Lecci¨®n de Rostropovich

El Teatro Real vivi¨® el domingo una de esas jornadas musicales que dif¨ªcilmente se olvidan. Volv¨ªa Rostropovich. Era un caluros¨ªsimo d¨ªa festivo y una hora creo que innecesariamente temprana, pero ni aun as¨ª puedo entender que quedaran localidades en taquilla y la sala presentara huecos que no suelen verse en tantos y tantos conciertos en los que ni el m¨¢s optimista puede prever algo excepcional. La reina do?a Sof¨ªa no se perdi¨® el acontecimiento.Acontecimiento fue escuchar otra vez a uno de los m¨¢s grandes int¨¦rpretes -no ya violonchelistas- de hoy y de siempre. Este hombre afable, convertido a pesar suyo en s¨ªmbolo de algunas cosas, director de amplia actividad sinf¨®nica, oper¨ªstica y discogr¨¢fica, pianista de gran clase practicando el lied con su esposa, cuando toma el violonchelo sigue siendo el maestro que explica, el m¨²sico que conmueve, el artista que arrebata, el int¨¦rprete que convence. Abrumador, incre¨ªble Rostropovich.

La afinaci¨®n perfecta, la pur¨ªsima limpieza del mecanismo, tantas veces neta, no son para ¨¦l sino puntos de partida para el camino de la m¨²sica, m¨²sica que vierte con temperamento y lucidez extremada, propulsando picos de tensi¨®n expresiva raramente escalados, relajamientos l¨ªricos de delicadeza m¨¢s infrecuente si cabe. El silencio tenso durante la escucha, la llegada clara de la respiraci¨®n de los int¨¦rpretes se hace m¨²sica tambi¨¦n en pian¨ªsimos de maravillosa proximidad al l¨ªmite de lo audible y sin merma alguna de la redondez y carnosidad del sonido. El arco de Rostropovich es un milagro: capaz de extraordinarias sutilezas sonoras, no hiere al atacar, no existe el paso al cambiar de direcci¨®n.

Conviene ver a Rostropovich adem¨¢s de escucharle, pues el palpable control de todos los m¨²sculos para la deseada concentraci¨®n, el gesto del rostro, son casi necesarios como prueba de que el producto es resultado no s¨®lo de un talento superdotado sino tambi¨¦n de human¨ªsimo esfuerzo, y ello coadyuva a la comunicaci¨®n.

Hay que felicitar a la Orquesta de RTVE, no s¨®lo por el logro obtenido sino por la misma actitud de oyentes atentos y entusiastas aplaudidores que adoptaron durante la ejecuci¨®n y al t¨¦rmino del Concierto de Dvorak, dirigido con seguridad y sensible atenci¨®n a los matices por parte de G¨®mez Mart¨ªnez.

El maestro granadino, que dirigi¨® una ¨®pera en Viena en medio de las jornadas de ensayo de este concierto, logr¨® una de sus mejores actuaciones en Madrid. Hizo una Obertura Carnaval y una Octava Sinfon¨ªa no s¨®lo brillantes y vitalistas, sino tambi¨¦n cuidadas, parafrasear con, encanto en los pasajes l¨ªricos tan caracter¨ªsticos del estilo del compositor.