Un camino peligroso para el PNV
LA PRESENCIA del lendakari Garaikoetxea en los actos burgaleses de la Semana de las Fuerzas Armadas fue utilizada de manera injusta y casi provocadora por algunos medios al servicio de intereses claramente partidistas. Lejos de subrayar el positivo papel que desempe?¨® la participaci¨®n del presidente de la comunidad vasca en el homenaje a la bandera, al lado del Rey y del Gobierno, no han faltado los comentarios obsesionados por denunciar las insuficiencias gestuales del lendakari en la ceremonia. El presidente de la comunidad aut¨®noma vasca realiz¨® un esfuerzo para hacer compatible su viaje a Latinoam¨¦rica con la asistencia a los actos celebrados en Burgos, y la f¨®rmula de humillar a los hu¨¦spedes no es el mejor procedimiento para debilitar sus reticencias a la hora de aceptar invitaciones. Afortunadamente, tanto el Rey como el presidente del Gobierno hicieron todo lo posible para evitar ese cerco de antipat¨ªas o desprecios al lendakari.La ambig¨¹edad en los comportamientos de algunos dirigentes del PNV no parece tanto una estrategia planeada como una consecuencia -guste o disguste- de las tensiones y conflictos entre las razones y las emociones, entre el realismo pol¨ªtico y las enso?aciones metahist¨®ricas que desgarran, desde la ¨¦poca de Sabino Arana, al nacionalismo vasco moderado. La t¨¢ctica de acabar dr¨¢sticamente con esas ambig¨¹edades, forzando a los nacionalistas vascos a elegir expresamente entre el independentismo pasional y la integraci¨®n emocional en la comunidad hist¨®rica espa?ola, comete el error de suponer que la dificultad para tomar esa decisi¨®n proviene de la mala fe o del capricho. Al igual que el mejor remedio para combatir los s¨ªntomas de v¨¦rtigo de un paciente no es obligarle a saltar al vac¨ªo desde un balc¨®n, las ambig¨¹edades del nacionalismo vasco no se pueden curar con la receta de un imperios6 lo toma o lo deja. S¨®lo el transcurso de los a?os y la transformaci¨®n de las normas constitucionales en h¨¢bitos de convivencia podr¨¢n debilitar ese conflicto que desgarra al PNV.
No se trata, por lo dem¨¢s, de absolver de responsabilidad al PNV, cuyos dirigentes utilizan en ocasiones esa misma ambig¨¹edad para mejorar sus posiciones en una negociaci¨®n o favorecer su implantaci¨®n electoral. En este sentido, la noticia de que el Gobierno de Vitoria podr¨ªa pedir la reforma del Estatuto de Guernica, como protesta contra la LOAPA o para forzar las transferencias, es una peligrosa manera de jugar con fuego, argucia explicable, aunque no disculpable, por la proximidad de los comicios auton¨®micos. La reforma del estatuto ser¨ªa jur¨ªdicamente inviable sin un pacto previo entre las mayor¨ªas parlamentarias de las Cortes Generales y de la Asamblea vasca, por lo que el lanzamiento de esa consigna contra el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez tiene un car¨¢cter puramente agitatorio y se colorea con tintes de provocaci¨®n.
La reforma del Estatuto de Guernica est¨¢ regulada por el t¨ªtulo IV de ese mismo texto. Tres son las instancias legitimadas para la iniciativa: el Parlamento vasco (a propuesta de una quinta parte de sus componentes), el Gobierno vasco o las Cortes Generales. La propuesta tiene que ser aprobada por el Parlamento de Vitoria (por mayor¨ªa absoluta) y por las Cortes Generales (mediante ley org¨¢nica), y requiere la ratificaci¨®n posterior de un refer¨¦ndum. El Gobierno vasco necesita para convocarlo una delegaci¨®n expresa del Estado.
La lectura del Estatuto de Guernica hace evidente que la se forma de su articulado ser¨ªa inviable si el PNV no pacta con el PSOE. ?Qu¨¦ funci¨®n cumplir¨ªa una iniciativa de los nacionalistas condenada de antemano a no disponer de los votos precisos en el Congreso y en el Senado? ?No significar¨ªa una maniobra desestabilizadora en cuya estela podr¨ªan instalarse, con su c¨ªnico oportunismo habitual, los terroristas de ETA y sus c¨®mplices electorales?
La reforma constitucional fue enarbolada como bandera, a lo largo de la anterior legislatura, por Alianza Popular, interesada en restablecer la pena de muerte y en abolir el t¨¦rmino nacionalidades. Nada hay, en el plano puramente formal, que impida a cualquier grupo hacer suya una reivindicaci¨®n reformista. Sin embargo, la propuesta de Alianza Popular fue criticada no s¨®lo por su contenido concreto, sino tambi¨¦n por las implicaciones asociadas a una reforma prematura y partidista de nuestra norma fundamental. Las instituciones de la Monarqu¨ªa parlamentaria necesitan de un per¨ªodo de rodaje para consolidarse y para familiarizar a los ciudadanos con sus reglas de juego y sus valores. El razonamiento se puede hacer extensivo al proceso de elaboraci¨®n del Estatuto de Guernica y a una eventual reforma de su articulado. Los dirigentes del PNV suelen insistir en el pacto hist¨®rico que subyace a ese texto, discutido y negociado por todas las fuerzas pol¨ªticas de ¨¢mbito estatal y apoyado en el Pa¨ªs Vasco por el PNV, el PSE-PSOE y Euskadiko Ezkerra. La pretensi¨®n del Gobierno de Vitoria de lanzar una campa?a en pro de la reforma del estatuto con el prop¨®sito de hostilizar electoralmente a los socialistas ser¨ªa una insensatez. La demag¨®gica propuesta, destinada a frustrarse irremediablemente en las Cortes Generales, podr¨ªa constituir el punto de no retorno de la crispaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi y condenar a la sociedad vasca a los horrores de una vida cotidiana desgarrada por el enfrentamiento entre dos comunidades.
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