Expreso de medianoche
LA DEGRADACI?N e inhumanidad de las c¨¢rceles espa?olas, cuya falta de seguridad interior se, ve acompa?ada por quiebras de la seguridad exterior y fugas de presos, debe llamar a la sensibilidad de nuestros ciudadanos. M¨¢s de 20 presos han sido asesinados, durante los ¨²ltimos cinco meses, en las c¨¢rceles espa?olas, escenario tambi¨¦n de plantes violentos, secuestros de funcionarios y suicidios de reclusos.Los proyectos reformistas del nuevo director general de Instituciones Penitenciarias no bastan para solucionar esos graves problemas. El Defensor del Pueblo y las Cortes Generales, legitimadas para nombrar comisiones de encuesta, tienen la obligaci¨®n pol¨ªtica y moral de ayudar a la Administraci¨®n p¨²blica en la tarea. Tambi¨¦n son necesarias la contribuci¨®n de la sociedad y la participaci¨®n ciudadana en el control de las instituciones carcelarias. En el Reino Unido, organizaciones c¨ªvicas, confesiones religiosas y asistentes sociales colaboran, en las juntas de prisi¨®n, para mejorar la suerte de los presos.
Los planes puestos en marcha por el director general, Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez Zato, tropiezan con un doble desaf¨ªo. La falta de colaboraci¨®n de un sector de los funcionarios amenaza con crear un vac¨ªo de poder, cuyo doble efecto ser¨ªa el reforzamiento del crimen organizado dentro de las prisiones, por un lado, y la justificaci¨®n para un retorno a los aborrecibles m¨¦todos disciplinarios del pasado, por otro. La resistencia a la reforma de sectores de funcionarios, para quienes la aplicaci¨®n de los nuevos procedimientos contradice sus experiencias anteriores, y el control por las mafias del universo penitenciaria, dominado por la brutalidad y la corrupci¨®n que una minor¨ªa de reclusos impone al resto de los presos, cierran dram¨¢ticamente el c¨ªrculo infernal de un mundo de pesadilla.
La reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal aliviar¨¢, pero no resolver¨¢, el hacinamiento de unas c¨¢rceles cuya capacidad est¨¢ ampliamente excedida. La agilizaci¨®n de los procedimientos judiciales deber¨ªa acortar sensiblemente la estancia en prisi¨®n de los procesados pendientes de juicio. Pese a las dificultades creadas por el d¨¦ficit p¨²blico, resulta urgente el acondicionamiento y mejora de los centros existentes y la construcci¨®n de nuevas prisiones, alejadas de la gigantomaquia de los viejos edificios y preparadas para llevar a cabo esa labor de "reeducaci¨®n y reinserci¨®n social" que la Constituci¨®n ordena. Seg¨²n el art¨ªculo 25 de nuestra norma fundamental, el condenado, adem¨¢s de conservar todos los derechos fundamentales que no hayan sido limitados o suspendidos por la sentencia, la pena o la ley penitenciaria, "tendr¨¢ derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios de la Seguridad Social, as¨ª como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad".
Las perspectivas de libertad provisional, como consecuencia de la reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal, y las mejoras en las comunicaciones con el exterior, la comida y el funcionamiento de los economatos han producido un ligero descenso de la crispaci¨®n en la poblaci¨®n penal preventiva. Es necesario establecer una completa separaci¨®n entre condenados y preventivos, as¨ª como dar un tratamiento especial a los reclusos j¨®venes. La atenci¨®n psiqui¨¢trica debe sustituir la dureza con que suelen ser reprimidas las reacciones imprevisibles e incontrolables de los psic¨®ticos. La protecci¨®n de los presos no s¨®lo proh¨ªbe los malos tratos o las condiciones degradantes de vida sino que tambi¨¦n exige una respuesta inteligente en las c¨¢rceles -como fuera de ellas- al problema de la droga, ya que la lucha par su comercializaci¨®n y control es causante de buena parte de los asesinatos y secuestros producidos en el ¨²ltimo per¨ªodo.
Las experiencias realizadas en otros pa¨ªses -sobre todo Holanda- para convertir en excepcionales las penas de privaci¨®n de libertad, sustituidas por otras sanciones, deben ser seguidas con atenci¨®n. Quienes se escandalicen de las nuevas concepciones de la criminolog¨ªa en las naciones civilizadas har¨¢n bien en recordar que la tortura funcion¨® como pena, al igual que la privaci¨®n de libertad, antes de la reforma de la Ilustraci¨®n. Es preciso romper la impermeabilidad del universo carcelario respecto al mundo situado mas all¨¢ de los altos muros de las prisiones. Y para tratar de contrarrestar la reproducci¨®n tanto del modelo autoritario de los guardianes como del modelo de comportamiento asocial de la delincuencia profesional, es necesario tratar de que los valores de una comunidad democr¨¢tica basada en el trabajo y en las libertades penetren dentro de los recintos penitenciarios. Si el Gobierno del cambio no acomete cuanto antes estas reformas, una parcela sensible de los derechos humanos seguir¨¢ siendo pisoteada en nuestro pa¨ªs y nuestras c¨¢rceles seguir¨¢n pareci¨¦ndose al expreso de medianoche que la pel¨ªcula del mismo nombre describiera magistralmente.
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