El complejo de Herodes
El tema de los ni?os desaparecidos no es nuevo en el Cono Sur y siempre ha provocado una particular y entra?able solidaridad. Hace tres a?os, en Gotemburgo, tuvo lugar una exposici¨®n en la que se mostraban fotos de ni?os uruguayos desaparecidos en los ¨²ltimos a?os de represi¨®n y se hac¨ªa una colecta para ayudar a sus familiares. Una ma?ana irrumpieron en el local una veintena de escolares suecos y alegremente preguntaron si los ni?os de las fotograf¨ªas integraban alg¨²n equipo deportivo. Los organizadores les explicaron el sentido de aquella muestra y el porqu¨¦ de las fotograf¨ªas. Se hizo un silencio entre los visitantes. De pronto, uno de ellos, m¨¢s decidido, abri¨® su monedero y lo vaci¨® en la alcanc¨ªa que recog¨ªa las contribuciones. Tras ¨¦l, los otros escolares tambi¨¦n fueron abriendo sus monederos y entregando su contenido. Luego se retiraron sin decir palabra. Los organizadores todav¨ªa se conmueven cuando relatan el episodio. En raras ocasiones los desaparecidos aparecen. En 1979 dos ni?os uruguayos, Anatole y Eva Luc¨ªa, que a?os atr¨¢s hab¨ªan desaparecido junto con sus padres en Buenos Aires, reaparecieron en la plaza de O'Higgins, de Valpara¨ªso (Chile). La ni?a era demasiado peque?a para tener recuerdos, pero Anatole s¨ª se acordaba de que su padre los hab¨ªa escondido en la ba?era para protegerlos de las balas y tambi¨¦n de que su madre estaba tendida en el piso, en medio de un charco de sangre. Recordaba asimismo que ambos hab¨ªan cruzado la frontera acompa?ados de "una se?ora".Ahora, en 1983, el estupor con que la opini¨®n p¨²blica ha recibido la incre¨ªble comunicaci¨®n de las fuerzas armadas argentinas sobre el tema, siempre inconcluso, de los desaparecidos no ha permitido aquilatar en su real significado el lado m¨¢s escalofriante de esta historia letal: me refiero al ominoso silencio sobre los centenares de ni?os que integran la n¨®mina de los jam¨¢s regresados.
Cuando la congelante revelaci¨®n oficial explica que a todo desaparecido que no est¨¦ en el exilio ni en la clandestinidad debe, sencillamente, d¨¢rsele por muerto, los militares argentinos parecen admitir algo que hasta ahora nadie hab¨ªa osado imaginar: que no s¨®lo eliminaron a hombres y mujeres, sino tambi¨¦n a ni?os. En el comunicado-ficci¨®n no se les menciona: los ni?os desaparecidos desaparecieron hasta de la explicaci¨®n. ?A qu¨¦ puede deberse esa omisi¨®n en una coyuntura corrio la actual?
En el caso de adultos secuestrados ante decenas de testigosy nunca m¨¢s devueltos al ¨¢mbito familiar se alega que cayeron en el curso de acciones subversivas, pero semejante dato pasa a ser totalmente inveros¨ªmil en el caso de los ni?os, algunos de los cuales, en el momento de su desaparici¨®n, no ten¨ªan siquiera un a?o de vida. A esta altura ya nadie duda de que: los padres fueron asesinados, pero la interrogante generalizada es qu¨¦ ha pasado con los ni?os. El comunicado omite el tema, y lo omite porque a ese cap¨ªtulo de la historia ni siquiera se le pueden inventar motivos ni justificaciones.
Hay quienes sostienen que losni?os desaparecidos est¨¢n vivos, al menos una parte de ellos, y que en su momento fueron entregados a parejas norteamericanas que no pod¨ªan tener hijos., Se llega a mencionar que las c¨¦lebres madres de la plaza de Mayo han llegado a detectar el actual paradero de algunas de esas criaturas, y en varios casos han podido reintegrarlos a sus familias sobrevivientes. Ahora bien, si esos datos son ciertos, ?c¨®mo podr¨ªan los militares argentinos explicar, y mucho menos justificar, esa distribuci¨®n internacional de hu¨¦rfanos a granel? Por el contrario, si no fuese cierto, s¨®lo cabr¨ªa la posibilidadde que los ni?os hayan sido eliminados junto con sus padres. ?C¨®mo podr¨ªan los militares argentinos explicar, y menos a¨²n justificar, semejante desenlace? Evidentemente, s¨®lo les queda un camino: no mencionar en su comunicado el explosivo tema de los ni?os.
Asombrada y col¨¦rica ante la
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estremecedora explicaci¨®n castrense, la oposici¨®n argentina no ha visto con suficiente claridad que la omisi¨®n de los ni?os desaparecidos desbarata por completo la argumentaci¨®n de los mandos. Los ni?os no eran subversivos, ni clandestinos, ni combatientes, ni guerrilleros; eran simplemente ni?os. Sin embargo, no est¨¢n. Si fueron asesinados (se habla de ni?os de dos a?os que fueron fusilados), ese crimen no es ni siquiera pol¨ªtica; es, lisa y llanamente, crimen. Si, en cambio, fueron asignados fuera de las fronteras a parejas norteamericanas e infecundas, no se trata de un trasiego pol¨ªtico; es, pura y simplemente, un despojo. La omisi¨®n de los ni?os en el comunicado es un flagrante ocultamiento de la verdad. Y si en ese aspecto esencial se falsea la verdad, ?qui¨¦n puede creer el resto de la historia? De modo que, justas indignaciones aparte, el texto mismo (y mejor a¨²n el no texto, o sea, lo que el texto elude) incluye de modo impl¨ªcito esa confesi¨®n que la Iglesia argentina ha reclamado por fin de la c¨²pula militar.
Hace poco m¨¢s de un a?o, otra junta Militar, la de El Salvador, llev¨® a cabo un plan que ella misma bautiz¨® Operaci¨®n Herodes y que consist¨ªa en eliminar sistem¨¢ticamente a ni?os y adolescentes, a fin de cortar los relevos en la lucha revolucionaria. Sus colegas argentinos no cayeron en la ingenuidad de bautizar el plan; simplemente lo llevaron a cabo. Sin embargo, ahora los ni?os desaparecidos irrumpen en la escena como una implacable y retroactiva acusaci¨®n. En realidad, constituyen una imagen tan universal e intocable que nadie puede permanecer ajeno a semejante colmo de crueldad.
Aun as¨ª, cuesta imaginar a esos art¨ªfices de la tortura en el trance de solucionar en su momento y a su modo un problema adicional con el que quiz¨¢ no hab¨ªan contado. Aun para un verdugo vocacional, an¨¦mico de escr¨²pulos, no ha de ser una decisi¨®n f¨¢cil la eliminaci¨®n de un ni?o. Se sabe que hasta los nazis, cuando enviaban a padres e hijos al crematorio, sol¨ªan rescatar de vez en cuando a alg¨²n ni?o rubio para entregarlo a familias garantizadamente arias.
En pleno 1983, la simple omisi¨®n del tema en un informe oficial, que, seg¨²n el humor macabro del ex presidente Videla, ha sido "hecho con amor", est¨¢ diciendo a las claras que los militares argentinos no han superado a¨²n su complejo de Herodes.
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