Shultz intenta recuperar la direcci¨®n de la pol¨ªtica hacia Centroam¨¦rica tras la remodelaci¨®n diplom¨¢tica en la zona
La situaci¨®n en Centroam¨¦rica polariza la atenci¨®n de la pol¨ªtica exterior estadounidense tras los ¨²ltimos y significativos cambios producidos en el Departamento de Estado, que pretende recuperar la iniciativa en la direcci¨®n de pol¨ªtica norteamericana en el ¨¢rea. Nuevos embajadores, env¨ªo de m¨¦dicos militares a El Salvador, inicio de la misi¨®n del enviado especial presidencial, Richard Stone, y rumores de una posible escalada en la presencia militar de EE UU en El Salvador, Honduras y Guatemala constituyen algunos elementos de la trama estadounidense en Centroam¨¦rica. Todos estos acontecimientos avivan la pol¨¦mica entre el Departamento de Estado y el Consejo Nacional de Seguridad en la Casa Blanca.
"No hay cambios en nuestra pol¨ªtica hacia Centroam¨¦rica", dijo sin embargo, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, al salir de la Casa Blanca para un largo fin de semana en su residencia de Camp David. Reagan, que calific¨® de "asesinos y terroristas" a los guerrilleros de El Salvador, neg¨® que el env¨ªo de 20 o 30 m¨¦dicos militares suponga una escalada militar.Algunos altos funcionarios de la Administraci¨®n, no obstante, est¨¢n convencidos de que la pre sencia militar norteamericana en el ¨¢rea es insuficiente para hace factible el logro de las metas pro puestas por Reagan y abogan por un incremento del compromiso militar estadounidense.
Resulta muy significativo a este respecto el deseo del secretario de Estado, George Shultz, de coger oira vez las riendas de la pol¨ªtica norteamericana en Latinclarn¨¦rica. Shultz, considerado como un moderado dentro del clan Reagan, ha anunciado personalmente el nombramiento del nuevo embajador de EE UU en El Salvador, Thomas Pickering que reemplaza a Deane Hinton. Televisi¨®n y periodistas fueron convocados al Departamento de Estado para recibir una informaci¨®n que, normalmente, se limita a ofrecer el portavoz de turno.
Shultz anunci¨® el cambio de embajador en El Salvador al tiempo que agradec¨ªa la labor realizada por Thomas Enders sustituido como secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos por Langhorne Motley. El secretario de Estado record¨® las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica de EE UU en Centro am¨¦r¨ªca, que fueron marcadas por el discurso ante las dos C¨¢maras pronunciado por Reagan el pasado 27 de abril y justific¨® la presencia militar norteamericana en la regi¨®n por la necesidad de responder a la intervenci¨®n sovi¨¦tica, cubana y nicarag¨¹ense. Pero, tras esa concesi¨®n a la postura de los duros de la Administraci¨®n, como el consejero de Seguridad Nacional, William Clark, y la, embajadora ante la ONU, Jearte Krikpatrick, Shultz repiti¨® los principios de una trilog¨ªa basada en el apoyo militar" la b¨²squeda de una negociaci¨®n y la cooperaci¨®n econ¨®mica.
La sede del Departamento de Estado fue al mismo tiempo foro para la reuni¨®n del Consejo de las Am¨¦ricas, inspirado por el banquero David Rockefeller para analizar entre pol¨ªticos, empresarios y profesores el futuro de EE UU hac¨ªa Latinoam¨¦rica. Thomas Enders (que ser¨¢ nombrado pr¨®ximamente nuevo embajador de EE UU en Espa?a) aprovech¨® la tribuna para realizar una despedida en l¨ªnea con la pol¨ªtica que le cost¨® el cargo. "No puede haber paz sin negociaciones", dijo Enders, a prop¨®sito de la situaci¨®n en Centroam¨¦rica.
Plataformas para la paz
Para alcanzar la paz en el istmo, la Administraci¨®n Reagan utiliza simult¨¢neamente varias plataformas. En primer lugar, las pol¨ªticas, como el anuncio de que apoya las gestiones del grupo de Contadora, destinadas a encaminar una soluci¨®n negociada al litigio centroamericano, as¨ª como la gira Richard Stone a todos los Estados del ¨¢rea, incluido Nicaragua. Al mismo tiempo, Washington prepara la potenciaci¨®n de su presencia militar en El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Este cap¨ªtulo podr¨ªa cristalizar en las pr¨®ximas semanas con un incremento del n¨²mero de instructores militares a El Salvador (actualmente hay 55) y la instalaci¨®n de campos de entrenamiento en el propio pa¨ªs; el env¨ªo de otros 100 consejeros a Honduras (que podr¨ªan aumentar hasta 300), y la activaci¨®n de un nuevo acuerdo de cooperaci¨®n militar con Guatemala, revelaciones publicadas por el diario The New York Times y posteriormente desmentidas por el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes.
Paralelamente, en el Congreso contin¨²an tambi¨¦n las divisiones sobre c¨®mo hay que actuar en Centroam¨¦rica. Los miembros del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores de la C¨¢mara de Representantes retrasan hasta la semana pr¨®xima la posible limitaci¨®n de las actividades clandestinas en Nicaragua por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) nortearnericana. Pero hay voluntad de continuar con el programa de concesi¨®n de 80 millones de d¨®lares para ayuda abierta para reforzar el potencial militar de El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panam¨¢.
En el Senado, las diferencias en relaci¨®n a Centroam¨¦rica volver¨¢n a la luz del d¨ªa cuando, en los pr¨®ximos d¨ªas, se celebren las audiencias senatoriales para la confirmaci¨®n en los cargos del nuevo secreta?o de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Motley, y del embajador para El Salvador, Pickering.
Entre tanto, la direcci¨®n de la pol¨ªtica de la. Administraci¨®n Reagan hacia sus vecinos del sur contin¨²a en la v¨ªa de la radicalizaci¨®n con la llegada de personalidades que refuerzan el n¨²cleo de los duros, partidarios de soluciones dr¨¢sticas para evitar que la guerrilla gane en El Salvador o se consolide el r¨¦gimen sandinista en Nicaragua.
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