Espl¨¢, un torero necesario
Nunca ha habido una escuela valenciana de toreo. Milagro ser¨ªa que una tierra que no es de toros lo fuera de toreros. Y, sin embargo, hay all¨ª una suma heterog¨¦nea de ellos, artistas algunos, valientes los m¨¢s, desde los tiempos de Fabrilo. En las innumerables capeas de por all¨¢ se han formado bastantes de los mejores peones y banderilleros con que cuenta la historia del toreo. Valencia es generosa tierra de artesanos, y son los toreros de plata los artesanos del toreo; ello requiere tradici¨®n, oficio y gusto. La ciudad de Valencia cumple el a?o con dos ferias taurinas de primera categor¨ªa. Hay, pues, una arraigada afici¨®n, y en ella nunca han faltado los buenos aficionados.Hay, en todo raro aficionado de ¨¦stos, un secreto torero, que ha dado imagen a la faena que nunca ha logrado ver en el ruedo. Se ha exigido el toro cabal, y lo ha lidiado sin facilidades y sin olvido de las normas, y ha dado dinamismo creador, inventivo, a los m¨¢s viejos lances detenidos en su memoria o en las fotograf¨ªas. Ardientes simulacros de faenas, de inmediato apagadas, con a¨²n m¨¢s vertiginosa rapidez que la misma vida. Muy hermosas im¨¢genes, pero melanc¨®licas, pues ning¨²n testigo ajeno asiste a ellas.
Mas he aqu¨ª que uno de estos, aficionados ha hecho del sue?o carne. Luis Francisco Espl¨¢, alicantino, se ha vestido de luces, y todo hace parecer que no por el dinero o el triunfo (ambos s¨®lo estimados como consecuencia), sino por realizar el toreo desde las exigencias de su afici¨®n. Pero no es lo mismo imaginar que realizar; de ah¨ª que estemos asistiendo, con curiosidad y emoci¨®n, a alguien que se est¨¢ haciendo torero ante nuestra esperanzadora mirada. No es Espl¨¢ un torero que brote de una interior emoci¨®n oscura para arrebatar al p¨²blico desde e vuelo de un arte que ha nacido con ¨¦l, sino de alguien que sabe que la est¨¦tica s¨®lo le ser¨¢ posible como consecuencia de la t¨¦cnica (del conocimiento). Es de esos mediterr¨¢neos que sienten una permanente aspiraci¨®n a la claridad, a lo esencial. Lo oscuro, lo intuitivo, ser¨¢ s¨®lo la adivinaci¨®n del ser imprevisto e inocente que se le enfrenta. Y porque anda buscando lo esencial, encuentra la variedad. Y porque quiere crear futuro, sabe que ha de inquirir en el pasado.
Sirve una vez m¨¢s la analog¨ªa de la rosa, tan querida de los poetas. Una semejante arquitectura, y todas diversas. As¨ª el toreo. Y junto a la forma bella y natural (tampoco puede haber buen toreo sin naturalidad) su olor, de distintos tonos e intensidades. En el toreo el aroma es el son, y el de Espl¨¢ se nos va ya perfilando con majeza, y, es inmediatamente pl¨¢stico, con un natural buen gusto y f¨¦rtilmente imaginativo. Es este torero una sucesi¨®n de estampas, una suma de detalles. Y viste una paradoja: ama el rito, pero lo oficia sin solemnidad, desde la alegr¨ªa. Volvamos a la rosa, pues en esta ¨¦poca de suced¨¢neos s¨®lo estaremos seguros de que ella lo es por su muerte. Al marchitarse sabremos su verdadera naturaleza. Pues bien, ser¨¢ en la ceniza del fracaso donde conoceremos la calidad m¨¢s honda del matador; es decir, si vive su profesi¨®n como destino. Porque desde?e la impostura y no haga uso de la simulaci¨®n, elegir¨¢, si ello es preciso, entre la bronca y la oreja, la primera. No aparentar valent¨ªa en la acci¨®n, cuando s¨®lo existe simulacro o, peor, cobard¨ªa, no hacer del toro un marmolillo (es decir, infamarlo), para evitar su lidia, y todo ese sinf¨ªn de trucos de los toreros que s¨®lo han aprendido de su mal oficio a torear al p¨²blico.
Y espero ver de nuevo alg¨²n d¨ªa una vibrante faena de ali?o bien ligada, de no m¨¢s de cinco minutos de duraci¨®n, ante un toro de verdad y dif¨ªcil, sin que "se le d¨¦ un solo natural o derechazo. Que se le mate, con: guapeza, y que se le corte una oreja. S¨®lo se necesita para ello un torero y una afici¨®n. Creo que ese torero puede ser Espl¨¢. ?Existe la afici¨®n? Es s¨®lo cuesti¨®n de n¨²mero, de blancos pa?uelos desatados. Hoy Espl¨¢ torea Tulios en Madrid. ?Suerte, maestro!
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.