El misterio de la uni¨®n europea
No hubo sorpresa, pero s¨ª honda preocupaci¨®n, cuando fueron conocidos por los pol¨ªticos los resultados recientes del eurobar¨®metro (que se publica cada seis meses por la comisi¨®n, de las comunidades), que indicaba que el, inter¨¦s por la unificaci¨®n europea s¨®lo ocupa el 11% de la atenci¨®n p¨²blica, entre los 10 temas sometidos a consulta (otros, como la paz, alcanz¨® el 67%; los derechos humanos, el 44%; la libertad de las personas, el 40%; la protecci¨®n de la naturaleza, el 35%. Es curioso observar c¨®mo el paro no figura entre los primeros renglones, a pesar de la grave recesi¨®n econ¨®mica).Si analizamos la situaci¨®n por la que atravesamos, parece que los europeos vivimos de las rentas del capital que nos legaron los pol¨ªticos de la posguerra de la ¨²ltima contienda inundial, porque son pocas las reformas o el desarrollo de las instituciones u organizaciones desde la ¨¦poca en que fueron creadas -casi todas, alfededor de la d¨¦cada de los cincuenta- hasta nuestros d¨ªas. Estas instituciones propiciaron la paz, la defensa de las libertades y derechos de la persona, la cooperaci¨®n internacional y fueron generadoras, en gran parte, del auge econ¨®mico (el crecimiento elcon¨®mico de los seis pa¨ªses fundadores, de 1958 a 1972, fue del 90%; el Reino Unido, que no formaba parte todav¨ªa, s¨®lo alcanz¨® el 40%).
El Consejo de Europa (5 de mayo de 1949) y la firma del Tratado de Roma (25 de marzo de 1957) son sin duda los pilares m¨¢s firmes del entramado de organismos y pactos que se crearon en aquel entonces. Entresacaremos los m¨¢s importantes: Organizaci¨®n del Atl¨¢ntico Norte (4 de abril de 1949), la Uni¨®n de Europa Occidental (23, de octubre de 1954), la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE, 14 de diciembre de 1960), la Organizaci¨®n Europea de Libre Comercio. (EFTA, 4 de enero de 1960). Especialmente a trav¨¦s de la OCDE y de la OTAN, Europa Occidental estableci¨®. estrechos v¨ªnculos institucionales con Estados Unidos, Canad¨¢, Jap¨®n, Australia y Nueva Zelanda. Lo cual indica que los pa¨ªses con r¨¦gimen democr¨¢tico pueden coo perar y entenderseni¨¢s f¨¢cilmente, porque el modelo de sociedad es el mismo. Es punto que con frecuencia se olvida cuando muchos pol¨ªticos europeos,claman por una Europa equidistante entre los dos bloques.
Ayuda al desarrollo
Este tejido pol¨ªtico, econ¨®mico y social se extendi¨® por todo el mundo en organizaciones intemacionales -pol¨ªticas y econ¨®micas-, que propiciaron y propician un mejor entendimiento entre las naciones, una ayuda a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, lo que hoy se conoce por di¨¢logo norte-sur y un nuevo orden econ¨®mico internacional. (Coniferencia de Lom¨¦, 1975, ayuda de la Comunidad al Tercer Mundo).
Pero observemos m¨¢s de cerca el actual esquema de Europa Occidental. Existen dos grandes organizaciones, ya citadas, en ocasiones con iguales fines y tareas comunes: la Europa grande de los 21 pa¨ªses que integran el Consejo de Europa y l¨¢ Europa de las Comunidades, a la que pertenecen ya 10 pa¨ªses, y en el futuro Portugal y Espa?a. Queda fuera de ambas instituciones un tema capital, el de la defensa, que divide a su vez a los Estados europeos entre los que forman parte de la OTAN y los neutrales, con marcadas diferencias; si bien es cierto que los pa¨ªses del Mercado Com¨²n est¨¢n integr¨¢ndose en, la OTAN, excepto Irlanda, por razones conocidas.
Las cargas y las tareas encomendadas a los Estados adheridos a la OTAN- son diversas en lo econ¨®mico, estrat¨¦gico y dispositivo militar. A veces se tiende a simplificar por parte de muchos pol¨ªticos esta compleja organizaci¨®n, como sucede con frecuencia en Espa?a con el caso franc¨¦s, cuando ¨¦ste es uno de los m¨¢s relevantes en la defensa conjunta europea. Recu¨¦rdese, por ejemplo, la presencia de tropas francesas en Alemania Oriental.
La importancia de la CSCE
Para Completar este cuadro hay que a?adir, y no s¨®lo como recordatorio, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE, 1 de agosto de 1975), porque las relaciones futuras de las dos Europas es tima b¨¢sico para cualquier innovaci¨®n o reforma en las instituciones y, sobre todo, en la futura uni¨®n europea.
Pasado el tiempo, esta divisi¨®n, m¨²ltiple y superpuesta funcional y geogr¨¢ficamentel adquiere nuevos relieves. Se repite una y otra vez, con fundamento, que, detr¨¢s de toda integraci¨®n econ¨®mica, como la que contemplamos, hay inevitablemente un trasfondo pol¨ªtico, lo que lleva a las instituciones de la Comunidad, y en especial a su Parlamento, a terrenos que aparentemente fueron privativos del Consejo de Europa. Ante este conflicto real las reacciones s¨®lo son parciales y tienden a solucionar m¨¢s los problemas cotidianos que, la meta futura que se quiere alcanzar. Como, por ejemplo, los serios intentos de armonizaci¨®n y coordinaci¨®n de los trabajo de ambas C¨¢maras a trav¨¦s de sus respectivas mesas y comisiones.
Dentro de este marco europeo, la primera cuesti¨®n en importancia, hasta la fecha irresoluta, es el futuro de la unidad europea o qu¨¦ clase de unidad europea queremos. A pesar de los proyectos, programas y resoluciones, se constata una posici¨®n generalizada que no quiere afrontar el problema de fondo, y s¨®lo tratar temas concretos -econ¨®micos, sociales o mera mente pol¨ªticos- a trav¨¦s de f¨®r mulas de cooperaci¨®n m¨¢s, estre cha entre los Gobiernos y Parla mentos. Todo ello con un intento de homologaci¨®n y armonizaci¨®n, sin duda muy loable, pero no suficiente y en ocasiones trasnochado. Esta falta de coordinaci¨®n entre ambas instituciones nos lleva al peligro, ya existente y palpable, de la creaci¨®n de dobles espacios jur¨ªdicos, culturales, pol¨ªticos, de medio ambiente, entre otras muchas materias. Desde la creaci¨®n del Consejo de Europa, y despu¨¦s de la firma del Tratado de Roma, las funciones de ambas intituciones estaban m¨¢s o menos delimitadas en los pre¨¢mbulos de sus cartas fundacionales. Al Consejo de Europa le concern¨ªa el tema de las libertades y los derechos humanos y, por tanto, un espacio jur¨ªdico, pol¨ªtico y cultural. A la Comunidad, esencialmente, uno econ¨®mico.
Sin miedos
Sin embargo, durante los 13 ¨²ltimos a?os, m¨¢s de 18 proyectos y resoluciones se elaboraron para la reforma y puesta al d¨ªa de las actuales instituciones europeas, comunitaria y Consejo de Europa. Bien es cierto que casi ninguna de ellas ha conocido su plena realizaci¨®n. S¨®lo ejercen una infuencia pol¨ªtica el Consejo Europeo (10 de diciembre de 1974, antiguo proyecto Jean Monnet) y el Parlamento Europeo despu¨¦s de su elecci¨®n por sufragio universal (junio 1979).
Bien es cierto que durante est¨¢s ¨²ltimos a?os se han estudiado y debatido t¨ªmidamente proyectos sobre el futuro del Consejo de Europa. Entre otros, en mayo de 1979, el Consejo de Europa aprueba la resoluci¨®n 693, como consecuencia de la ponencia del Parlamento suizo del profesor Hofer, que atribuye a la Asamblea Parlamentaria el futuro papel de un Senado europeo; proposiciones de la delegaci¨®n de Espa?a para el desarrollo institucional del Consejo de Europa (marzo de 1982); informe, del secretario de Estado holand¨¦s, Van Eckelen (septiembre de 1982), sobre la cooperaci¨®n y uni¨®n europea en los 80.
Por otra parte, la Comunidad, en 1972, reunidos en Par¨ªs los jefes de Estado y de Gobierno de los pa¨ªses miembros, declararon solemnemente que aunar¨ªan sus esfuerzos hacia una uni¨®n eu ropea, que deber¨ªa estar finaliza da en 1980. En 1975 se encarga, por los jefes de Estado y de Gobierno, al entonces primer ministro de B¨¦lgica, Tindemman, que redacte un informe, que lleva su nombre, para estudiar la situaci¨®n institucional europea y las medidas para edificar la citada uni¨®n. En noviembre de 1981, los ministros Genseher y Colombo presentan al Parlamento Europeo un proyecto de acta europea "para consolidar y desarrollar la uni¨®n europea".
Despu¨¦s de todos estos, esfuerzos realizados en los ¨²ltimos a?os fin.
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