El grupo radical Panteras Blancas contra la alcaldesa de San Francisco
Apoyado por los 'gays', ha conseguido que el pr¨®ximo martes se celebre un refer¨¦ndum motivado por un asunto de control de armas
Un peque?o grupo de radicales marxistas, autodenominados Panteras Blancas (White Panthers), ha convocado para el pr¨®ximo martes un refer¨¦ndum destinado a revocar a la alcaldesa de San Francisco, Dianne Feinstein, por un tema en que el control de armas est¨¢ presente. El corresponsal de EL PA?S en EE UU visit¨® recientemente la ciudad y explica el contexto de la peculiar votaci¨®n.
San Francisco ya no tiene casi hippies. El barrio de Haight Ashbury, anta?o concentraci¨®n mundial del movimiento pacifista de flores y amor, va siendo recuperado por tiendas de modas y sofisticados bares. Ex hippies con corbata viven en c¨®modos apartamentos y se cruzan con punks y turistas en busca del barrio perdido.Pero San Francisco no ha dejado su originalidad, al menos en t¨¦rminos de singularidad pol¨ªtica, como demuestran los argumentos en que se basa la convocatoria del refer¨¦ndum para la eventual revocaci¨®n de la alcaldesa, Dianne Feinstein.
En el origen de esta historia figura un peque?o n¨²cleo de activistas, de lo que queda en Estados Unidos del movimiento contestatario de los a?os sesenta: los Panteras Blancas, que se consideran marxistas y que desean echar a la alcaldesa por un asunto de pistolas.
Por la oposici¨®n al control para la posesi¨®n de armas, en una ciudad donde las pistolas est¨¢n casi siempre presentes en su reciente pasado. Pero San Francisco no se rinde, como en la mejor ¨¦poca de la historia de la ruta del oro.
Las previsiones del voto son desfavorables para los Panteras Blancas, a cuya iniciativa se ha sumado la comunidad gay, sin duda la mayor del mundo, junto a ciudadanos descontentos por el precio de los alquileres, la proliferaci¨®n de rascacielos o el apret¨®n de manos entre la alcaldesa Feinstein y el dictador filipino Ferdinando Marcos.
Sin embargo, del porcentaje de la victoria de la alcaldesa depender¨¢ la marcha de la campa?a para la elecci¨®n municipal del pr¨®ximo noviembre. Voto en el que, una vez m¨¢s, las pistolas pueden ser tema electoral.
Una cruz con pistolas
Dianne Feinstein era concejal de San Francisco cuando, en 1978, el ex polic¨ªa Dan White irrumpi¨® en el despacho del alcalde y asesin¨® a George Moscone.Diez a?os antes, en 1968, la joven Feinstein estaba en el grupo dem¨®crata que apoyaba la candidatura de Robert Kennedy, cuando ¨¦ste fue tambi¨¦n asesinado en Los ?ngeles. Dos precedentes que, probablemente, indujeron a la alcaldesa de San Francisco a votar la primera ley de control y registro de pistolas en una gran ciudad norteamericana.
Dianna Feinstein, de 49 a?os de edad, se hizo cargo de la gesti¨®n de la alcald¨ªa al d¨ªa siguiente del asesinato de Moscone.
Un a?o despu¨¦s, en 1979, fue elegida y ratificada como alcaldesa. Su gesti¨®n se salda hoy con una reducci¨®n del ¨ªndice de criminalidad en San Francisco y un saldo positivo en las arcas de un Ayuntamiento, edificio orgullo de los ciudadanos de San Francisco, que siempre recuerdan al visitante que tiene una c¨²pula ligeramente m¨¢s grande que el Capitolio de Washington, sede del Congreso federal.
Pero la decisi¨®n m¨¢s pol¨¦mica de Feinstein lleg¨® el 28 de junio del pasado a?o, cuando el consejo municipal vot¨® una ley de control para la compra y posesi¨®n de pistolas. Invit¨®, sin mucho ¨¦xito, a que los habitantes de San Francisco se rindieran entregando sus armas. Como ejemplo, los miembros del consejo municipal depusieron sus pistolas. Feinstein orden¨® fundirlas en forma de cruz y la llev¨® al Vaticano.
'Gays' y 'panteras'
Meses despu¨¦s, el tribunal de San Francisco orden¨® cancelar la nueva legislaci¨®n de control de pistolas por ser anticonstitucional, argumento que hoy esgrimen tambi¨¦n los Panteras Blancas al defender su tesis para retirar a la alcaldesa. De acuerdo con las leyes locales, cualquier grupo que logre 19.357 firmas de electores puede pedir un voto de revocaci¨®n del alcalde de San Francisco.Los Panteras Blancas alcanzaron m¨¢s d¨¦ 35.000 ("de los que s¨®lo hay 23.780 v¨¢lidos", dicen en la sede electoral de la alcaldesa).
Los Panteras Blancas aglutinaron el descontento de otros grupos integrantes de la peculiar comunidad que vive en una de las ciudades m¨¢s bonitas de Estados Unidos.
La comunidad gay, cifrada entre el 15% y el 20% de la poblaci¨®n de 700.000 habitantes, fue la que realmente movi¨® las listas de peticiones de firmas. Los gays cuentan actualmentecon un activo concejal en el Ayuntamiento y est¨¢n organizados como comunidad dentro del Partido Dem¨®crata (cuya convenci¨®n nacional para nombrar el candidato presidencial ser¨¢ en julio de 1984, tambi¨¦n en San Francisco).
La alcaldesa Feinstein se gan¨® las iras de parte de la comunidad gay al revocar un proyecto de ley municipal que deb¨ªa dar las mismas ventajas de ayuda familiar a un matrimonio entre un hombre y una mujer que a un matrimonio gay.
Sin embargo, la comunidad gay de la ciudad de San Francisco, y de Estados Unidos en general, parece tener hoy preocupaciones m¨¢s importantes que el voto para la revocaci¨®n de la alcaldesa, ante la propagaci¨®n de una misteriosa enfermedad, en muchos casos mortal, denominada AIDS (siglas en ingl¨¦s del s¨ªndrome de deficiencia de la inmunidad propia), que afecta particularmente a los homosexuales.
Ribetes pintorescos
El voto de revocaci¨®n posiblemente no acabar¨¢ con la gesti¨®n de la alcaldesa Feinstein. Sus adversarios electorales deber¨¢n prepararse para la elecci¨®n municipal de noviembre pr¨®ximo, al t¨¦rmino del mandato normal de cuatro a?os en la alcald¨ªa.Para entonces tampoco faltar¨¢n ribetes pintorescos al voto sanfranciscano, donde concurren tradicionalmente algunos homosexuales con nombres curiosos, como la Hermana Boom Boom, de la cofrad¨ªa de las Hermanas de la Indulgencia Perpetua.
La Hermana Boom Boom logr¨® 29.000 votos en una elecci¨®n para consejero de la alcald¨ªa. Dianne Feinstein recurri¨® a los tribunales y, cara a la pr¨®xima elecci¨®n municipal, la Hermana Boom Boom deber¨¢ participar bajo su nombre legal de Jack Fertig.
San Francisco se qued¨® sin hippies, pero sigue siendo, cuando menos, una ciudad curiosa.
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