Wilson Ferreira: "Estamos dispuestos a participar en elecciones, no en farsas"
Wilson Ferreira Aldunate, a sus 64 a?os, aspira a convertirse, merced a las elecciones convocadas para 1984, en el pr¨®ximo presidente de Uruguay. Su misi¨®n entonces ser¨¢ hacer que los militares vuelvan a los cuarteles 10 a?os despu¨¦s de abandonarlos para protagonizar una dictadura t¨ªpica del Cono Sur. Es presidente del Partido Nacional o Blanco, conservador -pero no homologable a lo que en Europa se entiende por ese concepto-, que ha obtenido un gran respaldo en dos comicios organizados por los militares en los ¨²ltimos tres a?os.
Pregunta. ?Est¨¢ su pa¨ªs diciendo adi¨®s a la dictadura?
Respuesta. Eso lo demuestran dos cosas. En primer lugar, los resultados electorales. Por otro lado, la actitud de la juventud. Por un momento, nosotros temimos los efectos que pod¨ªan haber tenido sobre las nuevas generaciones el sistema de ense?anza oficial, caracterizada por un sectarismo que llega a la comicidad. Un profesor de secundaria, destituido por haber dedicado tres clases (lo que se consideraba una exageraci¨®n) al estudio de la Revoluci¨®n Francesa, me dec¨ªa, comentando el episodio: no se asombre usted tanto porque, si bien la Revoluci¨®n Francesa est¨¢ prohibida, el Renacimiento es altamente sospechoso. A pesar de eso, en los distritos en los que votan los j¨®venes el Gobierno no tiene nada que hacer. La dictadura, en general, no tiene nada que hacer. S¨²mele usted, a las dos derrotas en el refer¨¦ndum y las elecciones internas, una deuda externa que no s¨®lo proviene, como en otros pa¨ªses, de un sistema injusto del comercio exterior, sino que en Uruguay depende tambi¨¦n de un exagerado gasto p¨²blico. Uruguay contrajo deuda p¨²blica no para invertir, sino para pagar los sueldos del estamento militar.
P. ?Cu¨¢les son los obst¨¢culos para la normalizaci¨®n democr¨¢tica?
R. Yo tengo la impresi¨®n de que uno de los inconvenientes con los que tropieza la normalizaci¨®n democr¨¢tica en Uruguay es que los ¨²ltimos resultados electorales dicen con demasiada claridad qui¨¦nes vienen si hay una consulta electoral libre, porque lo que no puede dudarse es de que ganamos nosotros.
P. Siempre que cuenten con el apoyo de la izquierda del Frente Unido. ?No es as¨ª?
R. En cualquier caso. Yo creo que los uruguayos de buen a voluntad nos entenderemos muy f¨¢cilmente. En cuanto a los votos, la propia base de nuestro partido es suficiente para darnos la victoria; nosotros no necesitamos una alianza electoral para llegar al poder. De lo que s¨ª estamos convencidos es de que Uruguay no podr¨¢ tener, una vez derrocada la dictadura, un Gobierno de partido.
P. Pero ?es usted la ¨²nica persona en condiciones de garantizar la vuelta de los militares a los cuarteles?
R. Bueno, eso no me lo haga decir a m¨ª. Supongo que no es as¨ª. La historia nunca depende de un hombre solo.
P. ?Se le ocurre a usted otro nombre que pudiera hacerlo?
R. Bueno..., no s¨¦. No quiero pensar demasiado es ese tipo de cosas. El aparato militar no parece muy dispuesto a permitir el acceso al poder de quienes ellos consideran, acertadamente o no, sus enemigos irreconciliables.
P. ?Estar¨ªa su partido dispuesto a no presentarse a las elecciones de 1984 si se mantiene ilegalizado a alg¨²n partido o si no se ofrecen todas las garant¨ªas democr¨¢ticas?
R. No estamos en 1984 y no es bueno mostrarle cartas al adversario, pero nosotros estamos dispuestos a participar en elecciones, pero en farsas, no.
'Di¨¢logo con las FF.AA'
P. ?Han iniciado ya las negociaciones con las fuerzas armadas?
R. Estamos por iniciarlas, y creo que la demora lo que indica, en realidad, es que todav¨ªa no se ha logrado una posici¨®n coherente dentro del aparato militar.
P. Su partido se llama Blanco o Nacional. Ninguno de los dos nombres define claramente su ideolog¨ªa.
R. Es muy dif¨ªcil explicarle qu¨¦ es esto. No crea que es m¨¢s f¨¢cil explicarle a un uruguayo qu¨¦ es un socialista espa?ol o un democristiano alem¨¢n.
P. ?De cu¨¢l de los dos est¨¢ usted m¨¢s cerca?
R. Naturalmente, de un socialista espa?ol. Si Felipe Gonz¨¢lez fuera uruguayo, ser¨ªa Blanco.
P. ?Cu¨¢ntos presos pol¨ªticos hay en Uruguay?
R. Yo me limito a citar cifras oficiales. Un millar. Pero 1.000 presos pol¨ªticos despu¨¦s de 10 a?os de dictadura, en un pa¨ªs que tiene menos de tres millones de habitantes, es una monstruosidad.
P. ?Cu¨¢l es la situaci¨®n del general Seregni en estos momentos?
R. Est¨¢ recluido en una habitaci¨®n no muy grande, en cuyas paredes hay 16 camastros, con otros 15 presos militares. Puede caminar por el borde de su celda en turnos. No podr¨ªan caminar todos a la vez. Es el m¨¢s t¨ªpico prisionero de conciencia que yo conozco.
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