Las elecciones del 8-M: un primer an¨¢lisis
EL PRIMER aspecto a destacar en las elecciones municipales y auton¨®micas celebradas ayer es que el promedio de la participaci¨®n ciudadana ha alcanzado un nivel estimable, ligeramente superior al logrado en los comicios locales de 1979, aunque l¨®gicamente inferior a las elecciones general del 28-O. El crecimiento de la abstenci¨®n, por lo dem¨¢s, ha afectado de manera desigual a las grandes capitales y a los pueblos y se ha manifestado de forma diferente seg¨²n las regiones. Que los ciudadanos hayan acudido a las urnas, en porcentajes superiores a lo previsible, en un domingo de mayo para depositar sus sufragios en unos comicios municipales y auton¨®micos, pol¨ªticamente menos atractivos que las elecciones legislativas, es un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de que el ejercicio del derecho de sufragio, parte esencial de una aut¨¦ntica cultura democr¨¢tica, ha calado definitivamente en nuestro pa¨ªs.Tambi¨¦n debe ser subrayado el clima de normalidad con que se han desarrollado las votaciones, tanto en lo que se refiere a la ausencia de violencias e intimidaciones -salvo las lamentables excepciones que confirman la regla- como al m¨¢s engrasado funcionamiento del ejercicio del sufragio. Desde 1977 hasta ahora, los ciudadanos han realizado r¨¢pidamente el aprendizaje democr¨¢tico incluso en lo que se refiere a los aspectos secundarios, de car¨¢cter- puramente administrativo, del desarrollo de las elecciones. Finalmente, hay que resaltar que el Ministerio del Interior ha realizado una excelente labor informativa, en abierto contraste con aquellas noches interminables y frustradoras protagonizadas por los Gobiernos de UCD.
Un detenido an¨¢lisis de los resultados, insuficientemente conocidos en el momento de escribir este comentario, tendr¨¢ que aguardar a la publicaci¨®n de las cifras definitivas, tanto en lo que respecta al c¨®mputo de los votos populares como a la distribuci¨®n de concejal¨ªas y esca?os parlamentarios regionales de acuerdo con la ley D'Hondt. La menor participaci¨®n ciudadana har¨¢ imposible, por lo dem¨¢s, la comparaci¨®n en t¨¦rminos absolutos respecto a las elecciones generales del 28-O y ser¨¢ preciso atenerse a los porcentajes de cada partido en relaci¨®n con los sufragios emitidos. La desaparici¨®n de UCD y el dram¨¢tico cambio del paisaje electoral tras las ¨²ltimas elecciones generales tambi¨¦n hace improcedente la referencia a las municipales de 1979, excepto en lo que respecta a las minor¨ªas nacionalistas de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco y a los ¨ªndices de abstenci¨®n. A reserva de rectificaciones posteriores en funci¨®n de los datos definitivos, cabe, sin embargo, realizar unas primeras interpretaciones provisionales.
El planteamiento de la campa?a electoral realizado por el PSOE -con su insistencia en el car¨¢cter local de los comicios, su resistencia a dar una significaci¨®n pol¨ªtica global a la convocatoria y su decisi¨®n de no utilizar la figura de Felipe Gonz¨¢lez en la propaganda- invalidaba por anticipado cualquier tentativa de extrapolar a escala nacional, de forma adversa para el Gobierno, la suma de los resultados obtenidos por cada partido en los miles de ayuntamientos y en las comunidades aut¨®nomas. Los c¨®mputos provisionales de las urnas se?alan, en cualquier caso, que los socialistas han consolidado, como promedio nacional y en t¨¦rminos relativos, sus resultados del 28-O pese a que han perdido algunos puntos. Para quienes fuercen la lectura global de las elecciones locales, la conclusi¨®n ser¨¢ que el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez sigue teniendo un considerable apoyo popular y que los primeros meses de ejercicio del poder no han desgastado significativamente su autoridad y su prestigio.
De esta forma, los partidos que difuminaron el car¨¢cter municipal de los comicios para insistir en las grandes cuestiones pol¨ªticas y que marginaron a sus dirigentes locales para magnificar la imagen de sus l¨ªderes nacionales se encuentran en la inc¨®moda situaci¨®n de haber realizado un esfuerzo in¨²til. El ¨¦xito obtenido por Julio Anguita en C¨®rdoba muestra que la buena gesti¨®n de un alcalde comunista al frente de un ayuntamiento de izquierda era un argumento infinitamente mejor que los reiterativos discursos de cr¨ªtica al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, referida especialmente a cuestiones de pol¨ªtica internacional y de pol¨ªtica econ¨®mica. Los mediocres resultados en Madrid demuestran, al tiempo, que la enloquecida purga de los concejales comunistas en Madrid no ha sido olvidada por los vecinos.
La campa?a de Alianza Popular centr¨® todav¨ªa con mayor fuerza en cuestiones de pol¨ªtica general los comicios locales y auton¨®micos. El planteamiento de la campana desbord¨® con creces el motivo de la convocatoria municipal y la convirti¨®, desde la perspectiva de Alianza Popular, en un ensayo de elecciones generales. En t¨¦rminos porcentuales, la coalici¨®n de Fraga parece mejorar los resultados del 28-O. Ahora bien, el pulso echado al Gobierno ha concluido, en esa perspectiva, con un fracaso, ya que los resultados de ayer muestran la enorme distancia que separa a la coalici¨®n presidida por Manuel Fraga de la implantaci¨®n electoral del PSOE.
Queda forzosamente para una posterior ocasi¨®n el an¨¢lisis de otros aspectos de las elecciones de ayer, desde los resultados en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a hasta la configuraci¨®n de las comunidades aut¨®nomas, pasando por la suerte corrida por las alternativas que aspiraban a configurarse como partidos bisagras. Mas all¨¢ de las cuestiones municipales y regionales, que eran las que ayer realmente concern¨ªan a los votantes, el 8-M clausura el eventual per¨ªodo de incertidumbre o de precauciones que pudiera haber supuesto para el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez la expectativa de la cita ayer cumplida. A partir de ahora, la mayor¨ªa parlamentaria y el Poder Ejecutivo no tienen ning¨²n argumento para no apretar a fondo el acelerador y hacer frente a los grandes desaf¨ªos que la crisis econ¨®mica plantea a la estabilidad social y la reforma de la Administraci¨®n p¨²blica a la modernizaci¨®n del Estado.
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