Objetivo: acabar con la afici¨®n
Los taurinos, si hablas con ellos, se te quejar¨¢n de que la gente no va a los toros, pero cuando un coso se llena tienen la rara habilidad de echarla; y si la corrida es televisada, m¨¢s. En Madrid, la pol¨ªtica que siguen los taurinos posee otras connotaciones. Aqu¨ª, lo que molesta es la afici¨®n, y todo hace suponer que el objetivo es acabar con ella.La afici¨®n de Las Ventas siempre ha manifestado sus preferencias por el toro, que lo exige con trap¨ªo e ¨ªntegro, y este es un grave inconveniente para los toreros y para quienes ordenan la fiesta desde los despachos. El toro, con sus dificultades y peligros, da la medida de cada diestro, y si saliera en plenitud para todos, producir¨ªa una conmoci¨®n profunda en el escalaf¨®n de matadores. Es evidente que tal suceso quebrantar¨ªa m¨²ltiples intereses y los taurinos har¨¢n cuanto sea necesario para que no pueda producirse.
Plaza de Las Ventas
19 de mayo. Sexta corrida de San Isidro.Cinco toros de El Torero, indecorosos salvo los dos primeros, fuertes, y que dieron juego; tercero, sobrero de Torrestrella, con trap¨ªo y poder. Anto?ete. Media perpendicular, rueda de peones y estocada (palmas y pitos). Estocada baja y descabello (silencio). Curro V¨¢zquez. Pinchazo muy bajo y bajonazo -aviso con retraso (divisi¨®n cuando saluda). Bajonazo infame (silencio). Ni?o de la Capea. Pinchazo perdiendo la muleta, otro y estocada ca¨ªda (silencio). Media estocada baja y tres descabellos (silencio).
En otro caso, parecer¨ªa l¨®gico que una empresa con sentido comercial ofreciera a su clientela el toro aut¨¦ntico, ya que tanto le complace, y que la autoridad, por las mismas razones, extremara el rigor en los reconocimientos del ganado. Sin embargo sucede exactamente lo contrario, por unas causas que ning¨²n taurino confiesa pero que cualquier espectador podr¨ªa recitar de coro.
Ahora parecen empe?ados en que Las Ventas acepte el "toro de Sevilla", ese que apenas tiene presencia ni fuerza y exhibe una edulcorada mansedumbre que se acomoda a las limitadas capacidades t¨¦cnicas, art¨ªsticas y an¨ªmicas de los toreros. En la corrida del pasado mi¨¦rcoles lo lograron con absoluta impunidad y ¨¦xito rotundo pues de ella sali¨® lanzado un torero hacia la fama. Y ayer pretendieron repetir la suerte, aunque en esta ocasi¨®n les hizo frente un p¨²blico ya harto, que de ninguna manera tolera el fraude.
Quiz¨¢ una y otra tarde el p¨²blico era distinto. Quiz¨¢ al del mi¨¦rcoles, gentes de clavel con talante triunfalista, toro, plaza o fiesta les tra¨ªan absolutamente sin cuidado, mientras que al de ayer, aficionado cabal, le convocaban la ilusi¨®n de lidia y arte que sugieren toreros cl¨¢sicos como Anto?ete y Curro V¨¢zquez. Podr¨ªa esto explicar por qu¨¦ la indecorosa corrida del mi¨¦rcoles se lidi¨® entre aclamaciones y en cambio la . del d¨ªa siguiente transcurr¨ªa entre denuncias, dirigidas a voz en cuello contra la empresa y contra el palco.
Los toros de El Torero salieron terciados en el sentido de que dos ten¨ªan trap¨ªo y poder, dos apenas daban el tipo que admite Madrid y dos eran la burra. Naturalmente se protestaron estos ¨²ltimos y, de ellos, el corrido en tercer lugar fue devuelto al corral, pues adem¨¢s no se ten¨ªa en pie. El de mejor embestida le correspondi¨® a Anto?ete, quien estructur¨® una faena t¨¦cnicamente irrepochable, iniciada en el terreno y la distancia que requer¨ªan las condiciones del toro. Este planteamiento, y los primeros ayudados por bajo, llevaban la r¨²brica de su maestr¨ªa, pero de aqu¨ª en adelante Anto?ete no acert¨® a templar ni un solo pase. Fall¨® el ¨¢nimo para alcanzar un triunfo que se ofrec¨ªa f¨¢cil. Luego, con el cuarto, peque?o, corret¨®n y encastado, no pudo ni siquiera quedarse quieto y la fatiga le venc¨ªa.
Defraudaron los maestros. Curro V¨¢zquez tampoco ten¨ªa la tarde inspirada y a lo largo de sus interminables faenas apenas destacaron dos series de redondos y un par de naturales. Le hab¨ªan correspondido un manso poderoso, que qued¨® muy bien ahormado en varas, y un torillo de escaso trap¨ªo que protest¨® violentamente el p¨²blico pero que tambi¨¦n dio juego, y en ninguno liber¨® esos destellos de arte que forman parte de su personalidad torera. Curro V¨¢zquez era ayer un consumado pegapases.
Y el Ni?o de la Capea tambi¨¦n, como de costumbre. Afanado en ejercitar con el, serio y fuerte Torrestrella un cavern¨ªcola bisonteo, que dijo Unamuno, para variar le ahog¨® la embestida al sexto, que de suyo padec¨ªa sofoco y s¨ªndrome de estatua. En definitiva, toros, toreros, empresa y autoridad, nos dieron la tarde; vaya conjunto de pelmazos. Si lo que. pretend¨ªan era, como nos tememos, acabar con la afici¨®n, est¨¢n de enhorabuena, porque lo consiguieron en dos patadas.
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