Torerillo de azul
JOAQU?N VIDALSolana lo hubiera pintado y figurar¨ªa en cat¨¢logo "Torerillo de azul". La taleguilla rasgada de abajo arriba, y abierta, para descubrir la pernera de un calz¨®n en las ¨²ltimas al cabo de cien usos y coladas; salpicaduras de sangre entenebreciendo el vestido azul y oro; revuelta la cabellera, l¨ªvida la tez, el gesto desencajado, en tanto desaf¨ªa al torillo; despatarrado, el pecho adelante, la mano crispada, lumbre de ira en los ojos.
La imagen de Pascual G¨®mez Ja¨¦n, torerillo de azul, era un grito y era un poema. Era tanto el grito de protesta, pidiendo un puesto mejor en la profesi¨®n que ha elegido, como el poema a la miseria de un arte que s¨®lo se produce cuando emerge del peligro y de la injusticia.
Plaza de Las Ventas
16 de mayo. Tercera corrida de la Feria de San Isidro.Cuatro novillos de Francisco Rubio, terciados, flojos y escasos de temperamento; cuarto, sobrero de Eugenio Mar¨ªa Marcos, peque?o, poderoso y noble; quinto, de Infante da C¨¢mara, manso. Pascual G¨®mez Ja¨¦n. Estocada y dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Pinchazo hondo delantero (petici¨®n y vuelta). Lucio Sand¨ªn. Seis pinchazos -aviso-, otro pinchazo, estocada contraria y dos descabellos (silencio). Estocada perpendicular y dos descabellos (silencio). El Boni. Estocada corta baja (silencio). Bajonazo (silencio).
Pero era tambi¨¦n una imagen anacr¨®nica, porque la fiesta de nuestro tiempo no va por ah¨ª, ni los novillos que correspondieron a Pascual G¨®mez Ja¨¦n evocaban tragedia. Por el contrario, se trataba de novillos recortaditos y nobles, que hac¨ªan el toreo f¨¢cil para quien lo supiera ejecutar. Pero Pascual G¨®mez Ja¨¦n, que es un veterano y un luchador, quiz¨¢ olvida el toreo y s¨®lo concibe el triunfo mediante el arrojo y la temeridad. Cuantos lances y pases dio, que fueron muchos, le sal¨ªan violentos, desastrados, horribles. Entregado a la pelea m¨¢s que al arte, poniendo solo coraz¨®n donde tambi¨¦n deb¨ªa haber cabeza, sali¨® por los aires, sufri¨® achuchones, y acab¨® torerillo de azul, sucio, descosido, desencajado. Pascual G¨®mez Ja¨¦n, modelo de Solana, viv¨ªa ayer otra ¨¦poca.
El toreo de talanqueras transmutado a la primera plaza del mundo, con toda su solemnidad catedralicia, puede resultar bufo, y m¨¢s a¨²n si, como era el caso, en el ruedo hay ganadito facil¨®n. A estos espec¨ªmenes, se les ensaya un muleteo de filigrana, a la manera de Lucio Sand¨ªn en su primero, o la otra opci¨®n es fracasar. Sand¨ªn dibuj¨® con finura algunos redondos en el novillo f¨¢cil y con el quinto, que ten¨ªa m¨¢s edad y problemas, no quiso complicarse la vida. El Boni realiz¨® faenitas deslabazadas, con escasos pases de cierto fuste, a pesar de que le correspondieron enemigos boyantes e inv¨¢lidos. En realidad, nada para el recuerdo, si no es en el aspecto negativo, por la mala lidia que dio. Torpe en la brega, no consigui¨® impedir que su primer novillo se hiciera el amo del ruedo. Este animalito, pele¨®n y revoltoso, le tom¨® la medida a Calder¨®n, al que persegu¨ªa de aqu¨ª para all¨¢; oblig¨® a echar cuerpo a tierra a un pe¨®n, luego les cortaba el terreno a lo banderilleros.
Al cuarto, un decr¨¦pito ejemplar, la presidencia lo devolvi¨® a corral cuando ya estaba picado. El sobrero era un toro, chiquit¨ªn pero toro, el cual derrib¨® espectacularmente, de latiguillo, y el picador describi¨® en su larga ca¨ªda un bell¨ªsimo tirabuz¨®n. "?Que se repita, que se repita!", ped¨ªa la gente, maravillada. Festejo adelante, tambi¨¦n ped¨ªa que se repitiera lo de la devoluci¨®n al corral pues segu¨ªan saliendo inv¨¢lidos pero no hubo suerte: ni el picador ni la presidencia tuvieron la elegancia social de complacer al p¨²blico.
Cabe la posibilidad de que fuera por solidarizarse con el plan de austeridad que ha implantado 12 empresa, del cual es exponente el lamentable aspecto que ofrece la regadera. En efecto, pieza principal en la plaza es la regadera, con la que un empleado intenta recomponer los blancos c¨ªrculos conc¨¦ntricos del redondel. Debe tener las pilas gastadas, o muy trabajados sus complicados mecanismos de origen japon¨¦s, pues ayer se atrancaba, y de su pitorro solo manaba un hilillo sutil. El empleado intent¨® reparar la avena por el cient¨ªfico procedimiento de meter un dedo, y como no tuvo ¨¦xito, meti¨® un palo, pero tampoco. De esta forma, las rayas no se pudieron pintar. Propongo una suscripci¨®n p¨²blica para comprar otra regadera, que abro con diesduros, dies.
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