Llover en Madrid, llover en Galicia
MANUEL RIVASA prop¨®sito de la broma de Luis Guillermo Perinat, candidato de AP a la Comunidad Aut¨®noma de Madrid, sobre climatolog¨ªa y pol¨ªtica, el autor de este texto hace, con cierta sorna gallega, un po¨¦tico y esc¨¦ptico an¨¢lisis de la idiosincrasia de su pueblo.
"Si ganamos, llover¨¢ en Madrid como llueve en Galicia, donde gobierna la derecha". No s¨¦ yo si tan ins¨®lita promesa en el ruedo electoral ha desvencijado la azotea mental del madrile?o de a pie o si ha revirado la mec¨¢nica fatal y fr¨ªa de las estad¨ªsticas. A nosotros, galaicos, viejos habitantes de la semi¨®tica escalera de en medio, lo de Perinat, el profeta en cuesti¨®n, no nos ha inmutado. Entre otras cosas, porque es posible que efectivamente llueva en Madrid a c¨¢ntaros si gana la derecha. Incluso, mutatis mutandi, el gallego medio alberga la secreta esperanza de que el cambio y el alborear progresista traiga a este aterido, forzosamente ensimismado y autof¨¢gico pa¨ªs, unas luzadas del buen sol de las tierras del Sur. La bravuconada del weatherpolitik ha abierto nuevas v¨ªas en la necesaria armon¨ªa de los pueblos de Espa?a, y de ah¨ª a proponer la creaci¨®n de un Fondo de Compensaci¨®n Interclim¨¢tico s¨®lo falta un palmo de Villalba.No es enteramente original esto de mezclar la aleatoria naturaleza de las aguas menores o mayores con voluntades, soberan¨ªas y humanos prop¨®sitos de enmienda. En los or¨ªgenes de la moderna ciencia pol¨ªtica, Montesquieu repar¨®. con especial esmero, junto con Helvetius, en la correspondencia entre sociedades, reg¨ªmenes y climatolog¨ªa. As¨ª, los negritos estaban predestinados a. la esclavitud no porque el Se?or escribiera ese estigma en su frente, sino por efecto de las radiaciones del sol del tr¨®pico y las voluptuosas ondulaciones del palmeramen.
Igual de iluminados estuvieron los que dise?aron la peor campa?a de la historia del marketing, la del refer¨¦ndum del Estatuto de Autonom¨ªa de Galicia. Atenci¨®n al lema central del evento: "Anque chova, vota" ("Aunque llueva, vota"). Llovi¨® y el ¨ªndice de participaci¨®n no lleg¨® al 20%, el m¨¢s bajo de todos los referendos habidos y por haber.
Las relaciones, entre climatolog¨ªa y pol¨ªtica son tan complejas como las gastron¨®mico-pol¨ªticas. ?Qui¨¦n le dir¨ªa al orondo e ilustre Picadillo, alcalde que fue de La Coru?a y uno de los precursores de la nueva cocina gallega, que los denostados progres se entregar¨ªan con ardor al barroco cultivo del condumio, en af¨¢n de sustituci¨®n, quiz¨¢, de hist¨®ricas frustraciones? "Yo gozo", escribi¨® alg¨²n d¨ªa el buen hombre, "de un alto predicamento entre los republicanos de mi tierra. Esto no quiere decir que a m¨ª me lleve Dios por el camino de la rep¨²blica. Los que ejercemos oficios de cierta ¨ªndole y los que esparcimos nuestros ocios alrededor de los fogones, estamos m¨¢s en car¨¢cter dentro de los partidos moderados, porque hab¨¦is de convenir conmigo, lectores m¨ªos, que es mucho m¨¢s agradable preparar un arenque encebollado o una pierna de cualquier animal para el conde de Romanones, o hacerle un bist¨¦ con patatas a Maura, o una empanada a Lacierva, que preparar una tortilla para Lerrouxo una compota de peras para Melqu¨ªades ?lvarez".
Retomando el pluvi¨®metro pol¨ªtico, no podemos olvidar la po¨¦tica s¨ªntesis de Miguel Hern¨¢ndez: Gallegos de lluvia y calma. Con el mayor de los cari?os, el poeta alicantino no aprofund¨® -verbo acu?ado por Cunqueiro- en la honda naturaleza de las precipitaciones galaicas. En la tierra gallega, regada por mil abriles, hay una ansiedad, tensi¨®n, axexo, expectante espera. Esa angustiosa y b¨ªblica espera, tras el ventanal de la historia, que inund¨® al adolescente Pablo Ruiz Picasso,. cuando defini¨® a la ciudad herculina como ciudad del viento.
?Llover¨¢ en Madrid? Ojal¨¢ s¨®lo llueva lo imprescindible, ojal¨¢ se descuelgue un saludable y vivificador orballo que aligere los cielos y el aire de los barrios. ?Y en Galicia? ?Llover¨¢ para siempre, pesado y pl¨²mbeo el cielo para siempre?
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