n en movimiento puede entrar en esa presi¨®n, justificarla y aumentarla. Es una esperanza. No muy fuerte, pero no hay otras.
En esta coyuntura, el viaje de Fernando Mor¨¢n a M¨¦xico y Colombia ha permitido una toma de posici¨®n clara y positiva del Gobierno espa?ol, posici¨®n que se ha materializado en la Declaraci¨®n del Consejo de Ministros.
En ella no s¨®lo se define un objetivo general -"la urgente necesidad de garantizar la soberan¨ªa y la integridad territorial de todos los Estados y la inviolabilidad de sus fronteras, rechazando la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales"-, sino que se adopta una actitud concreta de apoyo a las gestiones actualmente en curso. Se dice que el Gobierno espa?ol "valora muy positivamente el esfuerzo conjunto de Colombia, M¨¦xico, Panam¨¢ y Venezuela...", y que "manifiesta p¨²blicamente su apoyo a esta iniciativa y conf¨ªa en que se alcancen los objetivos deseados de paz, seguridad y libertad".
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